En verano de 1966 Sergio Leone grabó en Burgos la tercera película de su Trilogía del dólar. En uno de los emplazamientos en el término municipal de de Santo Domingo de Silos construyó, con el beneplácito de las autoridades franquistas y la mano de obra del Ejército español, un cementerio de cinco mil tumbas entre las que se desarrolla el duelo final de El bueno, el feo y el malo y entre cuyas cruces se escondía un botín de cientos de miles de dólares por los que bien merecía ser el más rápido desenfundando. Puro spaghetti western, marca de la casa Leone que arrasó en las taquillas y que cuenta con una de las bandas sonoras, de Ennio Morricone, que se encuentra entre las mejores de la historia del celuloide.

Toda la mítica que rodea a la cinta dejó huella en la comarca y un grupo de vecinos, reconocidos frikis de la peli que crecieron escuchando historias de familiares sobre el rodaje de la cinta, se decidieron a recuperar Sad Hill, el gigantesco cementerio del que todavía quedaban vestigios. Agrupados en la Asociación Cultural Sad Hill se propusieron celebrar los 50 años del rodaje, en 2016, con el lugar recuperado. Y lo lograron.

De la tarea titánica de devolver el lugar a su estado en 1966, con la implicación de personas de toda España y de varios países, da cuenta el documental Desenterrando Sad Hill dirigido por Guillermo de Oliveira y grabada en paralelo al desarrollo del proceso de recuperación del lugar. “Me enteré de que el cementerio seguía existiendo y que además había una gente en Burgos que querían desenterrarlo y devolverlo a la vida y a mí eso me parece una idea muy hermosa y muy poética y que encerraba una historia”.

Los actores con un guardia civil.

Con la idea en mente de hacer un corto documental sobre “la idea quijotesca de querer devolver el cementerio de Sad Hill a la vida 50 años después”, el realizador se lanza a grabar el lugar tan pronto se entera de que la Junta de Castilla y León da permiso a la Asociación Cultural Sad Hill para cavar.

“Lo que que no podía imaginarme es que lo fueran a conseguir y que se convirtieran en un fenómeno que atraería a gente de otras provincias, de Francia o de Italia o que surgiera un modelo de apadrinamiento de tumbas para seguir adelante con el proyecto”, explica. En ese momento a la quijotada de recuperar el cementerio se sumaría la suya de rodarlo en un documental en el que consigue entrevistar a personas clave de El bueno, el feo y el malo como Clint Eastwood o Ennio Morricone.

El lugar recuperado

Primeras jornadas de trabajo.

El alcance del cine en las personas

El resultado es un documental, que desde el día 18 se podrá ver en cine, con el que reivindica “el papel de la cultura, del arte, de la música y el cine a la hora de transformar y tocar a la gente. De la conexión emocional que se produce cuando uno escucha una canción, asiste a un concierto o a una sala de cine; de las consecuencias que esto tiene en las personas”, explica el realizador.

La historia del documental y el propio movimiento vecinal para recuperar el cementerio se han ido retroalimentando porque cuando él conseguía entrevistas, como la de Ennio Morricone, “los voluntarios se animaban a seguir trabajando porque sentían el apoyo de personas clave en la mítica película”, asegura el realizador.

Tumba apadrinada por Alex de la Iglesia.

Hoy el cementerio de Sand Hill tiene el círculo de piedra completamente desenterrado. El muro de alrededor está reconstruido y de las 5000 tumbas ya están colocadas unas 3500. Siguen teniendo margen para 1500 más, pero cada vez que se presenta el documental, como en un festival de cine se disparan los apadrinamientos.

Los actores y el director en el cementerio.

Reivindicando a Leone

El bueno el feo y el malo fue una de esas películas con mucho éxito, que a la gente le gustaba pero que la crítica denostaba. “Christopher Frayling, biógrafo de Leone, decía que a los grandes del cine italiano, como Bertolucci, Fellini o Pasolini, se les tenía en alta estima pero a Leone no se le tomaba en serio porque sus películas no iban sobre Italia, sus películas se desarrollaban en un universo americano y que se lo daban en España y eso la crítica no se lo perdonaba”.

Para Oliveira el mejor filtro para para distinguir lo que perdura o no perdurará en el mundo de la creación es el tiempo “y medio siglo ha sido más que tiempo suficiente para darse cuenta de que El bueno el feo y el malo es una película que nos acompañará al menos un siglo más”. Y, si no aguanta, ya tiene donde ser enterrada.