El juez José Luis Calama de la Audiencia Nacional ha dictado este lunes el auto de conclusión de la investigación de los atentados terroristas del 17 y 18 de agosto de 2017 en la Rambla de Barcelona y Cambrils, donde murieron 16 personas y resultaron más de 140.

El instructor de la Audiencia Nacional considera que "de las actuaciones sumariales aparecen méritos bastantes para reputar responsables criminalmente de los mismos a Mohamed Houli Chemlal, Driss Oukabir y Said Ben Iazza, procesados en octubre de 2018 y en prisión preventiva desde que fueron detenidos tras los atentados.

El juez Fernando Andreu, anterior titular del Juzgado Central de Instrucción número 4, consideró que los procesados forman parte de un grupo radicalizado cuyo objetivo era "llevar a cabo atentados contra los considerados 'sus enemigos', es decir, el mundo occidental".

Amigos desde la niñez

En dicho auto, explicó que los tres, junto con los otros siete presuntos terroristas que fueron abatidos en las localidades de Cambrils, Alcanar y Subirats, constituyeron un grupo terrorista desde 2015. Eran jóvenes de origen marroquí, residentes en la localidad gerundense de Ripoll y bajo la dirección espiritual del imán Abdelbaki Es Satty se conjuraron, según relata el juez, "para realizar uno o varios atentados de grandes dimensiones, mediante el uso de artefactos explosivos, a fin de coadyuvar a la estrategia terrorista de la organización terrorista DAESH". Se conocían desde niños y poco a poco fueron conformando un grupo estructurado en el que el imán, también fallecido en las explosiones de Alcanar, les adoctrinaría en el yihadismo radical.

El auto describió toda la evolución llevada a cabo por el grupo desde 2015 hasta 2017, cuando unos tres meses antes de la explosión en el inmueble de Alcanar y de los atentados de Barcelona y Cambrils, se convirtieron en un grupo cerrado, que ya comenzó adquirir material y a fabricar explosivos "al cual prácticamente ya nadie más tuvo acceso, y les alejó de las personas ( incluso de los familiares) que les rodeaban ante esta nueva etapa que iniciaban. La vida de cada uno de ellos pasó a desarrollarse exclusivamente junto a la de sus compañeros de grupo, compartiendo vivienda, comidas, viajes y por ende, participando en la fabricación de los explosivos o bien colaborando en la planificación de los atentados".

Sagrada familia y Torre Eiffel

Dentro de esa progresiva radicalización, Andreu relató en su auto que ya en 2016, un día indeterminado del Ramadán, dos de los terroristas fallecidos dijeron a los demás miembros del grupo que querían derrumbar con explosivos la Sagrada Familia de Barcelona. Todos los presentes, según detalla el auto "aceptarían dicha propuesta impulsada por el extremismo religioso implantado por el imam Abdelbaki Es Satty".

Al referirse a uno de los procesados, Mohamed Houli Chemlal, único superviviente en la explosión de la casa de Alcanar, el magistrado recordó el vídeo que apareció entre los escombros de la vivienda, grabado por él mismo y en el que se veía a varios miembros de la célula fabricando los explosivos y anunciando un próximo atentado, así como numerosas fotografías "en lugares susceptibles de ser objetivos de atentados (Port Aventura, Salou), Plaza Cataluña (Barcelona), la Torre Eiffel (París), Toulose (Francia) Torre Agbar (Barcelona), estadios de fútbol Santiago Bernabeu (Madrid) y Camp Nou (Barcelona) o el Museo Thyssen (Madrid)".

Sus móviles, claves

La investigación contra los presuntos autores de los atentados mortales se fundamentó en estudios de los especialistas en explosivos de la Guardia Civil. Éstos concluyeron que "tal cantidad de material para la confección de explosivos y de tal potencia destructiva, de llegar a ser utilizado para atentar en lugares o monumentos con gran afluencia de público, como sería el objetivo de la célula terrorista investigada, hubiera provocado unos daños de enormes dimensiones".

Los teléfonos móviles utilizados por los tres procesados también fueron determinantes para vincularles a los terroristas fallecidos y a los lugares investigados. Así, en el caso del procesado por colaborar con el grupo, Said Ben Iazza, el juez recordó que los teléfonos le sitúan en la vivienda de Alcanar y por un tiempo suficiente como para no ser ajeno a la actividad de los miembros de la célula que estaban fabricando una gran cantidad de material explosivo, con precursores adquiridos usando su identidad y transportados en el vehículo prestado por Ben Iazza.