La pequeña pedanía zamorana de Ribadelago mantiene muy presente en su memoria el 9 de enero de 1959 y aunque ya han pasado 61 años de aquella fatídica fecha no olvida la tragedia que esa madrugada acabó con la vida de sus 144 vecinos al romperse una presa y anegar el pueblo.

Los vecinos de este pueblo situado a orillas del Lago de Sanabria han recordado este jueves a los fallecidos en aquel suceso con una misa y las flores depositadas junto al monumento erigido en recuerdo de las víctimas, con el nombre de las 144 personas que fallecieron esa madrugada.

La presa de Vega de Tera se había inaugurado un año y medio antes pero fue con su primer llenado el 9 de enero de 1959 cuando se constataron los problemas estructurales de una deficiente construcción y la presa se rompió.

Eso hizo que ocho millones de metros cúbicos de agua bajaran en pocos minutos por el cañón del río Tera y arrasaran las frágiles casas de la época, lo que causó la muerte de más de una cuarta parte de la población que entonces tenía Ribadelago.

Desde aquella fecha, no hay año que pase en el que los vecinos de este pueblo que ahora apenas tiene un centenar de habitantes no tengan un sentido pesar el 9 de enero al recordar la tragedia que acabó con la vida de familias enteras.

La catástrofe constituyó un punto negro en la España de los pantanos y el desarrollismo del régimen franquista y la reconstrucción del pueblo se hizo con casas en las que ya no cabía el ganado, el principal medio de vida de Ribadelago hasta entonces.

A aumentar la desazón de los vecinos por lo ocurrido ha contribuido el hecho de que apenas se exigiesen responsabilidades por la tragedia, ya que por la deficiente construcción de la presa únicamente fueron condenadas dos personas a las que después indultaron.

Además, las indemnizaciones recibidas por los vecinos fueron exiguas y discriminatorias: 90.000 pesetas por cada hombre fallecido, 80.000 por cada mujer y 25.000 por cada niño.