Política

Inmigración 'vasca': menos paro que en Extremadura, 900 euros y algo de ahorro

La mejora económica de los últimos años permite a la población inmigrante en Euskadi vivir de su trabajo, reducir la demanda de ayudas sociales y asentarse socialmente.

Una pareja descansa en un banco en la playa de La Concha, en San Sebastián, este lunes.

Una pareja descansa en un banco en la playa de La Concha, en San Sebastián, este lunes. EFE

Viven en la mayoría de los casos de su trabajo, logran ahorrar dinero pese a los salarios ajustados que perciben y la demanda de ayudas sociales que suponían ha caído de modo sustancial. En algunos lugares incluso padecen una tasa de paro muy inferior a la de determinadas comunidades autónomas de nuestro país. Hoy ser inmigrante no supone necesariamente atravesar una situación de exclusión ni marginación, ni en lo social, ni en lo laboral. Pese a que los casos persisten, la mejora de la economía también ha repercutido a este colectivo cada vez más numeroso y asentado. Lo ha hecho especialmente en las regiones con una mejor situación económica y una mejor estructura de atención social como es Euskadi, donde el desempleo apenas es del 9%.

Una encuesta con más de 4.700 entrevistas a ciudadanos inmigrantes asentados en el País Vasco ha permitido concluir que su nivel de paro ha caído de modo notable en los últimos ocho años hasta situarse actualmente en el 15% de su población activa residente. Un porcentaje que refleja índices muy inferiores al desempleo que hoy padecen comunidades autónomas como Extremadura, con un 23% de desempleo, Andalucía, con un 30%, o Canarias, con cerca de un 19%.

Si bien la situación varía de modo sustancial en función del origen de los inmigrantes, de media la estabilidad laboral y económica de la población inmigrante asentada en alguna de las tres provincias vascas ha mejorado en los últimos años. A finales de 2018 este colectivo, que en Euskadi abarca a una población de 211.000 personas (el 9,7% de la población), reconocía unos ingresos por persona de 902 euros mensuales de media. Una cantidad que en los últimos cuatro años se ha incrementado de manera importante, un 13%. En 2014 los ingresos medios se situaban en los 795 euros al mes.

La mejora también ha facilitado la estabilidad económica en la mayoría de los casos. Los inmigrantes que residen en Euskadi afirman que de esos 902 euros de media que ganan con su trabajo logran vivir razonablemente bien en la mayoría de los casos y ahorrar casi cien euros. La media de gastos per cápita mensuales es de 819 euros.  

La situación abarca una amplia horquilla de realidades en función de la procedencia. Los inmigrantes con mayores ingresos son los llegados desde algún país de la Unión Europeo, con unos ingresos mensuales medios de 1.351 euros. Tras ellos se sitúan los inmigrantes de países como Argentina, Chile o Uruguay, con 1.248 euros al mes de ingreso medio. Rumanía, Brasil, Venezuela o República Dominicana integrarían el bloque de inmigrantes ‘mileuristas’. La peor situación, como en la mayor parte de los indicadores, se encuentra entre los inmigrantes procedentes de África. En el caso de los llegados del Magreb los ingresos no alcanzan ni los 620 euros al mes por persona y los 643 para el resto del continente.

El 17%: "Más bien pobre"

Lo que permanece casi inalterable es el mapa laboral que emplea a los inmigrantes. El servicio doméstico continúa siendo el principal sector de empleabilidad, absorbiendo a uno de cada cinco inmigrantes. Tras el se sitúa la hostelería, con el 18% y el comercio, con un 9%. Por el contrario, sectores como la agricultura y la pesca pierden peso y recuperar la contratación de mano de obra inmigrante la construcción y la industria.

A pesar de que persisten situaciones económicas de gran dificultad, éstas han descendido de modo sustancial en los últimos años. En el año 2014 cerca de un tercio de los inmigrantes residentes en el País Vasco se consideraba “pobre” o “más bien pobre”. Cuatro años después ese porcentaje ha caído hasta el 17% y un tercio de la población afirma vivir una situación “confortable o próspera”. Pese a todo, algo más de la mitad se tiene que conformar con tener que ajustar a la situación en cada momento.

Uno de los casos más llamativos es el de la población china. En su caso, el desempleo no existe. Las redes familiares y comunitarias que tradicionalmente constituye este colectivo les permiten gozar de una mejor situación, si bien al mismo tiempo dificulta su integración. Al ser preguntados por las dificultades para hacer frente a necesidades básicas a lo largo de los próximos seis meses ninguno de los inmigrantes chinos prevé tenerlas. Una seguridad que queda muy lejos en el caso de los procedentes de África, de los que el 36% considera que sí atravesará alguna dificultad para afrontar necesidades básicas en el próximo medio año.

La mejora económica también se refleja en la caída de las peticiones de ayuda sociales. Así, la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) está lejos de ser el principal ingreso de la inmigración. Actualmente apenas el 7,5% del total la reclama (12.500 personas), la mitad de lo que lo hacía en 2014. El colectivo que más la demanda es el de los ciudadanos africanos, casi uno de cada dos solicita la RGI. Otra de las prestaciones, la relativa a la ayuda por ingreso en guardería o comedor figura como la más solicitada.

Más integrados

La última fotografía de la población inmigrante muestra una estabilización de la situación, en especial en determinadas nacionalidades. Una realidad que se constata con el crecimiento de la población menor de 16 años y la mayor de 45. Las cada vez mayores regularizaciones administrativas mejoran de forma paralela. Hoy más de un tercio de los inmigrantes en Euskadi tiene la nacionalidad española, en su mayor parte, cerca de la mitad, se trata de ciudadanos de origen latinoamericano pero crece la población africana nacionalizada que representa ya casi un tercio de total. El resto también cuenta con una situación regular y se estima que apenas un 5% del total de inmigrantes se encuentra en una situación administrativa irregular.

Por último, la integración social también mejora de manera significativa. Casi nueve de cada diez inmigrantes afirma no tener problemas de integración. Quienes revelan dificultades para hacerlo son en su mayoría de origen chino o africano. En el primer caso el 40% de los chinos no se siente integrado por el 34% de los inmigrantes de origen africano.

Uno de los indicadores que muestra cómo esta siendo ese cada vez mayor asentamiento en la sociedad vasca es el referido al ocio y la relación con otras nacionalidades o con la población local. Los chinos son los que menos relación con la ciudadanía de acogida buscan, un 26% asegura que no la busca. Sin embargo, son los que más ocio disfrutan, lo hacen con la familia y con otros inmigrantes según reconoce casi el 70% de la población china.

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