Carles Puigdemont no estaba en Finlandia. Tampoco en Bélgica, pero allí trataba de llegar. Huía en coche desde el viernes y ha sido detenido este domingo por la policía alemana cuando cruzaba en coche desde Dinamarca. Su abogado ha confirmado que se encuentra en comisaría y que su defensa jurídica "está activada".

Puigdemont huyó de Finlandia para esquivar la legislación penal finlandesa, que castiga los intentos de separación de una parte del Estado con hasta diez años de cárcel si media violencia o amenaza de ella, como sostiente el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena. En Bélgica, donde ya se enfrentó al inicio de un proceso de extradición, estos supuestos no aparecen claramente en su legislación, por lo que la doble tipificación del delito y la entrega a España son más complicadas.

Para esquivar la euroorden, Puigdemont viajaba en coche, con la esperanza de cruzar las fronteras de la Unión Europea sin ser detenido. La policía alemana, sin embargo, le ha detectado en un control y ha comenzado el proceso. Y es Alemania el país que tendrá que llevarlo a cabo, según confirman fuentes judiciales.

El peor lugar posible

Puigdemont ha caído en la peor casilla posible. Alemania castiga con bastante más dureza que Bélgica y Finlandia los delitos por los que el Tribunal Supremo ha procesado al ex presidente catalán. Lo hace con más dureza incluso que España.

Los artículos 81, 82 y 83 del Código Penal alemán, que encabezan el Título II del texto, pintan un panorama negro para el futuro de Puigdemont 'en el exilio'. Prevén penas incluso de por vida en los casos más graves.

El Código Penal alemán castiga con prisión de por vida los delitos de alta traición y con hasta diez años la conspiración para cometerlos

"Quien intente con violencia o por medio de amenaza con violencia perjudicar la existencia de la República Federal de Alemania, o cambiar el orden constitucional en que se basa en la Constitución de la República Federal de
Alemania, será castigado con pena privativa de la libertad de por vida o con pena privativa de la libertad no inferior a 10 años", dice el artículo 81, referido a los delitos de Alta traición contra la Federación. Recoge también que en supuestos "menos graves" las penas serán de uno a diez años, igual que en Finlandia.

El artículo 82 prevé esa misma pena, de uno a diez años, para quien intente con violencia o la amenaza de ella "incorporar el territorio de un Estado total o parcialmente a otro Estado de la República Federal de Alemania o separar una parte de un Estado", o "cambiar el orden constitucional que se basa en la Constitución de un Estado".

'Conspiración para la rebelión'

Pero hay otro artículo igual de preocupante para el futuro político de Carles Puigdemont y que no requiere siquiera de la puesta en marcha del plan de secesión. El artículo 83 del CP alemán se refiere a la "preparación de una operación de alta traición", y es completamente equiparable al tipo de "conspiración para la rebelión" al que abrió la puerta el magistrado Llarena durante la instrucción.

Este delito también acarrea penas en Alemania de entre uno y diez años de prisión, o cinco en casos menos graves. Y se aplica a "quien prepara una determinada operación de alta traición contra la Federación" o contra un Estado de ella.

En cualquier caso, se produzca finalmente su extradición a España o no, Carles Puigdemont tendrá que pasar un tiempo lejos de su casa de Waterloo, desde la que organiza el autodenominado 'Espacio Libre de Bruselas' con el que pretende hacer funcionar una especie de 'gobierno en el exilio'. Como en la mayoría de países, en Alemania el proceso de extradición puede alargarse hasta tres meses, agotando todos los plazos y recursos.