Veinte duros le dio Raphael, el cantante, a Cándida Villar para que viera su película. Tanta hambre tenía que se los gastó en un bocadillo. Eso contó ella, hace unos años, durante la promoción de otra película, Amor de madre, con Carmen Machi. Mentira o no, a Cándida, todavía viva (94 los que hará en enero), se le conoció durante muchos años por su impagable labor como humilde crítica de cine junto al dúo Gomaespuma.

Otro contar es si el oyente de M80 Radio y Onda Cero, o tiempo después el espectador de La 2 y Canal+, se fiaba de su criterio. Cada reseña de Cándida, flanqueada por los periodistas Guillermo Fesser y Juan Luis Cano, era una obra –de arte– en sí misma. Un sketch desternillante. "Qué recuerdos de cuando era vieja. Ahora soy joven", soltó durante un tributo a su persona/personaje. Ya antes de que Cándida irrumpiera en las ondas, Guillermo y Juan Luis habían hecho el serial radiofónico Cándida y su señora. Sin querer ya habían plantado una semilla. ¿Quién diantres era Cándida?

Cándida Villar y Guillermo Fesser, en Nueva York

Se reían con ella, aunque por momentos diera la sensación de que se reían de ella. Porque de la reivindicación del 'diferente' a la burla hay un paso. "Juan Luis es un granujilla. ¡Me hacía la vida imposible! Menos mal que Guillermo sacaba la cara por mí. Me acuerdo mucho de los dos", contó ella hace diez años durante uno de sus muchos reencuentros, convertidos en monográficos.

¿Quién se reía de quién? Porque Cándida se reía hasta de su sombra. La primera película que vio con Guillermo –así lo contaba ella– fue 'La vaga y el vagabundo' en un cine de la Gran Vía de Madrid. Nacida en Martos, Jaén, Cándida recaló en San Blas, barrio humilde madrileño, tras salir de la cárcel (se quedó embarazada del señorito, casado y con vástagos) y comprometerse con el primer hombre –violento, alcohólico– que se lo propuso. Ocho hijos parió. Dos murieron. Cuenta Cándida que nació bajo un Olivo a las cuatro de la mañana...

Es la primera crítica cinematográfica que le gustaba las mismas películas que a la gente

Guillermo Fesser

La gracia siempre estuvo en su manera zigzagueante de contar las películas, de contar su propia vida, y en la interacción guasona con Gomaespuma. ¿Había sexo? ¿Era gramática? Lo que sí había era cariño, pues ella había trabajado como asistenta para la familia de Guillermo Fesser tras pedir limosna a su madre en la calle. Nació una estrella cuando empezó a limpiar en casa de Guillermo. El dúo recurrió a ella para grabar anuncios y hacer entrevistas en la radio. Era Cándida, sin saberlo nadie, precursora de Carmina Barrios y Julita Salmerón.

"Nosotros creíamos que la hacíamos un favor sacándola de ponerse de rodillas y fregar, y el favor nos lo hizo ella a nosotros", admitió Guillermo Fesser. "Es la primera crítica cinematográfica que le gustaba las mismas películas que a la gente. A ella le gustaba Superman", resumió medio en broma, medio en serio. Lo primero que vio Cándida para Gomaespuma fue Titanic, que llegó a España el 7 de enero de 1997. Pero si tuviera que quedarse con un filme sería El abuelo (1998) de José Luis Garci. O Volver (2006), "con Pérez López Cruz", o sea Penélope Cruz.

Cándida acompañaba a Gomaespuma allá por donde realizaran el programa y era una fuente inagotable de anécdotas, al borde de la verosimilitud, como aquella vez que fue a una zapatería a por cola para pegarse la dentadura. No es de extrañar que los hermanos Fesser, Guillermo y Javier (el cineasta de la familia), escribieran El milagro de P. Tinto (1998). Aquel guion fue su primera, pero no última colaboración; años después adaptaron al cine La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003).

Fue en 2006 cuando Guillermo se independizó y dirigió su primera película, Cándida, un homenaje a su protagonista "y a todas las mujeres que se han olvidado de su propia vida para que sus hijos sepan lo que es la esperanza". Era la adaptación al cine de su libro Cuando dios aprieta, ahoga pero bien (1999). "Cuando tenía 4 años, mi padre se marchó a la revolución y no dejó aviso de regreso", recuerda Cándida en Cándida. A los 6 años se puso a trabajar y hasta los 16 estuvo en un convento.

Si Juan Luis Cano solía apretar las tuercas a Cándida, Guillermo Fesser añadía seriedad y contexto: "La Transición la hicieron los españoles y, sobre todo, las mujeres españolas con un sacrificio enorme. Estas mujeres iban en el metro desde por la mañana pronto y volvían por la noche tarde, y siempre te sonreían y nunca se quejaban de nada".