Once de la mañana. Y 31 grados en Benidorm que, sin duda, parecen muchos más. Por la calle sólo se ven bañadores, toallas, colchonetas y sombrillas. Todos se dirigen hacia la playa. Bueno, no todos. En la zona guiri las pisadas se encaminan a los bares. Aunque hoy tienen excusa: es la final del Mundial femenino de fútbol. Inglaterra contra España.

A medida que uno de acerca a esa zona, y casi de manera imperceptible, los letreros de los bares pasan a estar escritos sólo en inglés. Y lo mismo sucede con el idioma, porque el español deja de escucharse. En su lugar, comienzan a aparecer gigantescos hoteles y muchos bares. La espectacularidad y el cutrerío se entrelazan de manera perfecta. Un tipo vestido como Ali G te invita a pasar a su local, donde se ve un toro mecánico tapado con una manta hasta, seguramente, esa misma noche. No, gracias.

Pero ya que estamos allí, queremos jarana. "Tienes que ir al Hotel Marina", asegura una simpática comerciante. Y añade: "Allí es donde más se lía, es el que sale siempre por la tele. Lo reconocerás porque en la entrada tiene cuatro figuras a tamaño real de Los Beatles". (¿Recuerdan lo del cutrerío?). Pero dicho y hecho, vamos para allá.

El sitio lo tiene todo, desde luego. Hay una piscina atestada de gente, con música a todo volumen y bailarinas realizando una especie de estriptis pero adaptado a todos los públicos, si es que eso existe. En medio, una gigantesca pantalla, visible desde casi cualquier punto y que tiene sintonizada, por supuesto, la BBC para ver el partido. Y a su alrededor, en un segundo nivel ubicado por encima de la piscina, un bar con decenas de mesas (muchas de ellas vacías) y con varias pantallas más.

Allí, como más tarde me confirmaría un camarero (como si hiciera falta), "el 90% de la gente son ingleses". Algunos llevan camisetas, por supuesto, muy cutres. "Good girls go to heaven. Bad girls go to Benidorm". (Aunque damos fe de que ese modelo en concreto no era de los peores que se vendían por la zona). Otros beben un extraño líquido de color verde que sólo Dios puede saber que será. Pero la mayoría comparten algo: van con poca ropa y están muy quemados, literalmente hablando. Por su parte, los camareros no hablan español, pero lo compensan llamándote "amigo" muchas veces.

Eso sí, el ambiente fue muy tranquilo durante los 90 minutos. Los ingleses no cantaron el himno antes de que comenzara el partido ni entonaron un sólo cántico a medida que éste avanzaba. Y aunque sí se alteraban con cada acercamiento peligroso de su selección, nada por encima de lo normal. Hasta que llegó el gol de Olga Carmona y se hizo el silencio.

Al descanso los ánimos eran dispares. "Yo sigo confiando en la remontada. Vamos a ganar 2-1, porque somos geniales" comentaba Alysson, que hacía muchos aspavientos con cada oportunidad inglesa desperdiciada. Según explica, ha venido a pasar unos días a nuestro país desde Plymouth acompañada de una amiga que ha estado más de 50 veces en Benidorm. "Yo veo todos los partidos. Pero en Inglaterra hay muchos hombres que no ven fútbol femenino, y muchas mujeres que tampoco, lo cual es sorprendente", afirma.

En cambio Lucy, que portaba una camiseta de la defensa Millie Bright a la espalda, no lo veía tan claro. "España está jugando muy bien", aseguraba esta inglesa de Leeds, que lleva 22 años viviendo en nuestro país pero admite que sólo habla "un poquito" de español. "El fútbol femenino ha crecido mucho en los últimos años, aunque creo que en Inglaterra más que en España. Pero lo que ha hecho aquí el Barça ha ayudado mucho", añadió.

"Aquí viene mucho borracho"

"Los ingleses han seguido este Mundial bastante. Y hoy la verdad es que hay muy buen ambiente", explicaban un par de camareros de lugar. Y lo cierto es que poco a poco todos los huecos libres que había en las mesas al principio del partido se fueron llenando. "Hay veces que sí que la lían bastante. Viene mucho borracho por aquí", comentaban.

Entre el público también había algunos con el corazón partido. Fue el caso de Michelle, que se paseaba por la zona con una gorra y una camiseta de España y una bandera de Inglaterra. Y es que aunque nació en Birmingham, se crio en Benidorm, donde lleva ya 40 años. "El seguimiento que ha tenido el Mundial femenino ha sido muy bueno. Pero estoy un poco decepcionada con la prensa española, porque no le han dado tanta cobertura como la inglesa", afirmó.

También había hueco para algún infiltrado. Porque en medio del griterío inglés una pareja llamaba la atención. Ella, por sus ojos azules que gritaban que no era de aquí. Y él por su camiseta: la segunda equipación que la selección española masculina llevó al Mundial de Brasil de 2014. Eran casi los únicos que parecían contentos. "Somos irlandeses. No queremos que gane Inglaterra", explicaron entre risas.

Lo cierto es que los minutos pasaban y el marcador no se movía. Y aunque los ingleses celebraron el penalti fallado por Jenni Hermoso como una victoria, en realidad no lo era. "Esta vez tampoco va a ser", comentaba a diez minutos del final una resignada aficionada británica que llevaba puesta una camiseta donde podía leerse "It's coming home". El título de una canción publicada en 1996 para apoyar a la selección masculina de Inglaterra, que se ha convertido ya en un lema para su afición.

Después de un tiempo añadido eterno, llegó el momento. El árbitro pitó el final, España entera estalló... y la zona guiri de Benidorm se vino abajo. Pero por poco tiempo, porque al fin y al cabo, Benidorm sigue siendo Benidorm. En el bar comenzó a sonar a tope Man! I Feel Like A Woman! y al minuto todos los que no se habían marchado aún ya la estaban cantando. A veces las cosas no son tan difíciles.

"Ha sido apasionante. Ha estado muy igualado, pero creo que España ha tenido más ocasiones que Inglaterra", comentaron Kiko y Elena, dos de los pocos españoles que decidieron ver la final en territorio british. "Hemos venido aquí de vacaciones, y estamos en el hotel rodeados de ingleses. Pero ha ido todo muy bien con ellos. Simplemente se montan su fiesta y sin problemas", concluyeron.