Eran los 80. La entrega de los Premios Ondas se celebró a pocos metros de mi casa, en Barcelona. Una carpa en el matadero (ahora Parc Joan Miró) albergaba a lo más florido de las ondas en una cena con actuación. Poco podía imaginar, cuando veía entrar y salir a las figuras cuyas voces formaban parte de mi vida, que acabaría recibiendo uno de esos caballos alados y presentando en una ocasión la gala.

Me encargan hoy buscar en la trastienda de estos premios una visión diferente a la que aportan todos los que hoy llenarán nuestro día a día con sus felicitaciones a los premiados. Procuraré hacerlo con cuidado, porque se toca la parte más reactiva del ser: el ego.

Empezaré por uno de los hechos diferenciales de estos galardones: los otorga una emisora de radio: la EAJ-1 Radio Barcelona, la primera emisora que se instauró oficialmente en España. No se trata de una institución pública, una academia, o ni siquiera una cadena de tv. Si ha conseguido ser el referente para el mundo de la comunicación, ha sido claramente por el enorme criterio de los expertos que eligieron minuciosamente cada premio durante los últimos 60 años.

Durante gran parte de ese tiempo, ese equipo de expertos fue liderado por el secretario general de estos galardones, una persona que no conoce el gran público, y que sin embargo ha sido uno de los pilares más importantes de la radio en nuestro país: Josep María Martí. El autor, entre otros libros, de 51 ideas para hacer buena radio (UOC, 2016) amó tanto el medio que puso su capacidad organizativa a su servicio desde diferentes puestos, hasta que no se podía ir más allá sin ser Consejero Delegado, por ejemplo. No quiso dejar de ser profesor, sin menospreciar. Porque al que siente pasión por algo, no se le puede apartar del talento. En 2014 recibió el galardón, y, como todo el mundillo sabe, por lo general se recibe poco antes de retirarse. Y así lo hizo. Merecía esta mención.

Vamos con dos de los ganadores de este año, ambos de la radio. A mis zapatos, que ya anda la infosfera demasiado llena de profetas fuera de su tierra. 

Premio a la trayectoria radiofónica: Carles Francino. 

Lo suyo durante el confinamiento y su padecimiento por COVID es de dominio público, nada que añadir. Se le premia por su (cito textualmente) “honestidad, cercanía, coherencia y credibilidad”. Pues cada una de esas palabras, en el caso de Carles, encierra verdades ciertas, medibles. Siempre se ha creído que los comunicadores tienen esa tenebrosa cara B que les convierte en Mr. Hyde cuando el micrófono se cierra. Y hay muchos casos, pero no es este. Lo demuestra su ya histórico “hay que joderse”, con el que recibió la noticia en antena. Tuve el muy dudoso honor, durante nuestro paso por Hoy por hoy, en la SER, de sacarle de quicio en alguna que otra ocasión, pero nunca podré decir que le faltaba razón, o que me faltó su cariño. Es profesor, sin pretenderlo, entre los suyos. Afable y de una lógica aplastante, puede presumir de saber el día de la semana de cualquier fecha (en serio) y de tener el seny de la sabiduría popular de cualquier pueblecito catalán, pero con la visión de alguien que sabe que está hablando a millones de personas. Su coherencia llega a rozar la tozudez, pero es innegable. En cuanto a su enorme credibilidad, tuve que negociar duramente con ella para hacer brillar los mensajes de los patrocinadores. En ese rifirrafe eterno y común a todos los medios, es muy notable su respeto a un espacio que en ocasiones separó cuidadosamente del contenido, y hasta dedicó programas enteros a hablar de la publicidad. La intención es lo que cuenta. No es el caso del presentador del siguiente premiado.

Premio a mejor programa de radio: El Món a Rac1.

Muchos de los que no vivan en Cataluña no sabrán qué se ha premiado. En mi caso no puedo evitar escribir como oyente y fan. Ni puedo evitar pensar “os lo dije”, por todas esas veces en las que a bastantes responsables de la radio española les puse como ejemplo su forma de engarzar los contenidos, con el dinamismo y la flexibilidad del magacín más escuchado en su zona. No hicieron demasiado caso. Quizá por el pequeño detalle de que es en catalán. Sí, los números les acompañan desde hace más tiempo de lo que puedo recordar, y desde Madrid, con el oído entrenado, creo atisbar su secreto: creen en lo que hacen. Cuando existe esa quintaesencia de sentir que estás en una ola que crece, nada te detiene, no hay horarios, y das más de lo que sabías que podías dar. Estoy convencido de que eso es lo que le ocurre al conjunto de profesionales que sacan adelante ese programa, cuyo lema es “si os acabáis de levantar, tenéis que saber que…” 

Jordi Basté ha sabido conducir el espacio con inteligencia y, de cara al oyente, ponerse en el lugar de cualquiera que estuviera escuchando

Entre todos esos profesionales premiados ahora, merece mención especial el presentador actual del programa. Ya recibió un Premio Ondas a su trayectoria, y otro como mejor presentador. Juega en contra de Jordi Basté que no tiene ni de lejos el físico ni el encanto personal de un Francino, pero ha sabido conducir el espacio con inteligencia y, de cara al oyente, ponerse en el lugar de cualquiera que estuviera escuchando. No tendrá buena voz, pero sí la habilidad de saber transmitir esa mezcla de improvisación y atención que le da el haber pasado por la radio deportiva. Su empatía hacia el que no se ve, sólo se consigue escuchando mucho. Y es algo que hace bien, por cómo entrevista. 

Esto se demostró esta mañana, a las 7:10. Dedicó varios minutos a acordarse de todos los que participaron en algún momento en el programa. Mencionó a colaboradores, técnicos, informáticos, a otros programas, pero no a sus comerciales y a las marcas que apuestan por él. En realidad sí les mencionó, pero para arrinconarles con un “si hoy no entra la publi, hoy no entra la publi”, entre risas en antena.

Entre varios comunicadores hay una curiosa tendencia a olvidar que hay personas que dedican su vida a conseguir que las empresas hagan un importante esfuerzo económico, en los tiempos que corren, para poder pagar su sueldo y el de todos los premiados ahora. Es toda una industria, con sus creativos, agencias, comerciales, locutores, estudios y sus bocas que alimentar, la que hay detrás de la “publi”. Quizá Jordi no sepa que actualmente un programa de radio es infinitamente más complicado de vender que nunca, cuando en el lado del cliente ya se ha instalado el “pago por clic” que dan las campañas online. La radio no da eso. Invertir en ella es un acto de fe por parte de sus clientes, que no se puede mal pagar así. Pero mañana por la mañana, por ejemplo, la farmacéutica que le patrocina la información del tiempo, pondrá la otra mejilla. Me consta. En cualquier caso, enhorabuena a todos los que hacen ese programa. Merecidísimo.