Hablar de los videojuegos en general suena como algo demasiado abstracto. Como si fuese un concepto tan familiar que hubiéramos dejado de reparar en su importancia dentro de una sociedad cada vez más virtual. Para algunos, todo lo que tenga que ver con este ámbito parece reservado a la gente joven, una forma de entretenimiento con fecha de caducidad en la que corres el riesgo de que te llamen friki. Sin embargo, hace tiempo que el mundo de la simulación digital ha pasado de ser una oferta de ocio más o menos de nicho para convertirse en uno de los elementos dominantes de la cultura actual.

Desde la economía hasta el arte, pasando por el deporte o las nuevas formas de interacción social, el gaming tiene un papel fundamental en nuestra sociedad y representa no solo el futuro, sino también el presente de un mundo marcado por la digitalización.

Un potencial económico en auge

La industria del videojuego es un activo económico en auge que en España ha alcanzado una facturación de 2.012 millones de euros en 2022, un 12% más que el año anterior, según los últimos datos de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI).

España es, de hecho, el cuarto mercado más grande de la UE con más de 18,2 millones de jugadores, de los cuales el 47% son mujeres (8,5 millones), un 53% son hombres (9,6 millones), y dedican, entre ambos, una media de 7,42 horas semanales a los videojuegos.

Para hacernos una idea de cómo ha evolucionado la inversión en el sector a nivel global basta con echar un vistazo a los presupuestos que manejan este tipo de producciones. Dos de los juegos más exitosos en la última década como GTA V (2013) o Red Dead Redemption 2 (2018) costaron aproximadamente 137 y 170 millones de dólares, respectivamente. Este año sale a la venta uno de los juegos más esperados del año, Starfield, cuyo presupuesto supera los 200 millones. Unos números que igualan e incluso superan a algunas de las más grandes producciones de cine de todos los tiempos.

Videojuegos en la ficción: una simbiosis bidireccional

En el terreno de la ficción, no es ninguna novedad que los videojuegos han bebido de los grandes mitos y leyendas que conforman la historia de la cultura. Damiselas en apuros que esperan a ser rescatadas, aventuras por los cinco continentes, guerreros enfrentándose a los monstruos más temibles o espías tratando de completar misiones imposibles.

Libros, películas e incluso series han pasado la frontera virtual que separa al juego de la obra de ficción. Pero lo cierto es que este intercambio de influencias no ha transcurrido en una sola dirección. También el arcade ha producido sus propios títulos en la pequeña y la gran pantalla, inspirando una cada vez más relevante cantidad de producciones. Sagas como Tomb Raider o Resident Evil ejemplifican las grandes posibilidades que tienen las historias que nacen en las consolas. Ahora mismo el foco está en las series y en ese ámbito también han podido destacar algunos fenómenos como The Last of Us (HBO) o The Witcher (Netflix).

El videojuego como obra de arte legítima y "total"

Seguramente el inventor de Pac Man nunca se imaginó que su juego acabaría en un museo. Y es que mientras el mundo del arte sigue mirando hacia el NFT como la gran apuesta de futuro, los videojuegos ya tienen su sitio junto a los Warhol, Van Gogh y Picasso que hay en el MoMA. Hace algo más de una década, uno de los museos más importantes del mundo adquirió una serie de catorce videojuegos históricos para su colección.

Desde entonces, la idea de que este formato puede ser considerado como una nueva forma de expresión artística ha revolucionado la concepción que teníamos de él. Su legitimación cultural está cada vez está más extendida, aunque no todo el mundo lo vea así. De hecho, su inclusión en el bono cultural del Gobierno levantó las suspicacias de quienes no ven en ellos más que un mero entretenimiento vacío de significado.

No son pocas las voces de quienes han reconocido el valor expresivo de una forma de arte considerada como "total" en el sentido wagneriano de la expresión. El compositor alemán acuñó la idea de obra de arte total para describir la ópera, un espectáculo que integraba música, danza, poesía, pintura, escultura y arquitectura. En un mundo marcado por el diseño virtual y los procesos digitales, muchos videojuegos incluyen con sobrada maestría todos estos elementos en su narrativa.

Los eSports y su aspiración olímpica

Más allá de sus implicaciones artísticas, los videojuegos han irrumpido con fuerza en el ámbito del deporte a través de los eSports. Tanto es así que el Comité Olímpico Internacional (COI) los ha incluido como una actividad deportiva de pleno derecho. Un paso más para alcanzar su aspiración olímpica y llegar incluso a tener dicha consideración.

La competición a través de juegos online cuenta además con una importante repercusión mediática y se ha profesionalizado hasta llegar a llamar la atención de equipos deportivos tradicionales. De hecho, la liga española de fútbol tiene su propia versión digital en eSports, en la que aún no han entrado Real Madrid y Barcelona, pero se especula con que puedan hacerlo pronto.

Una comunidad digital capaz de traspasar lo 'mainstream'

Los eSports también juegan un papel fundamental en la creciente popularidad de los streamers. Ejemplo de ello es el éxito de comentaristas y animadores en directo de estas competiciones como Ibai Llanos, Cristinini (cuya proyección le ha permitido ser copresentadora de la nueva edición del Grand Prix), la organización Team Heretics o el equipo KOI.

La comunidad digital que se esconde tras los videojuegos ha dado alas a una nueva oleada de celebrities o influencers, cuya trascendencia ha traspasado las pantallas de videojuegos. Tras este tipo de personajes, una subcultura ha crecido tanto que ya no es posible diferenciarla de lo que entendemos como cultura mainstream. Fenómenos como la Kings League o la Velada del Año han surgido de este mundo de los videojuegos para acabar acaparando el foco mediático.

La mejor forma de aprovechar la realidad virtual

Sin embargo, si existe un ámbito en el que la evolución de la cultura de los videojuegos ha mantenido siempre una posición de vanguardia, ese es el de la realidad virtual. Mientras empresas como Meta siguen gastándose millonadas para desarrollar esa quimera que se conoce como metaverso, la actividad más rentable que ha encontrado la realidad virtual hasta el momento ha sido con los videojuegos.

Es en ellos donde mejor se han podido exprimir todas sus posibilidades y por ello representan la base más sólida sobre la que está creciendo la próxima revolución digital, que planea crear un nuevo mundo dentro de las pantallas. Tanto es así, que cuesta encontrar el límite entre lo que ocurre en los videojuegos y lo que pretende conseguir el metaverso por medio de la realidad virtual.