Aunque como sabe cualquier castizo "el hábito no hace al monje" hay que reconocer que algo ayuda. Así lo ha debido pensar el Ayuntamiento de Madrid que este año, además del programa habitual de actuaciones, ofrendas, visitas y oficios religiosos de San Isidro, ofrece para todos aquellos que quieran hacerse su propia indumentaria castiza -y tengan nociones de confección o algún alma caritativa que se ofrezca a ayudar- unas fichas técnicas descargables, tanto del vestido de chulapa como del chaleco y el pantalón de ellos, acompañadas de sus correspondientes patrones de costura. Ni es traje regional ni falta que le hace, pero “con una falda de percal planchá” o “muy ceñido y justo el pantalón”, que cantaba Olga Ramos, se va mejor y “al estilo de Madrid”.

La ruta del mantón

El mantón de Manila es una de las piezas claves del atavío de las chulapas. Y además juega una función estratégica en el chotis ya que permite ocultar el movimiento de tracción que la mujer ejerce sobre su pareja, que es el que permite ejecutar el torci, ese enigmático paso del baile por el cual el chulapo gira sobre un solo pie como si llevase un motor incorporado.

Sin embargo, el origen de esta prenda se remonta a la época en la que reinaba Felipe II y, como su propio nombre indica, de madrileño no tiene nada. En 1564, Miguel López de Legazpi encabezó la misión de vencer la resistencia de la aristocracia nativa y de los barcos piratas chinos para hacerse con el control del archipiélago que sería bautizado como Filipinas en honor al rey español. Tras pacificar la zona, comienza una próspera relación mercantil que abarcaría diferentes rutas. Una de las más lucrativas fue la que conectaba los puertos de Manila y Acapulco. Desde 1573 el conocido como “Galeón de Manila” partía del puerto filipino cargado entre otras cosas de mantones de seda, algodón, porcelana y especias, y tras recoger el producto de las minas de plata del virreinato de Nueva España desplazaba todas estas mercancías por tierra hasta Veracruz donde se embarcaban rumbo a Sevilla o Cádiz. Los “mantones de Manila” que llegaban a esos puertos se convirtieron en una de las artesanías más demandadas del galeón. Su popularidad escala los estamentos sociales transitando desde las cigarreras a las aristócratas y acabando incorporado al traje típico sevillano que inspiraría posteriormente el atuendo de chulapa.

Este es el periplo que ha inspirado la exposición La Ruta del Mantón de Manila, la feliz unión entre Asia, Hispanoamérica y España que se puede visitar hasta el 17 de mayo en la Casa de América con la colaboración de la Comunidad de Madrid. Allí se pueden apreciar más de 50 objetos entre los que se encuentran mantones de Manila antiguos y, algo mucho menos visto, sus cajas de embalaje que constituyen verdaderas piezas de arte en madera lacada.

Se está notando el esfuerzo del Ayuntamiento para que Madrid sea cada vez más chulapo. El mismo alcalde Martínez Almeida tuvo un arranque de chulería en su reciente boda atreviéndose a sustituir el clásico vals nupcial por un chotis para demostrar, a ritmo del 'Madrid' del mexicano Agustín Lara, que el de la capital es un baile sin reglas ni pasos estipulados y que lo que cuenta es el arrojo y las ganas de pasarlo bien. Con mejor voluntad que acierto en la ejecución general del baile, desató la mofa generalizada afianzando sin quererlo otra costumbre tan castiza. Debemos agradecerle al alcalde y a su ya esposa el guiño chulapo y el ‘gesto torero’, e instar a las instituciones municipales a que, junto con profesionales de la danza, oficialicen el chotis para que se pueda normalizar e incluir como una enseñanza más en los talleres municipales y escuelas de danza a la par que otros ritmos y bailes.