Fueron dos hombres de origen austriaco los que a mediados de los cuarenta decidieron abrir las puertas de una pequeña galería en Londres. Frank Lloyd y Harry Fisher (en 1948 se uniría a ellos David Somerset) consiguieron en pocos años albergar exposiciones de Degas, de Gericault, de Renoir o de Monet. Tardaron menos de una década en mirar de frente en un sector que andaba cabizbajo y en 1959 se convirtieron en los primeros en presentar una exposición de impresionistas alemanes. Después llegaron Oskar Kokoschka, Henry Moore, Victor Pasmore, Francis Bacon, Nueva York, un puñetazo y Madrid.

Entre los tres llevaron el nombre de Marlborough a lo más alto dentro del mundo del arte. Al poco tiempo, viendo el éxito de su galería en Londres, que se había convertido en una de más grandes del mundo, abrieron una sede en Nueva York. Lo hicieron en 1964 y contrataron a un joven Pierre Levai como marchante de arte. Uno de los días, mientras se exponía la obra de Bacon, el artista entró borracho y le propinó un puñetazo en la cara. Había malinterpretado un gesto de ayuda de Levai.

Fue la última muestra de Bacon, que murió mientras se preparaba, en 1992

"Desde ese momento nos hicimos inseparables", aseguraba el ahora director de la Marlborough en Nueva York en una entrevista a La Voz de Galicia. Su relación fue tan buena que cuando abrieron su sede en Madrid presentaron una exposición del pintor británico con gran parte de sus obras originadas entre 1981 a 1991. Fue la última muestra de Bacon, o la última en la que pudo intervenir, porque murió mientras esta se estaba preparando, en 1992.

Tras la apertura empezaron a llenar sus paredes artistas tan reconocibles como Paula Rego, Avigdor Arikha, Magdalena Abakanowicz o Ronald Kitaj y, sobre todo, pintores nacionales. "Cuando se inauguró hubo un interés masivo por el arte contemporáneo en España, porque hasta la Transición era un tema que ni existía, algunos pintores eran totalmente ignorados", asegura Francisco Calvo Serraller, comisario de Ayer y hoy. El laberinto del tiempo, la exposición con la que celebran su 25 aniversario en Madrid y que reúne a un nutrido grupo de grandes artistas españoles que han desfilado por la galería.

Desde Alberto Corazón hasta Luis Gordillo, pasando por Martín Chirino, Antonio López o Blanca Muñoz. La intención es narrar una evolución, un cambio en el estilo, y para eso han cogido de cada uno de estos artistas una obra antigua y una nueva: "Se puede ver la exposición como una miniretrospectiva del arte español desde la guerra hasta hoy", asegura Calvo Serraller en una entrevista que concedió a EFE.

"Hemos querido mostrar al público lo menos conocido, lo que había pasado desapercibido durante muchos años", añade. Y para poder hacerlo con precisión han elegido a 24 artistas y han dividido la muestra en dos para tener capacidad de mostrar todas las obras. La primera parte comenzó este 6 de abril y cerrará sus puertas el 20 de mayo, con Fontela, Francos, Lacalle o Leiro. Y la segunda podrá ser visitada del 25 de mayo al 9 de septiembre, con Gordillo, Rodríguez Caballero o Armesto, entre otros.

Creadores de siete décadas distintas, de Antonio López a Juan Genovés

"Hay que señalar el valor histórico representativo que implica no solo la reunión de creadores pertenecientes a siete décadas diferentes, la mayoría de los cuales han tenido un rango heráldico", alega. Se refiere, por ejemplo, a Chirino y su pertenecía al grupo El Paso; Antonio López y el Realismo madrileño; Juan Genovés y Manolo Valdés y el Pop-Art; o Luis Gordillo y la pintura figurativa. "Se trata de una especie de retrospectiva pero no es tal. La idea de mostrar lo primero y lo último de un creador nunca se ha hecho y de ahí el valor".

La intención, al final, es mostrar la relevancia que esta galería ha tenido en Madrid durante las últimas décadas y hacerlo a través del arte español. Enseñar al visitante cómo ha evolucionado a lo largo de los años adquiriendo una importancia muy relevante en el panorama internacional.