El gremio artístico se ha convertido en un universo del todo exclusivo, como el caviar de beluga en las ya inexistentes veladas de vértigo del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MET). El coleccionista ve el arte como una inversión, el admirador se ciñe a observarlo desde galerías, museos y exposiciones. El eterno debate acerca de qué se considera como fidedigno a la hora de adquirir obras con renombre se pone en bandeja de plata con cada récord de campana de Christie’s o Sotheby’s, dos de las casas de subastas más reputadas del planeta. Que el mazo de venta cayera sobre el púlpito por un collage digital ha avivado las disputas acerca de qué entra dentro del término ‘arte’ y qué se queda fuera.

Un collage de 5.000 instantáneas que el artista Beeple había recopilado en los últimos 13 años -conformado por imágenes que cogió de las redes sociales, y por ende, gratuitas- se vendió en el formato NFT (Non-Fungible Token) por casi 70 millones de dólares -en torno a los 59 millones de euros- el pasado 11 de marzo en Christie's, convirtiéndose así en la la tercera pieza de arte más cara de la historia de un artista vivo -tras Jeff Koons y David Hockney- y la primera subastada en NFT en dicho recinto.

Bajo el título de Everydays: The First 5000 Days (Todos los días, los primeros 5.000 días), Beeple ha puesto en boca del pópulo artístico -y mundano- la búsqueda del significado detrás de las siglas NFT, un activo digital indivisible basado en tecnologías blockchain y smart contract. En castellano, se basaría en ceder los derechos de explotación de un archivo o pieza digital al mejor postor, y considerarlos como una obra única.

Everydays: The First 5000 Days, la primera obra en formato NFT subastada en Christie’s.

"Es el futuro del arte y quiero estar el primero de la fila", afirma a El Independiente Ignacio Pereira, autor de la imagen de la arteria principal de la ciudad madrileña que Vox politizó al incorporar los ataúdes del Palacio de Hielo de Madrid, la que fuera morgue temporal en la primera ola de la pandemia. A pesar de tratarse de una instantánea de 2019 "que luego cogió otra lectura completamente diferente", Pereira será pionero en España al subastarla el próximo jueves en NFT.

"Estamos abrazando una solución que es impresionante: poder darle una originalidad a una obra, convertirla en única y venderla en ese formato", explica. Para el fotógrafo, la llegada del arte tokenizado -el NFT se empleaba con anterioridad, pero nunca se había sumergido en las aguas de las subastas de arte- "es una clave fundamental".

Dignificar la profesión

La fotografía nunca había gozado de tanta notoriedad entre la propia industria. La instantáneas de la pandemia abrieron unos ojos que permanecían entre series de Netflix, pantallas de Zoom y páginas de libros. Todo ello gracias a la imágenes que convirtieron en realidad una situación que parecía del todo ficticia. La llegada del NFT al arte "ha convertido y posicionado a disciplinas como la fotografía o la ilustración al mismo nivel que un cuadro pintado por Antonio López", indica Pereira.

Ser el primero en España en zambullirse en el negocio tiene al fotógrafo "expectante" de cara a la resolución de la subasta: "es curioso ver cómo funciona, estoy absolutamente convencido de va a poner patas arriba el mundo del arte, porque posiciona a los artistas en un lugar en el que pueden generar una moneda propia", y propicia que "la gente tenga ganas de ser artista, que vean que hay un mercado y que se puede vivir de esto", explica.

El NFT ha posicionado a disciplinas como la fotografía o la ilustración al mismo nivel que un cuadro de Antonio López"

IGNACIO PEREIRA, FOTÓGRAFO

Así, el NFT se ha convertido en "la solución que dignifica nuestra disciplina", una lucha que la fotografía había peleado desde hace décadas.

La proliferación de dicho formato digital es "un reconocimiento al trabajo" detrás de cámara: "es importante que los fotógrafos sepamos jugar bien nuestras cartas, tenemos que ser inteligentes y nos están dando la oportunidad de posicionarnos bien" como gremio. "Ahora se van a poder difundir los JPEG de la foto, pero va a haber una copia única, y ese es el valor que va a tener un coleccionista para poder vender, disfrutar y posicionar la fotografía en el primer escalón el arte", reitera.

Mediatizar y revolucionar

La popularidad de la foto de Ignacio Pereira provocó que Vox manipulara la imagen original para llenarla de ataúdes. La formación política la customizó en un momento en el que la crispación, el duelo, la lucha, el dolor y la fatiga se reunían en los balcones de toda España, pero se negaron a borrarla tras las quejas de su autor.

"Cuando se puso en contacto conmigo el departamento de comunicación de Vox les dije que tenían que retirar la fotografía inmediatamente porque no tenían los derechos, su respuesta fue negativa, no lo iban a hacer", explica el autor. "Estoy en los juzgados llevándolo con mi equipo de abogados para que sea el juez quien dictamine si hay delito o no", mientras espeta, contundente, que ya no entra más al trapo de la polémica.

La imagen de Ignacio Pereira que Vox modificó durante la pandemia.

La falta de criterio a la hora de compartir las imágenes de sus respectivos autores es un debate que las redes sociales hierven de forma reiterada pero, para Pereira, "que nuestras fotos circulen es un éxito, que vaya de un WhatsApp a otro es algo bonito y no hace falta reclamar todas las autorías". Eso sí, siempre que de ellas se haga un uso personal y no empresarial, pues "ahí ya empieza el problema de qué se puede utilizar o qué no".

Que una instantánea consiga notoriedad es considerado por Pereira como un triunfo de la disciplina artística, que a raíz de la crisis sanitaria ha adquirido una "importancia" considerable: "estamos dejando de leer y lo que queremos es un impacto visual muy rápido en el que nos expliquen lo que está pasando", afirma.

Beeple ha puesto la alfombra roja

Mike Winkelmann (Misuri, Estados Unidos, 1981), nombre real del artista Beeple, devolvió a la palestra el debate de si todo vale a la hora de categorizar los diversos escalones que conforman el universo artístico. Su obra tokenizada de récord se pagó en Ethereum por medio de criptomonedas, por lo que la obra “no puede en ningún caso ser copiada ni plagiada porque se ha creado con tecnología blockchain”, advertían desde Christie's en un comunicado.

Tienes que demostrarle al coleccionista que lo que está comprando ahora va a tener sentido en el futuro"

IGNACIO PEREIRA, FOTÓGRAFO

“Los artistas llevan más de 20 años utilizando hardware y software para crear obras de arte y distribuirlas por internet, pero nunca hubo una forma real de poseerlas y coleccionarlas. Con los NFT eso ha cambiado. Creo que estamos asistiendo al inicio del siguiente capítulo de la historia del arte, el arte digital. Se trata de una obra que tiene tanto oficio, mensaje, matiz e intención como cualquier otra realizada en un lienzo físico, y me siento más que honrado y humilde por representar a la comunidad del arte digital en este momento histórico”, admitía el propio artista tras la venta de Everydays: The First 5000 Days.

"Todo es susceptible de ponerse a la venta, lo difícil es que alguien lo compre", afirma Pereira en torno al debate de si una imagen, real o digital, merece el mismo reconocimiento que obras artísticas con riguroso peso histórico. "Un coleccionista que va a comprar algo se informa. Yo no compro una cosa que me va a costar 20.000 euros porque me ha dado un impulso, se investiga un poco sobre el artista", explica el fotógrafo.

"Cualquiera puede hacer una foto casual ganadora, pero tienes que demostrarle al coleccionista que tienes un recorrido y que lo que está comprando ahora va a tener sentido en el futuro, porque el que compra es para invertir, no para disfrutar", apunta. El arte se asoma a una nueva era en la que los límites pondrán a prueba hasta su terminología.