Jaume Collboni (Barcelona, 1969) afronta con cierto optimismo las próximas elecciones locales, en las que espera repetir como cabeza de lista del PSC por Barcelona habiendo mejorado su conocimiento gracias a su paso por el gobierno local en alianza con Ada Colau. Ese es el mejor balance que hace de un pacto de gobierno roto por la alcaldesa tras las declaración de independencia y la aplicación del 155 que situaron a socialistas y comunes en lados opuestos del ring en el que se ha convertido la política catalana. "Colau ha demostrado, sobre todo en los últimos meses, que su falta de criterio político hace que se sume siempre a la última reivindicación" lamenta Collboni para explicar la ruptura de una alianza que se había hecho insostenible.

Pregunta.- ¿Ada Colau se equivocó con el plante al Rey?

Respuesta.- Ha sido un error desde el punto de vista institucional. Un alcalde tiene que estar a por encima de según qué polémicas y representar a toda la ciudad. En el contexto en el que estamos, con salidas de empresas y después de haber perdido la candidatura de la EMA (Agencia Mundial del Medicamento), piense lo que piense políticamente desaconsejaba una gesticulación innecesaria y contraproducente para la ciudad y para el Mobile.

P.- ¿Qué ha cambiado en la alcaldesa desde que pactaron con ella el gobierno de Barcelona?

R.- Hay un punto inflexión muy claro con el proceso independentista. Ese pacto nacía y estaba blindado para superar la lógica del debate independentista, teníamos claro que cada uno defendería sus posiciones por lo que se refiere la procés pero, implícitamente, lo que hacíamos era sobrevolar el conflicto y poner a la ciudad por encima. Eso salta por los aires a partir del 6 y 7 de septiembre, cuando se produce el golpe contra la Constitución y el Estatuto y los comunes asumen de forma acrítica todo el relato independentista. Estos meses, todas las gesticulaciones y pronunciamientos de Colau han sido proindependentistas, aunque luego diga que no lo son. Eso tensionó la coalición, hasta el día en que recibe a los alcaldes independentistas en el Ayuntamiento, cuando no había tenido el más mínimo reconocimiento hacia los alcaldes socialistas que estaban siendo señalados y perseguidos. Ahí se produce una ruptura de facto. Eso hace insostenible la coalición.

Estos meses todas las gesticulaciones de Colau han sido proindependentistas, aunque luego diga que no lo es"

P.- ¿Se sintieron tentados de romper el pacto de gobierno antes de que lo hiciera Colau?

R.- Hemos tenido momentos críticos. En toda la gestión del turismo o la vivienda, pero ninguno como para romper. La ruptura se produce cuando se llega a un divorcio no tanto por el debate sobre independencia si o no, como de poner a la ciudad por encima de ese debate. Ahí, Colau cede.

P.- ¿Cuando Colau acabó poniendo colegios y locales públicos al servicio del 1-O se puso en riesgo esa coalición?

R.- Siempre dije que no podía estar en un gobierno que participara en una convocatoria ilegal. La forma de blindar el gobierno de la ciudad fue pedir el informe del Secretario, que dijo claro que no se podía colaborar con esa convocatoria y formalmente así se hizo. Luego es verdad que hubo una decena de espacios que se cedieron pero no por una indicación del gobierno sino porque los responsables de distrito lo decidieron. Lo flagrante fue que hiciera tres horas de cola para participar en el referéndum, antes de que se hubieran producido cargas, para vestir de movilización lo que era legitimar un referéndum independentista.

P.- ¿Qué pensó cuando recurrió a la militancia para romper el pacto de gobierno?

R.- No ha pasado en ningún gobierno que un jefe de gobierno convoque una consulta sin decir cual es su opinión. Es representativo de qué son los comunes y por qué va a pasar a la historia Colau: no haber tenido una idea clara de ciudad y sobre todo no haber ejercido un papel de líder.

P.- ¿Se han sentido utilizados por la polémica de los familiares de los políticos presos?

R.- El independentismo siempre juega a la coacción moral. Primero nos dijeron que no éramos demócratas porque no estamos a favor del derecho a la autodeterminación, y ahora nos dicen que no respetamos los derechos humanos. Tanto Miquel Iceta como yo hemos dicho que las medidas cautelares de prisión nos parecían excesivas y que es un principio del derecho penitenciario español que los encarcelados lo estén cerca de sus familias. Pero cuando todo eso nos lo envuelven con el relato independentista de que eso forma parte de la represión del Estado y la justicia no es real, no lo podemos apoyar en esos términos. Hay gente que cede a esa coacción moral, como los comunes, nosotros no vamos a ceder.

P.- Cuando Colau se hace la foto con los familiares, ¿intenta ocultar su fracaso de gestión a la hora, por ejemplo, de pactar los presupuestos del ayuntamiento?

R.- Son especialistas en construir grandes cortinas de humo. El debate que tenemos hoy en Barcelona es sobre la vivienda. Cuando una ciudad tiene una alcaldesa que ganó haciendo bandera del derecho a la vivienda, saneada económicamente, experimenta esta subida de los precios de alquiler con lista de espera de más de 50.000 familias y el triste balance de haber construido 180 pisos sociales, cualquier cortina de humo viene bien.

P.- ¿Qué parte de responsabilidad es suya, como integrantes hasta hace poco del equipo de gobierno?

R.- Dijimos desde el principio que no se podían parar los proyectos que había en marcha. Entramos con el gobierno ya en marcha -estuvimos 18 meses- y con algunas decisiones que creíamos erróneas. La moratoria de hoteles fue un error y parar toda la construcción de pisos sociales fue otro; si no lo hubieran parado ahora estaríamos entorno a 800 o 900 pisos que venían de etapas anteriores. El parón del primer año, por prejuicios, ha lastrado todo el mandato.

P.- Manteros, narcopisos… ¿Barcelona tiene un problema de seguridad y orden público?

R.- Más que Barcelona, la alcaldesa tiene un problema de confianza en su Guardia Urbana. La relación siempre ha sido tensa, de desconfianza, y eso provoca desmotivación en la policía local. Estos tema se han abordado más desde los prejuicios que con voluntad de erradicar esos problemas. En el caso de los manteros es sintomático que hayamos tenido el subsuelo de Plaza Cataluña ocupado y justo cuanto llega el MWC entra la guardia urbana y lo despeja. Es bastante triste, demuestra que lo podías solucionar antes y que lo estás haciendo de cara a la galería porque vienen visitantes extranjeros. Al final estas tolerando una forma de explotación laboral. Y hay que ser muy claro, en una ciudad hay que cumplir las normas y todo el mundo tiene que competir pagando impuestos.

En el Raval se ha puesto el acento en la mediación por una cuestión de complejos, cuando garantizar la seguridad pública es de izquierdas"

P.- El Raval es otro avispero.

R.-. En el Raval se ha puesto el acento en la mediación por una cuestión de complejos, y el problema que tenemos es de seguridad pública. Garantizar la seguridad pública es de izquierdas, porque al final los que peor sufren las consecuencias de la inseguridad son la gente con menos recursos. Ahí es donde tienen que estar la Guardia Urbana y los Mossos. En el Raval ha acabado pasando algo muy preocupante, el clima de inseguridad y falta de apoyo del gobierno local nos retrotrae a la etapa preolímpica.

P.- ¿Barcelona está muriendo de éxito con el turismo?

R.- Deberíamos decidir qué tipo de turista queremos y por tanto qué tipo de promoción hacemos y qué ofrecemos desde Barcelona. Eso se ha hecho históricamente con el sector privado y alineando toda la oferta para atraer a ese turismo. Efectivamente en la etapa Trias se desbordó, sobre todo por los pisos turísticos, hubo una tolerancia mal entendida por la crisis económica, hubo barra libre y eso se nos volvió en contra. Barcelona no tiene un problema de número de turistas sino de cómo se gestiona y sobre todo de cómo promocionamos el turismo que queremos.

El equipo de Colau lleva una muy mala relación con los sectores privados en general, no han entendido que Barcelona se hace en equipo con la ciudad"

P.- ¿El equipo de Colau está en guerra con el Consorcio de Turismo?

R.- El equipo de Colau lleva una muy mala relación con los sectores privados en general, no han entendido que Barcelona se hace en equipo con la ciudad. El plan de hoteles, la Barcelona olímpica, la recuperación del litoral se ha hecho con la ciudad, los empresarios, las entidades, la cultura, no contra. Uno de los consorcios que son ejemplo de la colaboración público privada es el consorcio de turismo y ahí se ha producido un enfrentamiento.

P.- En el último barómetro del Ayuntamiento el PSC sube pero no recupera las cuotas de poder de otros tiempos ¿por qué?

R.- Tuvimos una subida importante, en intención de directa somos los que más subimos. La polarización del debate independentista nos ha afectado mucho, el PSC ha sufrido una crisis como partido muy grave, pero hay muchos síntomas de recuperación. Ha sido bueno que la gente nos haya vuelto a ver en acción, nuestro paso por el gobierno ha sido útil para eso.

P.- El mandato de Colau se está caracterizando por la falta de acuerdos pero tampoco ha sido posible tejer pactos al margen de los Comunes. ¿Hay salida a la fragmentación en el Ayuntamiento?

R.- Barcelona se tiene que gobernar en equipo y eso significa llegar a acuerdos con la oposición, y eso se ha hecho incluso cuando el PSC tenía mayoría. En el momento en que más acuerdos se necesitan en Cataluña y en Barcelona ha sido cuando no los ha habido. Es un síntoma de una forma de gobernar.

P.- ¿Eso es imputable sólo al equipo de Colau?

R.- Todos han hecho esfuerzos de llegar a acuerdos. Nosotros hicimos un pacto de gobierno. Es más, en la investidura ERC y PSC le dimos un voto de confianza a la alcaldesa sin acuerdo de investidura. Colau ha malgastado esa confianza.

P.- ¿Prevé alianzas alterativas en el próximo mandato?

R.- Tiene que haberlas. No va a haber un grupo que gane por mayoría, el gobierno sí o sí se tendrá que hacer con acuerdos, no sé si estables o variables.

P.- ¿Por qué Colau no sufre el desgaste de sus errores de gestión?

R.- No estoy de acuerdo. Ni en el momento mas dulce del mandato hay una subida de apoyo a los comunes, a pesar de que cuando eres alcalde tienes un plus. Colau polariza mucho la opinión en la ciudad, tiene partidarios fervientes pero cada vez más gente está muy en contra de cómo ha hecho las cosas.

Los sindicatos de clase se apuntaron al derecho a decidir aunque la gran mayoría de afiliados no son independentistas, ahora han virado"

P.- Viene del ámbito sindical, ¿le decepcionó el modo en que los grandes sindicatos catalanes se sumaron al discurso independentista?

R.- En los sindicatos hay un debate interno muy intenso. Los sindicatos de clase no son independentistas, pero es verdad que se apuntaron al derecho a decidir como se apuntaron muchas organizaciones en Cataluña. Ese discurso ha ido virando y se ha hecho más clara una opción no independentista. Es clarísimo que la gran mayoría de los afiliados no son independentistas.

P.- Pero sus dirigentes aparecían en primera fila de las convocatorias independentistas

R.- Es verdad que en la fase más soft del derecho a decidir, cuando nos acusaban de no ser demócratas, sí estuvieron. No lo comparto, fue su decisión, pero creo que se han ido dando cuenta de que aquello que parecía bienintencionado ha derivado en la vía unilateral y esta sí la han rechazado de forma clara.