«Protesta de los artistas contra la inútil y monstruosa torre de Monsieur Eiffel, la erección en pleno corazón de nuestra capital, semejante a una negra y enorme chimenea de fábrica; la deshonra de París». Estas fueron las palabras que ocuparon la portada del periódico Le Temps aquella mañana. Gustave Eiffel (Dijon, 1832 - París, 1923) acababa de firmar el convenio con el Estado y la Ciudad de París por el que se le concedía durante 20 años el terreno para construir la Torre Eiffel y una subvención que cubría una cuarta parte del coste de su construcción.
El coloso iba a construirse con motivo de la Exposición Universal de 1889 que conmemoraba el primer centenario de la Revolución Francesa, y aquello no gustó a los cerca de 50 firmantes de una carta abierta dirigida al Sr. Alphand, curador de la Feria Mundial, que publicaba el medio: «Nosotros, escritores, pintores, escultores, arquitectos, apasionados aficionados por la belleza de París hasta ahora intacta, venimos a protestar con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra indignación, en nombre del gusto francés anónimo, en nombre del arte y de la historia francesa amenazadas, contra la erección en pleno corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa torre Eiffel, a la que la picaresca pública, a menudo poseedora de sentido común y espíritu de justicia, ya ha bautizado con el nombre de Torre de Babel». Entre los que se oponían se encontraban Charles Gounod, los escritores Guy de Maupassant o Alexandre Dumas hijo, los pintores William Bouguereau o Ernest Meissonier, o Charles Garnier, el arquitecto de la Ópera de París. Pero la polémica y sus quejas se extinguieron por sí mismas al finalizar la obra, el 31 de marzo de 1889, frente a la innegable presencia de la Torre y al inmenso éxito popular que obtuvo.
La Torre Eiffel se empezó a construir tal día como hoy hace 135 años. Tardó en estar lista 2 años, 2 meses y 5 días, lo cual se consideró una auténtica hazaña técnica, que, lejos de lo que se puede imaginar, se construyó para ser demolida. Sí. La apuesta era «estudiar la posibilidad de levantar sobre el Campo de Marte una torre de hierro, con una base cuadrada, con 125 metros de lado y 300 metros de alto» y demolerla 20 años después de su construcción, en 1909. Sin embargo, la instalación de una antena de radio en su punto álgido le valió para evitar su destrucción, convirtiéndose progresivamente en uno de los edificios más conocidos del mundo y en la insignia de la ciudad del amor.
La Torre Eiffel en datos
- ALTURA ACTUAL: 324 metros
- ALTURA INICIAL: 312 metros
- PRIMERA PLANTA: 57 metros, 4.415 metros cuadrados
- SEGUNDA PLANTA: 115 metros, 1.430 metros cuadrados
- LA CIMA: 276 metros, 250 metros cuadrados
- ASCENSORES: 5 ascensores hasta la segunda planta, 2 hasta la cima
- PESO TOTAL: 10.100 toneladas
- Nº DE REMACHES: 2.500.000
- Nº DE PIEZAS DE HIERRO: 18.038
- PILARES: cuatro pilares, un cuadrado de 125 metros de lado
Cada una de las 18.000 piezas de la torre fue diseñada y calculada antes de ser trazada al milímetro y ensamblada por elementos de unos cinco metros. En la obra participaron alrededor de 300 trabajadores entre ingenieros y diseñadores, los mismos, que durante años fueron encargados de las renovaciones, restauraciones y adaptaciones regulares a las que el monumento es sometido para un público cada vez más numeroso. Y es que la Torre Eiffel reúne cerca de 7 millones de visitantes al año, de los cuales el 75% son extranjeros: «Con el paso de los decenios, la Torre Eiffel ha visto proezas, iluminaciones extraordinarias, visitantes prestigiosos. Es un lugar mítico y audaz, que siempre ha inspirado a artistas y desafíos», expresan desde la Societé d'Exploitation de la Tour Eiffel en su página web.
La Torre Eiffel se montó con ayuda de andamios de madera y pequeñas grúas a vapor fijadas a la misma estructura, y aunque para la crítica no iba a ser más que un desacierto arquitectónico, es hoy por hoy uno de los ejemplos más emblemáticos de la arquitectura del hierro. La obra mide 305 metros de altura - 320 si se tiene en cuenta la antena-, con una amplitud máxima a nivel del suelo de 125 metros, y sus características la convierten en una obra de arte personal e intransferible: «Está enteramente construida con elementos de hierro forjado, uno de los materiales más novedosos de esta etapa, con el que se materializó ya no sólo la estructura sino también toda su decoración, más funcional que estética».
Por supuesto, desde su construcción, la Torre Eiffel ha sido escenario de numerosos acontecimientos de relevancia internacional, encendido de alumbrados, espectáculos pirotécnicos, campañas de pintura o destellos de luz y entre sus numerosos visitantes célebres, ha atraído a rostros conocidos como la actriz francesa Sarah Bernhardt, el Príncipe de Gales (futuro rey Eduardo VII) y la Princesa de Gales, Jorge I de Grecia, el Sah de Persia, el príncipe Balduino y hasta el Tercer Reich.
Hitler visitó París el 28 de junio de 1940 tras invadir la capital francesa el 13 de ese mismo mes y firmar el armisticio con el Gobierno de aquel país el 23. Permaneció en la ciudad únicamente tres horas pero una de las visitas obligatorias fue el ícono de la capital francesa, objeto de un incendió que planeó para la noche del 24 de agosto de 1944, y que no pudo ser. El ejército aliado llamaba a las puertas de la ciudad, el Führer ordenó al general Dietrich von Choltitz reducir a ruinas los edificios y puentes más emblemáticos de la ciudad: «París no debe caer en manos del enemigo, salvo siendo un montón de escombros».
Si von Choltitz incumplía la orden, su familia corría peligro en Alemania. Pero no la cumplió: «El objetivo principal era la Torre Eiffel, el símbolo fuerte de la ciudad desde que fue levantada en 1887. Sin embargo, también estaban en la Lista negra el Arco del Triunfo, los Inválidos, el Palacio de Luxemburgo, las calles ubicadas en los alrededores de la Plaza de la Concordia y la Casa de la Ópera», señala el historiador Robert Bevan, autor de La destrucción de la memoria: Arquitectura de la Segunda Guerra Mundial.
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