Rogelia Blanco, una usuaria de la residencia de ancianos San Bartolomeu de Xove, en La Mariña lucense, fue dada por muerta el miércoles 13 de enero. Pero todo se debió a un error de identificación, dado que este sábado por la mañana, día 24 de enero, la mujer a la que habían dado por fallecida volvió a su centro de origen tras haber recibido el alta de Covid-19.

"Un error de identificación" llevó a que comunicasen su fallecimiento, cuando en realidad había muerto otra usuaria con la que compartía habitación, Concepción Arias. El incidente ocurrió en el geriátrico Os Gozos de Pereiro de Aguiar (Orense), donde la Fundación San Rosendo -gestiona ambos centros- dispone de una planta para atender a usuarios de residencias diagnosticados de Covid-19. Hasta allí se desplazó el pasado 29 de diciembre a un total de 11 ancianos con coronavirus desde la residencia de Xove, entre ellos Rogelia y Concepción.

Maximino Arias, el familiar más directo de la fallecida, ha narrado para La Voz de Galicia cómo vivió él lo sucedido: "A mí me llamaron ese día por la mañana para decirme que mi hermana iba a ser trasladada de nuevo a Xove, ya curada. Viajé ese mismo día para verla, aunque tenía dos costillas rotas, porque había resbalado en la nieve. Al llegar allí me dieron la noticia: que mi hermana había muerto hacía diez días".

La dirección de la residencia le trasladó que "lamentaban mucho el error y que ahora tenía que actuar el juzgado y dar permiso para el traslado del cadáver". Uno de sus sobrinos, Modesto Ben, no daba crédito a lo sucedido: "Ahora los juzgados tienen que arreglar esto, sea el de Orense o el otro el de Viveiro, no lo sé".

A raíz de este suceso, la Fundación San Rosendo lamenta «profundamente el desafortunado incidente» e informa de que, tras conocer el error, «procedió inmediatamente a informar a las familias» y a enviar un escrito a los juzgados de Orense y Viveiro para advertir de los hechos e iniciar los trámites para «repararlos».

El entierro se celebró al día siguiente, pero los protocolos de la pandemia obligaron a que el ataúd permaneciese cerrado, por lo que la familia no pudo darse cuenta del error, según informan a Europa Press fuentes municipales. Por otro lado, los familiares de Rogelia Blanco se llevaron una gran alegría, especialmente su marido, Ramón, que vive con ella en la misma residencia.

La entidad asegura que «ha reforzado las medidas de control y seguimiento de los usuarios que se trasladen de una residencia a otra», mientras que «ha incorporado una identificación más visual» cuando las personas son desplazadas.