Algo más de 30 kilómetros al sur de París, en uno de los grandes pulmones verdes del norte de Francia, se disputa este fin de semana la edición número 42 de la Ryder Cup, el torneo de golf que cada dos años enfrenta a los mejores jugadores de Estados Unidos y Europa.

Sergio García y Jon Rahm serán la representación española del equipo continental que viaje hasta el parisino campo de Le National. El trayecto, bien corto desde España, podría haberlo sido todavía más si Madrid hubiera acogido esta edición de la Ryder Cup, pero nos quedamos a las puertas.

Madrid lo tenía todo para quedarse con la Ryder, menos un campo de golf en el que disputar los partidos. Los apoyos institucionales eran inmejorables, con el Centro Superior de Deportes y la Comunidad de Madrid, presidida por Esperanza Aguirre, totalmente comprometidos con la causa y su presupuesto. Los deportivos no se quedaban atrás: Severiano Ballesteros, uno de los mayores mitos de la historia del golf, se puso al frente del proyecto.

Sin embargo, el Comité que se reunió en abril del año 2011 en Wentworth, al norte de Sheffield, no estaba por la labor de ponerse en las manos de una candidatura que no tenía un recorrido afianzado detrás.

La idea del equipo español era construir el recorrido en la urbanización Valdeloshielos, en Tres Cantos. Esta localidad se impuso en la carrera interna a Alcalá de Henares, donde el campo de El Encín acababa de ser inaugurado por la propia Aguirre.

Los terrenos no gustaron, pero todo el proyecto madrileño no se vino abajo sólo por eso. En este tipo de decisiones siempre hay más variables en juego y en este caso entraba en la ecuación una muy importante: España fue el primer país fuera de las islas británicas en acoger una edición de la Ryder Cup.

Fue en septiembre del año 1997 en los 18 hoyos que conforman el club de golf de Valderrama, en la localidad gaditana de Sotogrande. Allí, los europeos capitaneados por Seve se impusieron por un punto a los estadounidenses y, sin saberlo, condenaban a la candidatura madrileña que aspiraría a ser anfitriona 21 años después.

¿La mejor Ryder de la historia?

Seguro que todavía tienen en el cuerpo el estrés previo para dejar todo listo, pero los miembros de la organización de la Ryder Cup viven con una sonrisa de oreja a oreja desde el pasado domingo.

La victoria del mito Tiger Woods en el Tour Championship, su primer triunfo en cinco años, ha dado todavía más interés a la que promete ser la mejor Ryder de la historia, al menos si nos atenemos al nivel teórico que pueden dar los protagonistas.

La recuperación de la leyenda estadounidense es una estupenda noticia para el golf (y para sus patrocinadores, audiencias e ingresos), pese a que a lo largo de su carrera nunca ha conseguido carburar en este formato de competición.

El capitán de Estados Unidos, Jim Furyk (izquierda), junto a su homólogo europeo, Thomas Bjorn. EFE

A su lado, en el conjunto capitaneado por un Jim Furyk que sabe bien lo que es batirse el cobre en la Ryder, estarán pegadores como Patrick Reed o Jordan Spieth y fenómenos de la talla de Rickie Fowler o el enrachado Brooks Koepka, ganador de tres majors en 13 meses. La experiencia la tendrán que poner Bubba Watson y Phil Mickelson, tirando del carro en la sombra y conduciendo a un grupo temible.

Frente a ellos estarán los 12 guerreros seleccionados por Thomas Bjorn, partiendo con algo de desventaja en cuanto a nombres y, sobre todo, estado de forma. Justin Rose, Sergio García, Rory McIlroy o Ian Poulter son los pesos pesados del Viejo Continente, pero ninguno de ellos llega con el puntito óptimo para echarse el equipo a las espaldas en caso de que vengan mal dadas de primeras.

Equipo estadounidense de la Ryder Cup. efe

En el caso de los dos españoles hay un poco de cada. Desde que ganara el Masters, su primer y único grande, Sergio García ha desconectado del golf. De hecho, está en el torneo por la invitación de Bjorn, que sabe que el de Castellón es un hombre de Ryder. El equipo europeo tendrá que agarrarse a su carácter, porque lo demostrado esta temporada, con infinidad de torneos sin pasar el corte, no daba para estar en una cita así. De momento, en la primera jornada de mañana descansará.

Jon Rahm está en una situación casi opuesta. Es cierto que no ha arrasado en este final de temporada, pero sigue creciendo paso a paso y ya sabe lo que es estar peleando por un grande. Fue cuarto tanto en Augusta como en el PGA y se ha aupado al puesto número cuatro del mundo.

El de Barrica vive su primera participación en la Ryder, pero no es un rookie al uso. Se esperará que sume puntos y es probable que Bjorn le ponga al lado de Sergio, tanto por formar una pareja española como por juntar a un jugador experimentado con uno con hambre y ambición, aunque de momento tendrán que esperar: Rahm debuta junto a Justin Rose.

Tras tres triunfos consecutivos europeos, incluido el milagro de Medinah en el año 2012, los estadounidenses aspiran a retener un trofeo con el que se hicieron en Hazeltine hace ahora dos años. Talento les sobra, pero tendrán un importante hándicap histórico en contra: hace 25 años que no ganan en terreno enemigo.