Cine

ESTRELLAS Y ESTRELLADOS (III)

James Dean, un Porsche Spyder y una leyenda 'Gigante'

El accidente de tráfico que terminó con la vida de James Dean dejó en ciernes el rodaje de 'Gigante', una película que se estrenó un año después de su fallecimiento y que agrandó el mito del actor

Liz Taylor y James Dean en el rodaje de 'Gigante' WB Pictures

Con actitud esquiva, vestido como un mendigo y sin ápice de interés por el trabajo que el director George Stevens le había encomendado, James Dean llegaba al rodaje de Gigante (1956) como el que busca en cada instante un motivo para abandonarlo todo.

La cinta echó a rodar en el verano de 1955 con el objetivo de plasmar la historia de una dinastía de ganaderos y petroleros, contando además con un reparto de lujo que completaron Liz Taylor y Rock Hudson. Terminó siendo catalogada, e igualmente recordada, como el último trabajo del bautizado como enfant terrible de la meca del cine.

A bordo de su Porsche Spyder, Dean fallecía en un accidente automovilístico el 30 de septiembre de 1955. A él le bastaron tres películas para forjar su leyenda, dos de ellas llegando a la gran pantalla de forma póstuma y agrandando su atormentada figura: primero, Rebelde sin causa (1955) y más tarde la cinta de Stevens. Debutó con Al este del Edén (1954) un año antes de su desaparición.

A los problemas parciales que el director de Gigante tuvo que hacer frente -celos entre el trío de actores, problemas de actitud o rumores de homosexualidad de Hudson que tuvo que paliar por la latente homofobia de la época- se añadió la prematura e inesperada muerte del actor de Indiana: un suceso que favorecería a su filme, pero que dificultó la progresión del rodaje.

El largometraje obtuvo 10 nominaciones a los Premios Oscar. George Stevens se llevaría la estatuilla dorada a 'Mejor director' en la gala de 1957, pero Gigante también recibió nominaciones en las categorías más laureadas, incluyendo una póstuma para James Dean junto con Rock Hudson en 'Mejor actor' o 'Mejor película'.

Doblaje de postín

Los avances tecnológicos han permitido que las situaciones adversas puedan paliarse con la inteligencia artificial y los efectos especiales avanzados. Así sucedió en el caso de Carrie Fisher, que interpretó a Leia Organa en la saga de Star Wars. La actriz falleció el 27 de diciembre de 2016 cuando ya tenía cerrada su aparición en las dos películas restantes de la nueva horda de entregas galácticas (El Episodio VIII y el Episodio IX, estrenados en 2017 y 2019, respectivamente). Gracias a la reconstrucción facial por medio de las escenas que Fisher ya había grabado, Disney pudo contar con su presencia -póstuma-.

Sin embargo, en 1955 los efectos especiales que se manejaban eran los fondos escénicos de cartucho, corcho y cartón. El repentino accidente de tráfico de James Dean obligó al director a convertir las habichuelas en caviar, y a revertir una situación compleja que le había dejado sin una de las figuras protagonistas de su cinta.

Debido a que el rodaje no estaba finalizado, George Stevens tuvo que emplear escenas previamente grabadas para poder poner el broche final a Gigante. Asimismo, tuvo que contratar a un actor de doblaje, Nick Adams, para que doblase las frases del guion que el propio Dean no llegó a enunciar.

Celos, homosexualidad y un embarazo

George Stevens no sólo tuvo que paliar con la muerte de James Dean, también lidió con una escasa química entre sus dos protagonistas principales y con un embarazo de Liz Taylor que obligó a la productora, Warner Bros., a retrasar el estreno de Gigante.

Rock Hudson y James Dean no congeniaban y las malas lenguas avivaron la llama de los celos entre ambos. A todo lo anterior, la productora tuvo que hacer frente a una oleada de rumores que cuestionaban la sexualidad de Rock Hudson. Aunque era un secreto a voces que el actor era homosexual, le obligaron a casarse con su secretaria, Phyllis Gates, para acallar las voces y evitar que su orientación fuese del todo pública.

A todo lo anterior había que añadir la escasa relación que existía entre ambos, los celos de Hudson por Dean y la pésima y altiva actitud con la que éste último encaró el rodaje a pesar de su temprana edad y su escasa experiencia en el universo del celuloide.

Otra guerra a la que Stevens tuvo que hacer frente fue a la elección de Liz Taylor como Leslie Benedict. A pesar de haber trabajado juntos en Un lugar en el sol (1951), el director tenía otros planes para el rol femenino estrella del filme. Otro factor que condicionaba la elección de la actriz británica era su embarazo.

Taylor se alzó con el papel, pero la fecha de lanzamiento de la película se retrasó unos meses para que pudiera dar a luz a su segundo hijo, Christopher. Dicha eventualidad provocó que Warner Bros. aprovechara el parón para estrenar Rebelde sin causa (1955) con un Dean ya fallecido.

Una localización de éxito

Marfa, en Texas (Estados Unidos), es actualmente conocida por albergar hectáreas de desierto y una tienda de Prada que se erige entre el oasis y el escenario típico de las cintas de spaguetti western.

Fue la localización empleada para el rodaje de Gigante, lo que convirtió al municipio texano en un enclave turístico en los años 50. Todos querían visitar la ciudad en la que James Dean grabó su última película, y quién sabe, quizá también replicar la mítica escena del salpicón de petróleo.

Marfa sigue siendo escogida como escenario cinéfilo. En la última década se rodaron allí There Will Be Blood (2007) y No es país para viejos (2007), la cinta dirigida por los hermanos Coen que le valió el Oscar a Javier Bardem como 'Mejor actor de reparto'.

Todas las claves de la actualidad y últimas horas, en el canal de WhatsApp de El Independiente. Únete aquí

Te puede interesar