Llega, por fin, Ena a su país tras su pase en Portugal y Finlandia. Qué paradoja... Una serie española producida por nuestra televisión pública, sobre los monarcas españoles que acabaron exiliados tras la proclamación de la Segunda República, se ha visto antes fuera que dentro de nuestras fronteras. No es elegante. La titular de esta ficción basada en hechos reales es la reina consorte Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII, bisabuelo de Felipe VI. Una vez se estrene Ena este lunes noche en La 1, el público que acuda a la cita –la promoción arrancó en agosto– no debe tener en cuenta las condiciones en que rodaron hace 2 años los 6 episodios, ni tampoco la tardanza de su lanzamiento en RTVE. Digamos que esperábamos Ena como agua de mayo, aunque estemos a las puertas del invierno.

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A favor y en contra de 'Ena' en RTVE

El primer episodio, que supera ligeramente la hora de duración, es una buena carta de presentación. Dividir la acción en dos (la génesis del matrimonio y la génesis del atentado) hace menos fluida la narración, pero el humor y la banda sonora desengrasan. Tras 65 minutos, la serie deja con ganas de más. ¿Qué calamidades sufrirá la protagonista Victoria Eugenia?

Ena tiene como base la novela de Pilar Eyre y a los mandos está Javier Olivares. Él fundó, junto a su hermano Pablo, El ministerio del tiempo y participó en la primera temporada de Isabel. Olivares, que también firma 33 días junto a Carles Porta y Jordi Calafí para Atresplayer, es creador, guionista y productor ejecutivo de Ena. Él, en principio, tiene la última palabra. Y aquí se rodea de sus más allegados, con quienes escribió El ministerio del tiempo y Malaka: los guionistas Daniel Corpas, Pablo Lara e Isa Sánchez.

Ena no es, comprensiblemente, una serie de autor, como sí lo son Superestar de Nacho Vigalondo o Yakarta de Diego San José. Sí hay fugas de autoría, empezando por no idealizar a la Corona (Alfonso XIII; de tal palo, tal astilla), ni hacer pasar por amor a primera vista lo que fue un matrimonio concertado. He ahí la actitud de María Cristina (Elvira Mínguez) tras el atentado anarquista a los recién casados Alfonso XIII (Joan Amargós) y Victoria Eugenia (Kimberley Tell). La viuda de Alfonso XII insta a su hijo y a su esposa, ensangrentados y magullados, salir al balcón del Palacio Real. El pueblo está esperándolos. "Tienes que empezar a trabajar", dice María Cristina a su nuera.

En ese instante empieza el viaje de esta –nuestra– heroína, atrapada en un laberinto, tal y como evidencia el final de este primer capítulo. Es una pena que la versión que llegue de Ena este lunes noche a La 1 sea doblada. Sí han respetado algún diálogo en catalán, pero no así las escenas en inglés; al fin y al cabo, Victoria Eugenia no hablaba español cuando el jovencísimo rey de España puso sus ojos en ella (anglicana, encima). Habrá la opción en RTVE Play de ver Ena en versión original –español, inglés, francés, catalán– con subtítulos en español.

Ni un 'pero' al elenco. Da gusto ver interactuar y 'conspirar' a Luisa Gavasa y Pedro Mari Sánchez (vean su película reciente Alguien que cuide de mí). O a Juan Gea como el conde de Romanones. Es de agradecer que los diálogos, aunque didácticos (quién es quién), resulten naturales. Hay preciosos detalles como la manera en que Victoria Eugenia, tras el enlace y desde el carruaje, saluda a los viandantes. Más artificial resulta que nadie fume.

La dejación de funciones de RTVE

Por qué ha tardado tanto la Corporación en sacar Ena del cajón no es una pregunta de única respuesta. Puede que su aplazamiento se debiera a coincidir con otras series de época para la casa, Las abogadas y Asuntos internos. Su base: la emancipación –profesional, personal– de la mujer durante la Transición. Lo cierto es que, a excepción de los seriales de época, la televisión en abierto no se ha preocupado por mimar al público que ve series a una hora y un día concretos. Ahí ha habido una dejación de funciones por parte de RTVE.

¿Qué series está preparando la Corporación de cara a 2026? ¿Qué plan acometerá RTVE para que Netflix no termine de comerle la tostada? ¿Seguirá cediendo sus ficciones en primicia a Prime Video, como sucedió meses atrás con el thriller sobre ETA La frontera? ¿Por qué no atrae al talento como sí hace en el infoentretenimiento o el talent show? Quizás habría que dejar de vender las series de producción propia a las plataformas, de infinito catálogo engullidor. O firmar acuerdos de coproducción menos abusivos.

He ahí el matrimonio entre la televisión pública catalana y HBO con títulos –Pubertat, In vitro– que abordan tabúes y preocupaciones reales. La violencia sexual en la población más joven, la maternidad cada vez más tardía, el descenso de la natalidad... No es entendible que las mejores series recientes de nuestra televisión pública –Dieciocho, Esto no es Suecia, Ser o no ser– se hayan visto tan poco.

Cabe también preguntarse por qué RTVE sí produce una serie sobre la monarquía –la política, la sociedad– española ambientada a principios del siglo veinte, pero no se atreve con la línea sucesoria. Deberemos conformarnos con las migajas, o sea, el diálogo de nuestro pasado con nuestro presente, nuestros reyes y nuestro país.

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