Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Lorca, Buero Vallejo, Jardiel Poncela... Son nombres que nos han acompañado en los años de estudiante. Obligados o por placer hemos leído sus obras y, aunque sólo sea por eso, somos capaces de reconocer muchos de su personajes. El comendador, Numancia, el alcalde de Zalamea, Bernarda Alba y Eloísa forman parte de nuestra historia. El teatro es la experiencia artística viva por antonomasia. La conexión con el público, el estado sublime inmediato que se genera en cada representación teatral siempre será la experiencia máxima que puedas vivir. No hay nada más fascinante. El buen teatro habla de la identidad, de la verdad, refleja en un espejo la realidad en que vivimos. El teatro es algo vivo que no se acaba en los libros de texto. Hoy, 27 de marzo, se celebra el Día Mundial del Teatro y queremos recordar que hay vida más allá de los libros de texto. Faltan muchos, seguro, pero aquí están algunos de los dramaturgos imprescindibles que no estudiamos en el colegio.

Antonio Álamo

Antonio Álamo (Córdoba, 1965). Estamos ante uno de los firmes valores del teatro en nuestro país. Álamo es de esos autores que apuntan alto. Desde sus inicios ha luchado por encontrar un estilo propio y este esfuerzo ha sido recompensado con el Marqués de Bradomín por La oreja izquierda de Van Gogh. Autor de comedias brillantes, ha escrito una docena de piezas teatrales desde 1991, entre las que destacan la trilogía formada por Los borrachos (1993), Los enfermos y Yo Satán.

Antonio Álamo pertenece a la dramaturgia del milenio, a una generación teatral heredera de las vanguardias, de Samuel Beckett o de Fernando Arrabal. Le gusta definirse como un escritor de ficción que trabaja con personajes más que con ideas. Confiesa que se siente más a gusto en la escritura, pero no rehuye la dirección.

Acaba de estrenar en los Teatros del Canal su versión de El pintor de batallas, una obra basada en la novela original de Arturo Pérez-Reverte, protagonizada por Alberto Jiménez y Jordi Rebellón. Todavía están a tiempo. La historia promete. El propio Pérez Reverte ha declarado que: “Es la primera vez que aplaude la adaptación de un texto mío sin fisuras".

Juan Mayorga

Juan Mayorga (Madrid, 1965). Es licenciado en Matemáticas y doctor en Filosofía, faceta que que se respira en sus textos. Autor de numerosas obras teatrales, como la dolorosa Himmelweg que acaba de pasar por las salas del Teatro Fernán Gómez, La tortuga de Darwin, Cartas de amor a Stalin, El chico de la última fila, La paz perpetua o Animales nocturnos, muchas han sido traducidas a una treintena de idiomas. Su dramaturgia es profunda, comprometida y metódica.

Fue Premio Nacional de Teatro en 2007, Premio Nacional de Literatura Dramática en 2013 por la obra La lengua en pedazos y Premio Europeo del Teatro en 2016. Ha dirigido dos de las obras que ha escrito: La lengua en pedazos y Reikiavick.

El cartógrafo, su último trabajo, se despidió de las tablas de las Naves del Matadero el pasado 26 de febrero. Otra vez la gran guerra, de nuevo el holocausto como centro de una nostálgica historia. En la Varsovia de hoy, una mujer escucha la leyenda del cartógrafo del gueto judío, alguien que se empeñó, mientras todo moría a su alrededor, en dibujar el mapa de aquel mundo en peligro. Pero como sus piernas ya no lo sostenían, como él no podía buscar los datos que necesitaba, era una niña la que salía a buscarlos. De esa premisa parte la obra protagonizada por Blanca Portillo y José Luis García-Pérez que anda de bolos por la geografía española.

Luisa Cunillé

Luisa Cunillé (Badalona 1961). Su pasión por el teatro se despertó con su participación en los seminarios-taller de dramaturgia impartidos por José Sanchís Sinisterra en la Sala Beckett de Barcelona. La alumna aventajada sedujo al maestro con la cantidad de obras que llevaba escritas sin un exhaustivo conocimiento del medio. Desde que en 1992 ganara el Premio Calderón de la Barca con Rodeo, su obra dramática ha ido creciendo con un acento muy personal. Escritora compulsiva, desde entonces hasta hoy ha visto muchas de sus obras representadas en escena.

Tímida y reservada, sus personajes se caracterizan por tener una vida interior rica, con múltiples sensibilidades. Su escritura recuerda a las obras de Pinter o Beckett, pero su personalidad huidiza se acerca más al escurridizo Salinger. Sus obras basculan entre el realismo y el absurdo, con cierto ornamento poético, incluso humorístico.

  • Premio Nacional de Literatura Dramática en 2010 por Aquel aire infinito, además de ésta, sus obras imprescindibles son Barcelona y Mapa de sombras.

Sergi Belbel

Sergi Belbel (Tarrasa, 1963). Es uno de los autores contemporáneos más destacados de la escena española, sus obras han sido traducidas a una veintena de idiomas. Se licenció en Filología Románica y Francesa por la Universidad Autónoma de Barcelona, donde ha sido profesor de arte dramático y fundador de su Aula de Teatro. Inició su carrera como escritor teatral con la obra Calidoscopios y faros de hoy. Ese día las aulas perdieron un gran profesor y las tablas ganaron un excelente autor. Belbel es otro de los alumnos aventajados de Sanchís Sinisterra sostiene que conocer al maestro le cambió la vida, porque lo que hasta entonces era un hobby se convirtió en su modo de vida. "Pertenezco a una cultura extraña (la catalana), que nunca ha tenido una consideración de Estado. Mis personajes no tienen nombre, en mis obras no se citan ciudades, todo está en un terreno ambiguo", sostiene. Para Belbel el teatro no es una mera plataforma para la diversión y distracción, sino el lugar de la paradoja, de la provocación de las emociones innatas.

  • Premio Nacional de Literatura Dramática en 1996 por Morir, otras obras imprescindibles son: Después de la lluvia y A la Toscana.

Laia Ripoll

Laia Ripoll (Madrid 1964). El teatro le corre por las venas. Hija de la actriz Concha cuetos y del director Manuel Ripoll estaba destinada a vivir de la escena. Licenciada por la RESAD y titulada en Pedagogía Teatral se dejó cautivar el mundo de la escena siendo muy joven. A comienzos de la década de los años 90 fundó la compañía Micomicón, agrupación especializada desde sus orígenes en la puesta en escena de obras pertenecientes al acervo clásico español. Al frente de Micomicón, Laila Ripoll ha estrenado algunas versiones espléndidas del mejor teatro de Lope de Vega, como La dama bobaEl acero de Madrid y El bastardo Mudarra, así como una brillante adaptación de Los cabellos de Absalón, de Pedro Calderón de la Barca. Laia Ripoll ha estrenado obras en el Centro dramático Nacional, en la Compañía Nacional de Teatro Clásico y en el Festival Clásico de Mérida.

Irrumpió en la literatura dramática con La obra sitiada con la que obtuvo el primer premio del certamen literario de Caja España en 1996. En 2005 estrenó en Madrid la obra Los niños perdidos, que ella misma escribió y dirigió, protagonizada por cuatro niños encerrados en un desván. La obra pretende honrar a los miles de huérfanos republicanos que al término de la Guerra Civil fueron ingresados en los hogares de la Obra Nacional de Auxilio Social.

  • Premio Nacional de Literatura Dramática en 2015, sus obras imprescindibles son El triángulo azul, Atra Bilis y Los niños perdidos.

Félix Estaire

Félix Estaire (Madrid 1976). Estudió interpretación con José Pedro Carrión y Javier García Yagüe, entre otros. Ha trabajado como actor en compañías como Cuarta Pared, Producciones [IN]constantes, incluso con la Royal Shakespeare Company. La actuación y la docencia se le quedaron pequeñas y se empeñó en dar un paso más. Se matriculó en Dirección de Escena y Dramaturgia en la RESAD de Madrid, hizo un Máster de Teatro y Artes Escénicas en la Universidad Complutense de Madrid, se doctoró y dejó que el veneno de la pluma le convirtiera en dramaturgo. Félix Estaire confiesa que su escritura es muy difícil de definir puesto que fluctúa entre personajes complejos en los que confluyen pasiones, su teatro reivindica el espíritu de la lucha y rezuma las pasiones de los mitos heredados de los griegos.

Ha estrenado 11 textos propios, como Rapsodia para un hombre alto en el Centro Dramático Nacional y 6 adaptaciones entre las que destaca Danzad Malditos que obtuvo el Premio Max al Mejor Espectáculo Revelación en 2015 y que arrasó en las Naves del Matadero.

Obras imprescindibles: Cruz y ficción de María Bonita, Trilogía del deporte y El antidisturbios.

Angélica Liddell

Angélica Liddell (Madrid 1966) es licenciada en Psicología y Arte Dramático. En 1993 fundó la compañía Atra Bilis Teatro que le sirvió para poner en escena sus propios textos, con ellos se inició en la dirección, la escenografía y la interpretación. Torbellino de la creación, su producción dramática ha alcanzado gran complejidad y calidad creativa. No contenta con el teatro, Angélica Liddell ha flirteado también con otros géneros literarios, como la narrativa y la poesía, además se ha deslizado hacia el universo de las performance y las instalaciones.

Confiesa que se lo debe todo al Festival de Aviñón. En 2010, estrenó La casa de la fuerza, una obra que dura cinco horas y media y que cosechó una ovación de más de 10 minutos. Desde entonces, los franceses la han adoptado como su “gran descubrimiento”, producen sus obras y cada vez que estrena allí se agotan las entradas. “Aviñón me cambió la vida”, confiesa.

Autora incombustible, muchas de sus obras se han estrenado en España y en países como Alemania, Brasil, Francia o Chile. También han sido traducidas al portugués, alemán y francés. La crítica ha calificado su teatro como “vanguardista y político, lleno de sentido”. Sus producciones se caracterizan por la crítica social, un expresionismo desgarrador, la pureza y la búsqueda del significado a través del dolor y la subversión. Ha ganado numerosos premios, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura Dramática en 2012 por la obra La casa de la fuerza.

  • Obras imprescindibles: Además de La casa de la fuerza, Y los peces salieron a combatir contra los hombres.

Jordi Galcerán

Jordi Galcerán (Barcelona, 1964). Estudió Filología Catalana en la Universidad de Barcelona. Trabajó en el Departamento de Educación de la Generalidad de Cataluña, pronto comenzó a escribir obras de teatro que siempre han sido recibidas con éxito. Autor del Método Grönholm, Galcerán puede presumir de ser el primer dramaturgo que se ha atrevido a hacer comedia con un tema tan delicado como el fin de ETA. Su Burundanga, el final de una banda es de esas obras que se asientan en la cartelera y se eternizan. Jordi Galcerán ha regalado muy buenos momentos al teatro español. Su pluma es delicada, intrigante y segura. Es probablemente el único autor español que vive de los ingresos que sus obras generan en taquilla. Galcerán no ha dejado de hipnotizar al gran público con sus comedias, capaces de arrancar la carcajada incluso en tramas como el de Burundanga que abordan graves conflictos sociales.