Soledad entre humor encubierto, pero solitud al fin y al cabo. Los pacientes de una residencia de ancianos en Chile desconocen la verdadera labor de espía de Sergio, pero poco importa. Lloran, ríen y se enamoran. Así es el canto a la vida de El Agente Topo (Maite Alberdi, 2020), que llega a España este viernes con una presentación inmejorable: nominada al Óscar en la categoría de ‘Mejor largometraje documental’ y con dos productoras españolas que han tejido sus primeros hilos del bolillo para que el engranaje final sea su consagración en los premios más importantes del séptimo arte.

"Sigo repitiéndolo en voz alta para creérmelo, llegar a los Óscar es muy difícil", afirma emocionada María del Puy Alvarado a El Independiente, fundadora de la productora Malvalanda. "A mí me llamó alguien de Amazon para entregarme un paquete y pensé, ¿pero qué hace este aquí en este momento?", ríe Marisa Fernández Armenteros, la otra pieza del puzzle en el entramado que convierte a ambas en coproductoras y productoras ejecutivas del largometraje de Alberdi. "Llamé a Marisa y estaba llorando como si no hubiera un mañana. Ahí entramos en colapso", relata María.

Que Chile haya apoyado su cabeza en los hombros de sus productoras ha sido un regalo ciertamente reconfortante. "España fue la primera que estuvo desde el primer momento", afirma Marisa, pues ahora El Agente Topo es una mastodóntica coproducción con Chile (Micromundo), Estados Unidos (Motto Pictures), Alemania (Sutor Kolonko) y Holanda (Volya Films). "Maria y yo hemos sabido acostumbrarnos a las adversidades, cuando se unen cinco países más tienes que ceder, entran mas participantes a opinar", indican.

"A las dos nos va mucho celebrar", ríe Marisa. Sin embargo, ni se juntaron el fin de semana previo a la confirmación de los finalistas de los Óscar, ni lo mencionaron en la mañana en la que saltó la sorpresa definitiva. "Estábamos trabajando, habíamos estado hablando sobre otras cosas por WhatsApp con mucha normalidad". Cuando menos lo esperas, antes ocurre.

La edad no es más que un número

La pandemia ha situado a El Agente Topo como una reivindicación del trato, cuidado y tiempo que dedicamos a nuestros mayores, principalmente los que habitan en residencias, pero cuando María y Marisa decidieron apostar por la producción chilena, el mundo era un caos ordenado. "Entramos antes de la pandemia en el proyecto y en aquel momento ya era un tema que nos parecía importante abordar. La crisis sanitaria ha colocado la temática de la película en un lugar central, porque lo que hemos vivido con nuestros mayores han sido películas de terror y esto nos debería hacer reflexionar sobre los cuidados que reciben", afirma del Puy. Sin embargo, las productoras consideran que el documental es un canto a la diversión que se aleja del drama.

Es una película que muestra que nuestros mayores también se enamoran y hacen amigos a los 85 años, y eso tiene que ver con la vida"

Marisa Fernández, PRODUCTORA DE EL AGENTE TOPO

"Es una película que muestra que nuestros mayores también se enamoran y hacen amigos a los 85 años, y eso tiene que ver con la vida", añade Marisa. "A la salida de la película nos gustaría que la gente dijera, “voy a llamar a mi padre, a mi madre o a mis abuelos”. Esa es la esencia y el mensaje a extraer".

Ambas coinciden en que su apuesta por la película de Maite Alberdi, una directora cuyos proyectos siempre habían llamado su atención por la peculiaridad de su comedia, se ha convertido en "un viaje personal y profesional increíble, nos ha cambiado", explica la fundadora de Malvalanda. A pesar de los escollos pandémicos, pues se estrenó en enero de 2020 en el festival de Sundance, pero asumió cancelaciones posteriores infinitas, el trabajo de las productoras se ha triplicado para poder mantener a El Agente Topo vivo y coleando en las apuestas: han renovado el agua de su pecera de forma constante para permitir que llegue con vida a las salas y al circuito de premios inundado por las mascarillas y las continuas precauciones.

Marisa Fernández Armenteros (izquierda) y Maria del Puy Alvarado, productoras españolas de El agente topo. Cecilia Malo.

"Afortunadamente llegó el Festival de San Sebastián y nos ayudó a posicionar la película internacionalmente. España ha sido muy importante como territorio, aquí se ha apostado por estrenarla primero en salas", relata Marisa. En Latinoamérica ha ido directamente al streaming de la mano de Netflix.

La mujer productora, el nuevo pico del Everest

Se dice, se habla, se escucha... pero poco cambia. Las preocupantes cifras representativas de la mujer en altos cargos de poder siguen conformando un único piso del infinito rascacielos de la sociedad. Extrapolado a sectores específicos, los porcentajes sonrojan.

Nuestra generación no tiene tantos referentes porque no había tantas mujeres productoras, lo que necesitan las jóvenes es una mujer presidenta del Gobierno"

María del Puy ALVARADO, FUNDADORA DE LA PRODUCTORA MALVALANDA

"No hay suficientes mujeres en cargos de responsabilidad en el mundo audiovisual, como sucede en gran parte de los sectores laborales. Esta es una película liderada por mujeres y queda un largo camino por recorrer hacia la igualdad", afirma María del Puy Alvarado.

"A veces no nos podemos quedar solo con que haya mujeres, sino con que éstas ejerzan el poder, su trabajo y su responsabilidad desde otro sitio, no desde los códigos masculinos que hemos heredado", explica Marisa. "También quiero trabajar con hombres, pero lo más importante es ver dónde ponemos el foco. Es momento de que haya mujeres, pero en los puestos donde se toman las decisiones de los contenidos que el público va a ver, que siempre lo han venido decidiendo ellos", añade.

Como dos mujeres llevando a sus espaldas la única representación española en la próxima edición de los Óscar, además de contar con una larga experiencia en el mundo de la producción, tanto María como Marisa tienen la esperanza puesta en las nuevas generaciones, que admiten, vienen "pisando fuerte".

"Nuestra generación no tiene tantos referentes porque no había tantas mujeres productoras, lo que necesitan las jóvenes es una mujer presidenta del Gobierno, para empezar. O tener una mujer candidata que esté en los debates en los que se habla constantemente de igualdad y feminismo", espeta la creadora de Malvalanda. Ambas coinciden en que ya es hora de que las mujeres puedan decidir por qué temáticas apostar y qué historias presentar al público, una tarea que parece haber quedado relegada a las particularidades personales de los creadores masculinos.

No nos podemos quedar solo con que haya mujeres, sino que éstas ejerzan el poder desde otro sitio, no desde los códigos masculinos que hemos heredado"

MARISA FERNÁNDEZ, PRODUCTORA DE EL AGENTE TOPO

"Las mujeres siempre tendemos a ser muy perfeccionistas, pero hay que saltar. Me gustaría ayudar a saltar a otras mujeres. Insisto, María trabajará con hombres, yo también, no les queremos quitar el espacio en ningún momento, hay grandes creadores, pero dejemos, por favor, que entren en escena guionistas y productoras que han estado silenciadas y que no han podido desarrollarse", espeta Marisa.

Entablando una conversación con la naturalidad del que encara un debate improvisado, María y Marisa muestran una complicidad y pasión por su trabajo que explica por qué su Agente Topo ha llegado hasta las costas californianas. Aunque no saben si podrán ir a Estados Unidos a vivir la completa experiencia Hollywoodiense, están dispuestas a compartir una copa de champán con Maite Alberdi aunque sea por Zoom, la bautizada como nueva alfombra roja.

"A mí me cuesta proyectarme con el Óscar, todavía estamos aterrizando mentalmente con la noticia", reitera del Puy. "No María, no podemos ser tan patos, nos juntaremos", le responde Marisa para evitar que tengan que compartir la noticia de una posible victoria vía WhatsApp de nuevo. "Es prácticamente imposible que vayamos a ganar, si ocurre eso nos ha tocado el Euromillón", replica Marisa.

Con sus teléfonos echando humo y un listado de entrevistas pendientes, las coproductoras recogen en sus palabras numerosos años de esfuerzo que comienzan a ser recompensados, y sobre todo, visibles.