Inseguro o proporcionado, disciplinado o frío, necesario o prescindible. Estos son algunos de los adjetivos que muchos ciudadanos de España han utilizado para calificar las ya numerosas y variadas intervenciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde que comenzara esta trágica crisis sanitaria. Si bien se esperaban como agua de mayo unas palabras por parte del ejecutivo antes del 8-M para conocer la decisión acerca de la celebración de dicha manifestación, fue a los cinco días, cuando los casos de contagio se multiplicaban, que el político tuvo que dar la cara y comunicar al país lo que estaba ocurriendo.
A raíz de dicha comparecencia, las demás vinieron una detrás de otra ya que la situación no mas lejos de mejorar, empeoraba por momentos. El contexto invitaba al deseo de información y ansia de declaraciones, lo que convirtió a la televisión en una gran oportunidad para Sánchez de acercarse a la población, tomar el mando del problema y demostrar sus virtudes como líder en momentos de real necesidad. Dicha expectación provocó unos índices de audiencia históricos para este medio de comunicación, lo que traducido en personas, serían millones de espectadores pendientes de un solo ser humano, Pedro Sánchez.
Sin embargo, a pesar de que no siempre llueve a gusto de todos, las críticas a sus intervenciones no tardaban en llegar. Mientras que algunos justificaban que se trataba de una crisis sin precedentes difícil de gestionar, otros arremetían echando en falta la figura de un líder. La oposición, aunque no ha querido entrar en disputas políticas, alegando que ahora más que nunca se debe afrontar el problema mediante la unión, han lanzado en las redes opiniones varias sobre las diferentes apariciones.
Desde un Santiago Abascal que lanzaba dardos envenenados: “Sigue sin hacer autocrítica, sin reconocer que nos ocultaron datos claves, sigue siendo responsable, por muchas horas que aparezca en las televisiones”, a la indignación de la presidenta de la Comunidad de Madrid: “Sánchez no ha dicho ni propuesto absolutamente nada que no se esté haciendo en Madrid. Así que no acepto que la señale como la apestada en su mitin televisivo”.
Más allá de sus ‘rivales’ de profesión, los usuarios de las redes han transmitido diferentes quejas. Una de las más repetidas radica en la frialdad, lejanía y falta de contenido en su discurso. Respecto a esto, el especialista en comunicación corporativa, política e institucional, Luis Arroyo asegura que “es víctima de una cierta dureza en la expresión, que sugiere frialdad o superficialidad. Le cuesta mucho romper esa barrera, pero eso es algo que se tiene o no se tiene”.
Sin embargo, a pesar de esa parte ‘negativa’ de su carácter intrínseco, Arroyo opina que el presidente está “muy bien asesorado” y que en términos generales, está llevando a cabo una comunicación “muy adecuada”: “Desde el momento en el que se produce realmente la crisis, es decir, su primer discurso cuando se fija el estado de alarma, ha hecho una comunicación muy de manual: llamada a la unidad, información constante y patriotismo para la superación del desafío”, opina.
Sánchez es disciplinado, no da titulares indeseados, y no mete la pata.
Luis Arroyo, experto en comunicación política
Es esto precisamente lo que puede llevar a confusión. En ocasiones se ha requerido por su parte una mayor calidez o cercanía en lugar de tanta ‘perfección’ en sus palabras. A esto el experto encuentra una respuesta, de nuevo en su personalidad metódica: “Sánchez es disciplinado, no da titulares indeseados y no mete la pata. Tiene un buen equipo escribiendo y tiene oficio”, destaca acerca del político.
Reconoce en cualquier caso que durante estas semanas "echo en falta más naturalidad y franqueza” por su parte, aunque es consciente de que “tiene otras virtudes”. En cuanto a la falta de liderazgo que se le ha acusado tras sus apariciones en las que se le ha podido notar cierto nerviosismo y falta de seguridad, Luis Arroyo cree firmemente en que este “transmite la seguridad que requiere el momento” y para comprenderlo pide que se le compare su forma y contenido “con los disparates de Trump, de Johnson, de Peña Nieto o Bolsonaro”.
Echo en falta más naturalidad y franqueza”
De la misma forma, en momentos tan críticos que requieren una gran transparencia, franqueza y solidez por parte del Gobierno, la decisión de que el presidente responda solo a algunas preguntas seleccionadas por su gabinete de comunicación de las que ha tenido constancia previamente y se ha podido preparar, no ha sentado del todo bien a los medios, y ha llegado a ser calificado de “censura”. Respecto a esto Arroyo piensa que “se puede mejorar, sin duda, con una sesión en streaming real con los medios acreditados allí” porque “no les costaría nada hacerlo así”, pero que en estos momentos: “Sospecho que la mayor parte de la población en este momento no está pensando en eso”, finaliza.
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