Cuando nació en Lasarte aún quedaban 27 años para que Franco muriera. Aquel 2 de febrero de 1948 vino al mundo Santiago Arrospide Sarasola, al que años después todos conocerían por su alias en ETA, Santi Potros. La pequeña localidad de apenas 18.000 habitantes, en el corazón de Guipúzcoa, seguía creciendo con familias procedente de otras regiones españolas, fundamentalmente Extremadura y Andalucía, dispuestas a probar fortuna en Euskadi. El mundo nacionalista se movía ya en la clandestinidad cuando Sarasola comenzaba a tener conciencia. No tardó en afiliarse a las juventudes del PNV, al movimiento EGI, del que poco después saldría desengañado. Quería más mano dura ante la represión franquista contra los símbolos y la identidad vasca y él estaba dispuesto a darla.

Han pasado siete décadas y a Arrospide Sarasola no se le recuerda mucho en Lasarte. Pervive más su mito como uno de los etarras más duros y crueles de ETA que como un vecino del pueblo. Cuando el 4 de diciembre de 2014 salió de la cárcel tras cumplir 27 años de condena, de los 3.100 a los que había sido condenado, y regresó al pueblo, no hubo grandes algarabías. Tampoco se arremolinaron muchos familiares y amigos para visitarlo. A Santi Potros se le vio de modo esporádico dando pequeños paseos, siempre acompañado y protegido, camino a la casa de su hermana Pilar en la calle Zumaburu. 45 días más tarde volvió a desaparecer. Su pasado regresó en forma de arresto para responder por dos causas pendientes con la Justicia.

De él poco se sabe, apenas que era plastificador de profesión y que no era un habitual de los círculos sociales. La clandestinidad ocultó su vida en el pueblo desde bien joven. Tras abandonar las bases del PNV decidió radicalizarse y entrar en ETA para continuar con su lucha antifranquista en un frente más duro, el de ETA P-M. Corría el año 1974. Un ímpetu que lo hizo ascender rápido en todos los escalafones de la organización terrorista.

Siendo apenas un adolescente, con sólo 20 años, ya fue detenido por primera vez y acusado de asociación ilícita y propaganda ilegal. El Tribunal de Orden Público (TOP) le impuso un año de condena. Seis años después ya pertenecía a los comandos especiales de ETA, los bereziak, y con 28 años Santi Potros participó junto a la que fue su pareja, la también miembro de ETA Izaskun Rekalde, en la conocida como fuga de Segovia que precipitó la huida de prisión de más de medio centenar de presos.

Lasarte, víctimas y verdugos

Fue sólo el inicio de su larga y cruel trayectoria en la organización terrorista que culminó con más de 3.100 años de condena y decenas de muertos a sus espaldas. Sin duda, los atentados de Hipercor (Barcelona) y de la plaza de la República Dominicana (Madrid), por los que fue condenado como inductor, fueron los más graves, casi 40 muertos. La expulsión del entonces jefe de ETA, Txomin Iturbe, de suelo francés le catapultó a la cima de ETA en lo que fue una dirección compartida con otro histórico como José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, y Francisco Múgica Garmendia, Pakito. El primero de ellos sigue hoy huido y el segundo, arrepentido.

Cuando Arrospide Sarasola recupere la libertad, todo apunta que antes de 2019, si decide regresar a su localidad natal, es posible que vuelva a cruzarse por las calles de Lasarte con no pocas víctimas de ETA. A sólo cien metros de la vivienda en la que se instaló tras su puesta en libertad anterior, se encuentra el negocio que regenta la hija de un taxista que murió asesinado por ETA. Cerca de allí, la Casa del Pueblo del PSE lleva el nombre de un concejal socialista asesinado por la banda, Froilán Elespe, en marzo de 2001 en un bar del pueblo. Incluso en este municipio guipuzcoano residen familiares de Begoña Urroz, la niña, el bebé, considerado primera víctima de ETA y que murió al estallar una bomba en la estación de Amara de Donostia en junio de 1960. También, la viuda del sargento de la Policía Municipal de San Sebastián Alfonso Morcillo, asesinado en 1994, en la calle Adarra de Lasarte, vive a sólo dos manzanas de la casa del etarra.

En Lasarte quizá también encuentre calor. En el pueblo de Sarasola recibieron con un homenaje a quien fue secretario general del sindicato LAB, Rafael Díaz Usabiaga, y que compartió prisión con Arnaldo Otegi por el caso Bateragune. La izquierda abertzale ha llegado a gobernar este municipio, hoy en manos del PSE, y cuenta con un importante respaldo social.

Con 70 años recién cumplidos, Santiago Arrospide ha cambiado. Ya en 2006 comenzó a distanciarse de ETA y a considerar que la lucha armada debía acabar. Sin haberse desmarcado ni condenado de modo abierto el historial de la banda, su actitud y comportamiento son hoy muy distintos. Ahora, el duro de ETA, el jefe de la organización que dirigió algunos de los crímenes más terribles, limpia el comedor del centro penitenciario, es respetuoso con los funcionarios y no da problemas. Todo para reducir condena.

Por ello ha sido acercado a la prisión de Topas, en Salamanca. Un centro penitenciario en el que incluso se ha casado. En octubre de 2016 la alcaldesa de Topas, Julia Rivas, ofició la ceremonia en la cárcel con la que es ya su esposa M.T.Y.