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¿Moda y toros? Schiaparelli rompe con las reglas de la Alta Costura

Schiaparelli ha presentado en el marco de la Semana de la Alta Costura de París, 'The Matador', la colección de Alta Costura que fusiona lo excesivo con lo superlativo y el arte con la cultura taurina.

Un diseño de Schiaparelli en la pasarela de Alta Costura de París. EFE

«¡Dadme más moda! ¡Dadme más esperanza!». El grito y una mezcla de Manet, Christian Lacroix, los años ochenta, lo alienígena y España. Casi como un cóctel molotov, Schiaparelli ha presentado en el marco de la Semana de la Alta Costura de París, The Matador, la colección couture que fusiona lo excesivo con lo superlativo y el arte con la cultura taurina.

Su trabajo -el de la italiana Elsa Schiaparelli- «reflejó el caos y la esperanza de la turbulenta época que le tocó vivir», dice el ahora director creativo de la marca Daniel Roseberry, en la presentación de una colección donde el diseñador mezcla los grandes referentes históricos de la casa Schiaparelli. «Hoy día, nos descubrimos formulándonos esas mismas grandes preguntas identitarias que en su día formuló Elsa: ¿Qué aspecto tiene el arte? ¿Qué es la identidad? ¿Cómo hemos de vestirnos para el fin del mundo? La colección es tan emocional como enamorarse. También es un tributo al romance, al exceso, a los sueños».

Con inspiraciones tomadas de una estética que va de Manet a Ingres, pasando por el barroquismo ochentero, el exceso, la grandiosidad, el barroquismo y la suntuosidad de las prendas, Roseberry ha buscado con esta colección respuesta a esas preguntas, y el retorno a la emoción que le llevó a convertirse en quien es: «representa una vuelta a la inocencia, a la alegría que me sumergió en la moda en un primer momento» y añade: «Quería homenajear el potencial y poder del arte regresando a la moda que amé en mi juventud. La nostalgia ciega no es saludable, no podemos romantizar el pasado especialmente cuando no fue romántico para tantísima gente. Pero el regalo de la moda es su habilidad de permitirnos fingir. Esto es lo que quiero: no más piezas que tienen el aspecto de haber podido ser hechas por cualquiera, no más cinismo, no más ironía, no más timidez, no más frialdad».

Dividida en tres partes, la colección retoma los códigos de Elsa Schiaparelli, una de las creadoras de moda más importantes de la historia, y lo hace, con una estética del mundo taurino; chaquetas recortadas y cargadas de bordados en blanco y negro o multicolor, y con una silueta abombada que recuerda al tradicional bolero de los toreros. A juego, claro, con la conversión de la clásica manoletina en unas altísimas botas con plataformas: «Pienso en todas estas piezas como estar en sintonía con algunas de las creaciones más irreverentes e imaginativas de Elsa Schiaparelli de los años 30, todas ellas recreadas usando muchas de las mismas técnicas y materiales».

La respuesta a este mix de inspiraciones es la cuarta colección de Alta Costura de Roseberry (Dallas, Texas, 1985) que en poco más de dos años como director creativo de Schiaparelli, ha dado de nuevo el vuelco a las conexiones entre arte y moda que ya se dieron en la firma con el Lobster Dress de Elsa y Salvador Dalí, o los complejos diseños del diseñador de moda japonés Issey Miyake.

Una modelo muestra un diseño del japonés Kondo para la firma Issey Miyake durante un desfile de la Semana de la Moda de París. EFE

La inspiración taurina entre las tendencias de moda

El traje de luces y las connotaciones del toreo han servido, junto al flamenco, como punto de partida para simbolizar pasión, muerte, fiesta y tradición. Roseberry no ha sido el primero, ni será el último, porque existe una fascinación en el mundo de la moda por la estética taurina, que lejos de crear polémica frente a la tauromaquia, basa algunas de sus creaciones en este arte como un sello de identidad español de cara al mercado exterior.

Lo español es una fuente de permanente inspiración, y la fiesta de los toros ha saltado de las plazas a las pasarelas internacionales. Desde los mantones, mantillas o bandoleros enfundados en trajes de luces, y hasta los volantes, los lunares, los flecos o las flores.

Colección Primavera-Verano 2012, Moschino. EFE

Picasso fue el primero en diseñar un traje de luces, y lo hizo para su gran amigo Luis Miguel Dominguín. Después de el, cientos de editoriales de moda han plasmado la estética taurina ya sea en producciones fotográficas o en el danzar de las pasarelas; Balenciaga, Yves Sant Laurent, Jean Paul Gaultier, Gianfranco Ferré, John Galliano para la casa Dior, Alexander McQueen o Moschino, que sorprendió en su colección Primavera-Verano 2012 en la Milán Fashion Week con una colección llena de referencias taurinas donde las modelos lucieron, en un duelo de toreras folklóricas y andaluzas versus domadoras de toros salvajes, diseños inspirados en los trajes de luces de los toreros.

Todos ellos han sido Fashion Victims de la tradición y modernidad española, y tal ha sido la influencia en la última década, que incluso el estadounidense Jeremy Scott diseño en 2011 una chaqueta de torero para la compañía multinacional Adidas, bautizada como Originals JS Torero Superstar Track Top.

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