El ex jefe militar de ETA, Garikoitz Azpiazu, alias ‘Txeroki’, ha sido condenado por la Audiencia Nacional a 18 años de prisión por el envío de un paquete-bomba a la delegada de Antena 3 en Euskadi, Marisa Guerrero el 17 de enero de 2002. El ex dirigente de ETA, que acumula ya condenas por casi 400 años de prisión, era el tercero de los integrantes del denominado ‘comando Olaia’ al que la Justicia sitúa como responsable del envío de ese paquete-bomba y de otros dos dirigidos al director de Radio Nacional de España en Euskadi, Santiago Silván, y el periodista del Grupo Correo, Enrique Ybarra, todos ellos aquella misma mañana. Los otros dos integrantes del comando, Asier Arzalluz e Idoia Mendizabal ya habían sido condenados por estos hechos.

La condena impuesta a ‘Txeroki’ se acerca a los 20 años que había reclamado el Fiscal de este caso, Carlos García Berro. Pese a que Azpiazu se desmarcó de la acusación y se negó a declarar ante el tribunal, -“no tengo nada que decir”, aseguró- tras señalar que sólo declararía ante un tribunal vasco, en la sentencia se da por probada su participación en los hechos.

'Txeroki' es el tercero de los miembros del comando condenado por estos hechos. Aquella mañana ETA envió tres paquetes-bomba a periodistas

En este proceso se juzgó el envío del paquete-bomba con una carga de 230 gramos de dinamita a la vivienda de Marisa Guerrero en la localidad vizcaína de Leioa. En la residencia de la periodista fue su madre la que recibió el envío, simulado con un remite falso de la Patronal vasca de empresarios, Confebask. En el momento de la entrega en la vivienda se encontraban su hermana y dos de sus sobrinos, tal y como Guerrero relató durante el juicio. Poco antes, otro compañero de profesión, Santiago Silván había recibido otro paquete similar en su casa en Getxo, una entrega que levantó sus sospechas por lo que alertó a la Ertzaintza. El aviso permitió localizar los otros dos envíos y evitar que estallaran. Unos meses antes, otro paquete-bomba había dejado graves secuelas al periodista Gorka Landaburu.

'Comando Olaia'

En la vista celebrada el pasado 2 de julio, cuya sentencia se ha conocido hoy, también declaró por videoconferencia Gorka Martínez, un miembro de ETA condenado por intentar hasta en cinco ocasiones asesinar al ex consejero de interior del Gobierno Vasco y presidente del Parlamento Vasco, Juan María Atutxa. En una declaración de 2003, Martínez situó a ‘Txeroki’ como integrante del ‘comando Olaia’. En cambio, en este proceso en la Audiencia Nacional, al ser preguntado por si se ratificaba en aquella declaración, Martínez lo negó y aseguró que lo que entonces aseguró lo hizo bajo torturas.

Diversos informes de la Ertzaintza relacionaron al ‘comando Olaia’ con estos hechos. La localización de un piso donde se habría refugiado el comando, y en especial de una máquina de escribir con la que se habría escrito cartas remitidas a la dirección de ETA informando de los mismos, son una de las pruebas de la acusación que se han presentado contra ‘Txeroki’.

Marisa Guerrero declaró ante la Audiencia Nacional que aquel intento de atentado cambió su vida y dejó secuelas graves en su familia

La que fuera delegada de Antena 3 en Euskadi aseguró durante la vista que desde el día del intento de atentado su vida fue un infierno que no cesó hasta que ETA anunció el cese de su actividad armada en octubre de 2011. “Mi vida dio un vuelco brutal, fue una pesadilla”. Guerrero relató que cuando descubres “que alguien te quiere matar es una sorpresa mayúscula. Soy vasca y periodista, que defiende la democracia, y descubrir que alguien te pone una diana…”.

Relató que tras lo sucedido su madre cayó en una profunda depresión de la que no se recuperó hasta que falleció en 2008. Subrayó que tanto ella como su hermana también padecieron secuelas psicológicas y requirieron tratamiento. En el caso de su hermana el impacto de pensar que su hija de tres años pudo “saltar por los aires” le afecto de un modo muy importante. Guerrero se reafirmó en que siempre ha tenido claro que “nadie me iba a callar y nadie me iba a echar de mi tierra. Había que resistir”.