Es la reflexión más viva. No se plasma en lienzos, ni esculturas. Tampoco en instalaciones inertes. La de Bill Viola ha evolucionado a través del vídeo como soporte de expresión convertido en obra de arte. El videoarte como canal para profundizar en aspectos complejos como la noción del tiempo, la razón de nuestra existencia o en torno al lugar del hombre en el mundo. Viola lo ha hecho desde finales de los años 70 y lo sigue haciendo hoy bien a través de instalaciones y murales monumentales en los que la luz y la imagen permiten sumergirse en meditaciones trascendentales o mediante obras en los que el vídeo abre la puerta al espectador para adentrarse en la reflexión profunda en torno a la vida o el ciclo nacimiento-muerte-renacimiento.

El Museo Guggenheim de Bilbao inaugura este 30 de junio, y hasta el 9 de noviembre, la mayor retrospectiva jamás exhibida de este artista neoyorkino nacido en 1952 y que comenzó a experimentar con el vídeo hace más de cuatro décadas. Lo hizo cuando era un joven estudiante de la Universidad de Siracusa donde se formó en las artes experimentales de la mano de Jack Nelson y el curator de videoarte, David Ross tuvo la oportunidad de trabajar como ayudante de algunos de los iconos más importantes del ‘Media Arte’ de los años 70 ,como Peter Campus y Nam June Paik en el Everson Museum of Art.

Viola emplea al 'videoarte' para reflexionar en torno a la vida, la muerte, el misticismo, la poesía o la filosofías

La exposición Bill Viola: retrospectiva de la pinacoteca bilbaina es un repaso por algunos de los trabajos más significativos de toda su trayectoria. A lo largo de la muestra se constata su interés por el misticismo, la poesía y la filosofías orientales y de occidente, temáticas que centran sus indagaciones artísticas.

'Videoarte' de 'alta definición'

Viola exprime las posibilidades técnicas del vídeo como vía de manifestación. Arranca con sus primeros trabajos y cintas monocanales como Cuatro canciones, de 1976, o El estanque reflectante, caracterizadas por una apuesta poética para explorar en temáticas como el tiempo y su deconstrucción, la existencia humana o el lugar de la humanidad en el mundo. Años más tarde, Viola evolucionó junto a quien es su mujer, Kira Pasov, en la realización de videoarte ideado pensado para ser exhibido en televisión. El reto es capturar paisajes e imágenes para mostrar lo que la percepción humana apenas logra capturar.

El Museo Guggenheim repasa su obra en la muestra que inaugura mañana 'Bill Viola: retrospectiva' y que se mantendrá hasta el 9 de septiembre

La obra de Bill Viola no ha dejado de evolucionar. En los años 90 su obra se dirige hacia grandes instalaciones capaces de ocupar salas completas con el fin de sumergir al espectador en un mundo de imágenes y sonido que le hagan pensar. Es el periodo en el que a las imágenes y la luz también le comienza a incorporar elementos físicos.

La llegada de la alta definición, con el 4K como máxima expresión, al mundo audiovisual agranda las opciones artísticas. Supone un nuevo cambio en su trabajo. Una de sus obras más conocidas, Las pasiones, simboliza bien no sólo las inquietudes del artista sino las nuevas posibilidades que los avances visuales le permiten. En ellas la posibilidad y definición técnica de la que ahora dispone le permite trabajar las emociones como nunca antes y mostrarlas a cámara lenta. También exponer el paso del tiempo o la sucesión de las generaciones. Todas ellas se convierten en temáticas de trabajos visibles en obras como Rendición, La habitación de Catalina y Cuatro Manos. En sus trabajos mas recientes Viola recurre a nuevos elementos como el agua.