Todo se remonta a una fiesta en el año 1986, en la que Kevin Spacey supuestamente se subió encima de un compañero de profesión para intentar tener sexo en su apartamento en Nueva York. La supuesta víctima, el actor Anthony Rapp, tan solo tenía 14 años en ese momento y, años más tarde, en 2020 presentó la demanda. 36 años después del supuesto hecho, los 11 integrantes del juicio (uno de ellos ha faltado por motivos de salud), han coincidido en que Kevin Spacey no es responsable de la acusación de agresión sexual. Veredicto que tardaron solo 90 minutos en resolver.

La demanda la presentó Rapp, en 2020 y desde entonces el actor conocido por su participación en Stark Trek: discovery y en el elenco original de Rent, el musical de Broadway, le reclama 40 millones de dólares por daños psicológicos, gastos médicos y por desempleo como consecuencia de los problemas emocionales que sufre debido a la supuesta agresión. Desde que se hizo pública, Spacey ha negado los hechos. Lo ha vuelto a hacer en el juicio, en el que se ha abierto en canal y ha confesado que había intentado mantener oculta su orientación sexual y su vida íntima. Lo ha hecho tras describir a su padre como un «supremacista blanco» y un «neonazi», a quien, dice, no le gustaban los homosexuales ni el interés de su hijo por el teatro.

Finalmente el jurado ha determinado que Spacey no tocó aquella noche ninguna de las partes íntimas de Rapp, lo que ha hecho que se le salten las lágrimas a Spacey, que salió del juicio sin declarar ante los medios.