Fernando Adrián ha sumado este domingo su tercera salida a hombros consecutiva por la Puerta Grande de Las Ventas en un año, gracias esta vez a las dos orejas que, con generosidad del público, paseó en la tradicional corrida de Beneficencia de Madrid.
Su mayor argumento para el triunfo fue, nuevamente, la gran determinación que, aparte de cualquier otro matiz, aplicó con los tres toros que estoqueó en el que fue un forzado y poco justificado mano a mano con Sebastián Castella, tras la caída días antes del cartel de Morante de la Puebla, afectado de problemas psicológicos, informa Paco Aguado [Agencia Efe].
Sin verse anunciado en el abono de San Isidro por no llegar a un acuerdo con la empresa tras sus dos salidas a hombros de 2023, Adrián se tomó esta corrida, en otros tiempos de gala, como una buena ocasión de volver a reivindicarse, y así lo mostró en cuanto tuvo ocasión de hacerse presente, como en el asentado quite por tafalleras al primer toro de su compañero.
Y esa actitud se potenció más con el que abrió su lote, un fino y serio toro de Garcigrande al que saludó de capa con dos faroles de rodillas a los que el animal acudió ya con el enclasado galope que mantuvo hasta la apertura de la faena de muleta, solo que, como a varios de sus hermanos, le faltó un punto más de fuerza para desarrollarlo por completo.
Claro que a Adrián se le echó en falta también un mayor pulso para evitar que el astado perdiera las manos varias veces durante un trasteo en el que solo se acopló a su calidad con la mano izquierda, en una única tanda que precedió a un largo epílogo efectista que calentó definitivamente a los tendidos antes de volcarse en la estocada.
El cuarto también apuntó mucha clase en sus descolgadas embestidas, pero, poco ayudado en la lidia, tanto por el matador como por su cuadrilla, acabó siendo el más endeble del sexteto y obligando joven madrileño a desistir pronto.
Emotiva profundidad
Pero aún le quedaba en la recámara la última bala, la más explosiva, la de más emotiva profundidad, como fue la del último toro de un largo mes de corridas en Las Ventas. Porque, a pesar de sus casi 600 kilos y sus poco refinadas hechuras, Bromista repitió sus entregadas y largas arrancadas una y otra vez tras la muleta de Fernando Adrián.
En un aparatoso inicio de pases cambiados de rodillas en los medios y una tanda con la derecha de la misma guisa, se vio ya la clave de la faena: la reforzada disposición del torero y la gran transmisión de un toro que le puso en bandeja el corte de esa buscada oreja que le abría la puerta de la calle de Alcalá.
Solo que hasta que eso pasó Adrián se aplicó con escaso temple en muletazos ligeros y demasiado cortos frente a un animal que le posibilitó dar una dimensión mayor a su toreo, esa que, por otra parte, tampoco le pidió un público que, agradecido a su ostentosa actitud, le aplaudió incondicionalmente y dejó de lado para premiarle el feo bajonazo que, por un resbalón, el torero clavó antes de la estocada definitiva.
Con todo, la actitud del triunfador fue más considerable y plausible en contraste con la de Sebastián Castella, que también sorteó toros de claro triunfo, como el cinqueño que abrió plaza, cuya calidad dejó ver en dos largas a una mano al rematar el quite con que replicó a Adrián y que el de Garcigrande tomó haciendo dos surcos con el hocico sobre la arena.
Sin acusar la debilidad de remos de sus hermanos, este primero marcó así la pauta de una clase que, como le pasó con el remiendo de El Pilar y con el encogido, y tal vez lastimado, quinto de los titulares, Castella malbarató insistentemente, sin temple ni ideas, sin sutileza en las muñecas y sin el criterio lidiador que cabría esperarse en un torero con más de dos décadas de alternativa a sus espaldas.
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FICHA DEL FESTEJO:
Cinco toros de Garcigrande, bien presentados, pero desiguales de hechuras y volúmenes. En general, aunque condicionados por sus medidas fuerzas en distinto grado, todos con nobleza y clase en las embestidas, con un sexto especialmente bravo y de gran transmisión. Y uno de El Pilar (3º), hondo y de buenas hechuras, noble pero también escaso de energías.
Sebastián Castella, de lila y oro: dos pinchazos y estocada trasera desprendida (ovación tras aviso); pinchazo, estocada trasera caída y descabello (silencio); y estocada desprendida (silencio).
Fernando Adrián, de blanco y plata: estocada (oreja); estocada (silencio); y bajonazo y estocada desprendida (oreja). Salió a hombros por la Puerta Grande.
Entre las cuadrillas, José Chacón saludó tras banderillear al cuarto.
Tradicional corrida de Beneficencia, con la presencia en el Palco Real de la Infanta Elena, acompañada del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, y del consejero de Interior de la Comunidad de Madrid, Carlos Novillo.
Lleno en los tendidos (unos 22.000 espectadores), en tarde nublada y fresca con constantes rachas de viento.
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