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'Faust', el motor de los deseos ocultos

La ópera de Charles Gounod inaugura la temporada del Teatro Real el 19 de septiembre con la presencia de los reyes

'Faust', el motor de los deseos ocultos
Una escena de 'Faust'. | Javier del Real

¿Qué es lo que quieres, oro? / ¿Qué haría yo con la riqueza? / Bien ya veo dónde te duele. ¿Quieres la gloria? / ¡Mucho más! / ¿El poder? / ¡No! ¡Quiero un tesoro que los contiene todos! ¡Quiero la juventud! (Faust).

Si hay alguien que conoce el universo del averno, si existe alguien capaz de hablar de tú a tú con satán, si hay alguien que entiende la necesidad de vender el alma al diablo ese es, sin duda, Àlex Ollé. Seducido por el personaje de Fausto, Ollé y el equipo de La Fura dels Baus mantienen desde 1997 una tórrida relación con Mefistófeles. F@ust 3.0 fue su primera incursión en el mito creado por Goethe. Dos años después de este estreno, La Fura presentó en el Festival de Salzburgo de Gerard Mortier La condenación de Fausto, un espectáculo multimedia repleto de simbolismos. Recién nacido el siglo XXI, Àlex Ollé se aventuró a convertir la historia de Goethe en película. Fausto 5.0 se estrenó en 2001 en la Bienal de Venecia. La querencia al infierno de Àlex Ollé no tiene límites y su cuarta bajada al abismo inaugura la temporada en el Teatro Real el próximo 19 de septiembre con la presencia de los reyes.

“Fausto somos todos y todas, la insatisfacción es inherente al ser humano. El público enseguida se siente representado por esta obra, la historia de un hombre sabio que lo tiene todo, que llega a una edad avanzada siendo consciente de que no ha vivido todo lo que tenía que vivir. Una insatisfacción que es capaz de llevarlo al suicidio, momento en el que aparece Mefistófeles”, explica Ollé.

Fausto somos todos y todas, la insatisfacción es inherente al ser humano"

Coproducida por la Nationale Opera & Ballet de Amsterdam, la versión de Faust, de Charles Gounod (1818-1893) aterriza en el coliseo madrileño bajo la batuta del israelí Dan Ettinger, maestro que debuta en Madrid al frente de la orquesta y coro del Real. El montaje, inspirado en el texto original de Goethe, convierte al protagonista en una "especie de Steve Jobs que se ha pasado la vida intentando dar vida a una gran máquina".

“La teoría de la evolución de Darwin salió el mismo año que el Faust de Gounod. Por eso hemos convertido al Fausto en un científico que busca dotar de sentimiento a la máquina, humanizarla. Así nació el proyecto Humunculos y a partir de aquí transformamos a Mefisto y al resto de los personajes en arquetipos, de manera que los estudiantes se presentan como hooligans, las jóvenes en Barbies y las matronas en mujeres desmesuradas”.

Sylvie Brunet-Grupposo y Luca Pisaroni,interpretan a Marta y a Mefistófeles. Javier del Real

La propuesta de La Fura surge como un desafío valiente que ha transformado la obra de Gounod en una especie de tragicomedia, un reto que arranca sonrisas por lo grotesco de la apuesta. No se olvida Ollé de que se trata de un viaje al averno, un singladura por las pasiones ocultas del ser humano y guía a la cándida, ingenua e inmaculada Margarita entre lupanares, peep shows y orgías. El amor la lleva a la perdición, a la condena y al repudio. “Siempre he visto a Mefistófeles como el alter ego de Fausto, como las dos caras de la misma moneda. Ahí está esa lucha, la que tenemos todos en el día a día”, explica el director artístico.

Mefisto es el que nos impulsa, el que nos aporta la voluntad de arriesgar"

Sostiene Ollé que Mefistófeles es el motor de los deseos ocultos, alguien al que estamos obligados a prestar atención. “Mefisto no deja de ser el que nos da el coraje para perder el miedo. ¿Qué voy a decir yo como creador? El peor enemigo de un creador es el miedo. Mefisto es el que nos impulsa, el que nos aporta la voluntad de arriesgar. Lo que pasa es que Fausto, en la obra, se deja llevar excesivamente por su Mefistófeles terminando de alguna manera con la vida de Margarita. Todos tenemos que encontrar nuestro dique, nuestro muro de contención, sabe refrenar esas aguas".

Piotr Beczala y y Marina Rebeka, en sus roles de Fausto y Margarita. Javier del Real

Si bien es verdad que los libretistas Jules Barbier y Michel Carré redujeron la trama de la ópera al pacto diabólico y al enredo amoroso entre Fausto y Margarita alejándose de la complejidad filosófica del texto de Goethe, la versión de La Fura se apoya principalmente en la pieza original del escritor alemán y muestra a un Fausto cobarde que, con la excusa de no haber vivido, se deja llevar por su alter ego. Ollé y su equipo acentúan esta idea con un escenario en continuo movimiento, cuyos espacios se trasforman de manera que los personajes viajan entre el infierno y la gloria gracias a una propuesta inesperada. “La obra nos recomienda que vivamos el momento, que no esperemos a ser viejos para arrepentirnos de lo que no hemos hecho”, matiza Ollé.

La versión de La Fura se apoya principalmente en la pieza original del escritor alemán y muestra a un Fausto cobarde

Las 13 funciones de Faust cuentan con un doble reparto en el que se alternarán los tenores Piotr Beczala e Ismael Jordi, en el rol titular; las sopranos Marina Rebeka e Irina Lungu en el papel de Marguerite y los bajos Luc Pisaroni y Erwing Schrott como Mefistófeles.

Ollé destaca que Faust es un producto colectivo que pretende “huir del ego y del individualismo para trabajar conjuntamente”, puesto que si algo tiene claro el director artístico es que él es lo que es gracias a todos los integrantes de La Fura.

La fuerza que aporta el coro al montaje es una apuesta esencial para el resultado de esta versión. Javier del Real

Hablando de colectividad, en una obra como Faust resulta inevitable destacar la labor del coro del Teatro Real. La fuerza que aporta el equipo de Andrés Máspero al montaje es una apuesta esencial para el resultado de esta versión. El coro disfruta con la obra y lo transmite al espectador con su extraordinaria capacidad interpretativa y vocal.

Estrenada en el Théâtre Lyrique de París, el 19 de marzo de 1859, Faust fue recibida con una gélida respuesta del público francés. Con el paso del tiempo la ópera se ha impuesto poco a poco en el repertorio, pese a las reticencias de los críticos. “Faust empezó muy mal y sin ningún éxito, pero acabó convirtiéndose en uno de los títulos más emblemáticos del repertorio. Aunque se trataba de una ópera francesa, fue Alemania quien la consagró como título, convirtiéndola en una obra imparable y de enorme popularidad”, concluye.

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