Los sindicatos catalanes se han convertido en los últimos años en uno de los socios más fieles del independentismo en Cataluña. Una alianza que se fraguó oficialmente con el Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, al que se sumaron los comunes de Colau, esa primera plataforma creada desde el Govern de Carles Puigdemont para sumar apoyos a su exigencia de un referéndum de independencia, y que ha provocado una fuerte división y enormes críticas a los dos grandes sindicatos de ámbito nacional, UGT y CC.OO.

En el caso del primero, su postura ha llevado además al definitivo divorcio del PSC, su teórico partido de referencia. Su actual secretario general, Camil Ros, un hombre de ERC, ha forzado la fidelidad sindical al procés con mano firme pese a las críticas de su presidente, el histórico Matías Carnero, y una sangría de afiliados que en algunos momentos ha llegado a contar los mil semanales.

La UGT catalana es hoy por hoy un sindicato mucho más próximo a Esquerra y la ex Convergencia que al socialismo catalán. La operación lanzada en los años 90 por el ahora secretario general de UGT, Pepe Álvarez, para integrar al independentismo en su sindicato y evitar así la creación de sindicatos independentistas a imagen del vasco LAB, explica esa transformación.

La consecuencia de esa política es que, hoy por hoy, la UGT de Cataluña se ha convertido en la principal puerta de entrada y salida de altos cargos de la Generalitat en las carteras sociales. Una puerta giratoria que ha girado como una turbina en los meses posteriores a la declaración de independencia y la aplicación del 155.

Sindicalistas de Convergencia

Miguel Angel Escobar es el ejemplo paradigmático de la simbiosis entre el sindicato y los gobiernos de Carles Puigdemont y Artur Mas, esquema que ahora se repite en el ejecutivo de Torra. Como miembro de la cúpula de UGT se integró en 2015 en las listas de CDC al Senado y un año después fue nombrado delegado de la Generalitat en Barcelona.

La aplicación del 155 supuso su cese, junto al resto de altos cargos de confianza de la Generalitat. Pero en poco tiempo consiguió dos contratos de UGT con sus empresas de comunicación, BRI Estrategias de Comunicació y Artacho&Escobar, uno de ellos con AMIC -la asociación de ayuda a los inmigrantes de UGT de Cataluña-, y el segundo para promocionar las elecciones en la federación de Servicios Públicos de ámbito nacional.

Esta semana, el Consell Executiu lo ha recuperado en su primera reunión de trabajo para nombrarlo secretario de Administraciones Locales y de Relaciones con Aran, un departamento que Elsa Artadi ha incorporado a la consejería de Presidencia para asumir la relación con los ayuntamientos y corporaciones locales.

Otro estandarte de la ex convergencia en UGT es su secretario de administración, Josep Maria Violant, que combina esta condición con la de histórico militante de CDC y uno de los integrantes del embrión del que acabó surgiendo la Assemblea Nacional de Catalunya. Escobar, Violant y Frederic Monell, secretario de Organización de la Federación de Servicios Públicos de UGT, forman el núcleo duro de la ex convergencia en el sindicato, con relación directa y fluida con la ex vicepresidenta Neus Munté -también formada en el sindicato- y Jordi Turull.

La UGT de Esquerra

Pero también Esquerra tiene su foco de poder en UGT liderado por el propio Camil Ros. La ex consejera de Trabajo Dolors Bassa pertenecía al sindicato, del que también salió su sucesor. Chakir El Homrani fue ex líder de la agrupación juvenil Avalot y en la anterior legislatura ya entró en las listas de JxSi a propuesta de ERC.

Dentro de la actual cúpula sindical, sin embargo, la más firme defensora de los postulados independentistas ha sido Laura Pelay, hasta esta semana portavoz de la dirección de UGT Cataluña, que ahora pasará a integrarse en el nuevo Govern como número dos del Departamento de Salut, bajo mando de la republicana Alba Vergés.

Pelay había sonado como candidata a la consejería que finalmente ocupa El Homrani, lo que provocó fuertes discusiones en el seno de sindicato, tras haber forzado la presencia de Camil Ros en la última manifestación independentista, el pasado marzo, y el apoyo de la organización al "frente democrático" que intenta construir el presidente del Parlament, Roger Torrent, con apoyo de CatEC.

Matías Carnero, señalado por Arran

La cooptación de la cúpula sindical por dirigentes ligados a PDeCat y ERC y su posicionamiento claramente a favor del proceso independentista ha provocado fuertes tensiones de la UGT de Cataluña, que esta semana se han hecho más evidentes con la participación de su presidente, Matías Carnero, en un acto de Sociedad Civil Catalana.

Tras meses intentando contener el descontento interno, Carnero dio un paso adelante participando en la conferencia La clase trabajadora ante el proceso separatista, que le ha valido el ataque furibundo de Arran, la organización juvenil de la CUP. Formado en el sindicalismo desde SEAT, Carnero pertenece a la antigua élite sindical, es el líder indiscutible de la poderosa Federación del Metal y no comulga con el filo independentismo de una parte de la dirección actual del sindicato.