En el corazón de Normandía y a orillas del río Sena se esconde una pequeña localidad cuyos rincones la convirtieron en cuna del movimiento impresionista. Aunque por Giverny pasaron muchos artistas para inspirarse con sus singulares paisajes, como Rodin, Cezàne o Valèry, sin duda fue Claude Monet el pintor más representativo que supo interpretar y plasmar en el lienzo los recovecos de la comuna francesa.

Una pintura de Claude Monet donde se aprecia la Casa Azul al fondo.

Una pintura de Claude Monet donde se aprecia la Casa Azul al fondo. Homeaway

Ahora, la plataforma de alquileres vacacionales HomeAway ofrece la posibilidad a aquellos que lo deseen de revivir la magia que cautivó al artista por el módico precio de 240 euros.

Y es que la famosa Casa Azul en la que el pintor impresionista más célebre de Francia se hospedó la mitad de su vida -desde 1883 hasta su muerte en 1926- ahora se puede alquilar para disfrutar en primera persona de los jardines de azaleas, nenúfares y puentes que se pueden observar desde la vivienda y que inmortalizó el artista.

La casa, situada a apenas una hora de París y muy próxima a restaurantes, museos y tiendas, fue remodelada en 2016 para ofrecer un alojamiento con todas las comodidades. Sus 200 metros cuadrados albergan dos plantas y tres dormitorios (uno en suite), dos salones, dos cuartos de baño, un aseo, cocina y, por supuesto, acceso directo al famoso jardín de Monet de nada menos que 1.500 metros cuadrados. En la Casa Azul se pueden hospedar un máximo de ocho personas.

Una de las estancias de la casa de Claude Monet en Giverny

Una de las estancias de la casa de Claude Monet en Giverny Homeaway

Cocina habilitada en el interior de la Casa Azul de Claude Monet.

Cocina habilitada en el interior de la Casa Azul de Claude Monet. Homeaway

El pequeño pueblo, que en verano suele registrar sus máximos turísticos, cuenta además con otros lugares de interés, como el Museo Impresionismo; la iglesia románica de Sainte-Radegonde o el Hotel Baudy, antiguo punto de encuentro de los artistas de la época.

Claude Monet estuvo siempre muy unido a Giverny y a su residencia, desde la que pintó obras tan conocidas como El puente japonés (1899). Al principio, alquiló la casa a un terrateniente pero la fortuna de una mejor época económica le permitió adquirirla para cumplir un sueño: construir los jardines que quería plasmar en el lienzo. Su llegada a este territorio francés marcó un precedente cuyo testigo recogerían Renoir, Sisley, Pissarro o Matisse.