En el hall del museo una gigantesca valquiria hecha para la ocasión intenta adaptarse a las formas imposibles del edificio de Frank Ghery. Se llama Egeria y su inmensidad encaja casi a la perfección con el sorprendente baile de formas del Guggenheim. Su autora, la artista portuguesa Joana Vasconcelos (1971), la ideó en su mente primero y en su taller lisboeta de 3.000 metros cuadrados, después. Es el mismo del que han salido, con la ayuda de su equipo de medio centenar de colaboradores, gran parte de las obras que hasta el 11 de noviembre exhibe la pinacoteca bilbaína de la que es considerada actualmente la artista lusa más internacional.

La dimensión, la fuerza y la originalidad de su trabajo la convierten en una autora singular. Para ella, Marilyn son dos gigantescos zapatos –cuatro metros de largo y tres de alto- de tacón altísimo fabricados con ollas de acero inoxidable. Una exploración en la identidad femenina, tan presente en su obra, en la que la sencillez de elementos y la ironía en su empleo se convierten en la mejor arma para reivindicar la posición y papel de las mujeres.

Otra de las muestras la encontramos en la obra ‘A todo vapor’, para la que Vasconcelos ha recurrido planchas de vapor para que adquieran movimiento a modo de coreografía robótica. En la obra ‘Call Center’, un enorme revolver negro construido con teléfonos de baquelita emiten una sinfonía “electroacústica” gracias a la manipulación de los timbres telefónicos.

La muestra, titulada Joana Vasconcelos. Soy tu espejo, es una selección de una treintena de trabajos de la artista portuguesa desde 1997 hasta la actualidad. A través de ellas se percibe la particular visión de la artista, en la que no faltan la denuncia acompañada de humor y el reflejo de las contradicciones de las sociedades modernas.

Elementos cotidianos

Obras que se mueven, se iluminan o emiten sonidos y para las que Vasconcelos se vale de materiales propios de la vida cotidiana: electrodomésticos, azulejos, telas, cerámicas, botellas, duchas, urinarios o utensilios de cocina. Todo le sirve para construir imágenes chocantes, festivas y directas sobre cuestiones socio-políticas. En su trayectoria la artista portuguesa trata desde la inmigración hasta la violencia de género.

Joana Vaconcelos

La exposición que hoy ha presentado el Museo Guggenheim y que permanecerá abierta desde mañana y hasta el 11 de noviembre incluye obras nuevas. Destaca I`ll Be Your Mirror, una máscara veneciana gigante compuesta por espejos enmarcados en bronce. Colocados a modo de escamas, cada uno de ellos tiene una moldura con gran riqueza ornamental. Es la pieza que da nombre a la exposición. La obra invita al público a mirar a través de lo que aparece como una suerte de ‘máscara de Gulliver’.

También se exhibe por primera vez ‘Solitario’, un descomunal anillo de compromiso que Visconcelos ha construido valiéndose únicamente de llantas de coche doradas, procedentes de vehículos de lujo, y vasos de whisky de cristal. Recurre a elementos representativos de los clichés de la sociedad de consumo, empleando los símbolos más estereotipados del deseo femenino y el masculino, los diamantes y los coches de lujo, para darles forma de un gigantesco anillo de compromiso. La obra se exhibe fuera de la pinacoteca bilbaína, al igual que otra de las piezas, ‘Gallo Pop’.

La pieza de mayores dimensiones es ‘Egeria’, 45 metros de alto. Es la que recibe al visitante en la entrada del Museo. Perteneciente a la serie de obras Valquiria, está diseñada para entrar en diálogo con los complejos espacios del atrio del Museo Guggenheim. Forma parte de la serie que Vasconcelos bautizó con el nombre de las divinidades de la mitología escandinava. Se trata de piezas de apariencia bulbosa y tentacular que se expanden en el interior de los espacios en los que se muestran. Lo hace siempre con colores vivos y combinando telas y texturas. La artista portuguesa las concibe como una metáfora de la presencia de la mujer en los museos.