Sociedad Civil Catalana se apuntó ayer un éxito del que muchos dudaban horas antes de la manifestación. Una convocatoria 24 horas después de que ANC y Ómnium desplegaran todo su potencial en el centro de Barcelona, a la puertas de una campaña electoral, obligando a los partidos políticos a quedarse en segunda fila y excluyendo a Vox. Sin olvidar la inestimable ayuda de los CDR y PicnicxRepubica con sus cortes de carreteras.

Pero el centro de la capital catalana se llenó con un clamor unánime: "Barcelona no se quema". Dos semanas de violencia en las calles de Barcelona justificaban la convocatoria, y las elecciones del 10N convertían la cita en ineludible para los partidos constitucionalistas. El PP, que ha dado apoyo sin aspavientos desde siempre a SCC -su actual presidente, Fernando Sánchez Costa, fue diputado popular en el Parlament- no tenía dudas sobre su presencia tras incentivar la convocatoria.

Tampoco había dudas desde Cs, aunque el partido de Albert Rivera ha desatado este verano una cruenta guerra contra la actual dirección de la entidad constitucionalista por su proximidad a los postulados del PSC y su apuesta por tender puentes de diálogo con los sectores más posibilistas del indenpendentismo.

Ayer, sin embargo, el partido naranja desembarcó en Paseo de Gracia con su plana mayor y su despliegue de corazones con la rojigualda y la senyera para intentar recuperar su papel de partido central del constitucionalismo en Cataluña, aunque no llegaron a conseguir su objetivo.

Incomodidad socialista

Más notoria fue, si cabe, la incomodidad de los socialistas en la cita convocada por SCC. Para el PSOE se trataba de una incómoda foto junto a PP y Cs a las puertas de la campaña. Y para el PSC, alienarse de nuevo en una política de bloques que en Cataluña siempre ha favorecido más a Cs, o en su momento al PP, que a los socialistas.

Pero el partido que aspira a seguir gobernando en la Moncloa no podía borrarse de la respuesta constitucionalista al brote de violencia en Cataluña, y el PSOE estuvo bien representado finalmente, con dos ministros fundamentales en el discurso sobre Cataluña: el titular de Exteriores y portavoz eventual de SCC en 2017, Josep Borrell, y el secretario general del partido, José Luis Ábalos, además de los presidentes de las Cortes y candidatos por Barcelona, Meritxell Batet y Manuel Cruz.

Todos participaron en la marcha y Borrell hizo declaraciones a su inicio para dejar constancia de su presencia. Pero al escenario preparado para los parlamentos finales de la manifestación sólo llegó el secretario de la Mesa del Parlament David Pérez, interlocutor habitual de SCC en el PSC.

Ni Ábalos, ni Borrell, ni Iceta ni Batet oyeron la advertencia de Sánchez Costa: "no seremos moneda de cambio de los pactos con las élites nacionalistas". Un aviso dirigido a PP y PSOE, por sus pactos históricos con CiU, y en el caso de los socialistas también con ERC, con el que SCC se alinea en este punto con Cs.

En el PP catalán lo reconocen: "nos tenemos que hacer perdonar que somos los que pactamos con el PP", especialmente el histórico pacto del Majestic entre José María Aznar y Jordi Pujol, que supuso entre otras cosas la cesión de la cesta de impuestos autonómicos y la competencia de seguridad a los Mossos d'Esquadra. Pero también saben que Cataluña es hoy por hoy uno de los flancos débiles del PSOE.

Que diga donde está, si en las calles de Barcelona con los constitucionalistas o pactando con los independentistas" reclama Casado al PSOE

Por eso Casado aprovechó ayer su presencia en Barcelona para reclamar a Sánchez que aclare si "cierra la puerta" a pactar con JxCat y ERC. "Sería bueno que dijera dónde está: si está en las calles de Barcelona hoy, con los constitucionalistas", o manteniendo acuerdos con independentistas, advirtió pese a considerar muy positivo que acudan a la movilización todos los partidos constitucionalistas.

En términos parecidos se expresó Rivera, quien apuntó que "no se puede gobernar con Quim Torra, no se puede gobernar con Otegi ni con los que queman las calles. Hay que buscar soluciones de futuro que unan a los españoles".

En el PSOE, y el PSC, saben que uno de sus puntos flacos en esta campaña es la presunción de proximidad con los independentistas. Por eso su asistencia a la manifestación de ayer era inexcusable. Aunque previamente hubieran maniobrado hasta la saciedad para evitar que se convocara.

Tras la concentración, Pedro Sánchez hacía bandera del constitucionalismo en La Coruña criticando las propuestas de sus rivales para Cataluña, lo mismo que su número dos, Carmen Calvo, hacía en Mallorca. "Si este es el apoyo que nos quieren dar mejor que no nos lo den. Si Rajoy fue una fábrica de hacer independentistas en Cataluña, estos tres son una factoría", advertía ayer el candidato del PSOE.

Rivera "soluciona cualquier problema" con el 155; Casado hizo "algo peor" al decir que una legislación penitenciaria como la de Cataluña "es propia de narcoestados o de dictaduras"; y Abacal "les gana a todos" al pedir el Estado de Excepción para arreglar el problema.

Por ello, ha destacado que Carles Puigdemont y Quim Torra "se frotan las manos con estos tres al frente del Gobierno". "El independentismo dice que ellos son Cataluña, pero afortunadamente es mucho más grande. La ultraderecha dice que España es suya y sólo suya, pero afortunadamente España es mucho más grande", ha sentenciado.