Alejandro González Calvo ha visto muchas películas. Desde que es crítico de cine, dice, la media es de entre 350 y 400 al año, a lo que habría que sumar decenas de series más. A través de la web Sensacine y de su canal de Youtube (que cuenta con más de 400.000 suscriptores), se ha dedicado los últimos quince años de su vida a acercar su pasión a la gente. Tanto con críticas a los contenidos más nuevos como con análisis más profundos de directores, géneros y del lenguaje cinematográfico en sí mismo, con sus especiales llamados 'A Quemarropa'.

Hace unos meses la Editorial Planeta le encargó una tarea difícil: recopilar 101 películas imprescindibles para ver en la vida, y asignar cada una de ellas a una edad concreta. Y le dieron de plazo sólo cinco meses para hacerlo. Cuenta que pensó en rechazarlo por falta de tiempo, pero la oportunidad era demasiado jugosa. Así nació Una película para cada año de tu vida, que acaba de publicarse.

Desde grandes obras maestras como El Padrino y clásicos como Centauros del desierto hasta animaciones como El viaje de Chihiro y comedias como Zombies Party (que la recomienda para las personas de 93 años), Calvo disecciona el cine y, de paso, también se disecciona a sí mismo. La última de todas las películas es, como no podía ser de otra manera, 2001: Una odisea del espacio, porque si hemos de marchar, como él mismo dice, "hagámoslo por la puerta grande".

Pero mucho antes de todo eso, en la misma introducción, queda claro el verdadero mensaje del libro: que el cine, en el fondo, es solo cine, y que lo que verdaderamente le da sentido a la películas es salir a la calle, vivir y pegársela sin miedo. Y que sólo entonces, mientras vayamos cosechando victorias y derrotas, tiene sentido ir viendo cine.

Pregunta. He visto en LinkedIn que eres ingeniero químico, ¿qué te llevó a estudiar esa carrera y cómo llegaste a ser crítico de cine?

Respuesta. Soy ingeniero químico titulado. Y me costó un huevo sacarme la carrera, tardé siete años cuando en realidad son cinco. Pero es que con 17 años, que es cuando entramos a la universidad, no tenía ni puta idea de qué hacer. Ya escribía críticas y me habían publicado, pero nadie te empuja en ese camino, yo me empujé solo. Puestos a elegir podría haber estudiado cualquier cosa.

Pero yo había hecho ciencias puras, porque había algo en el desafío intelectual de estudiar química que era precioso. Moviéndonos en lo estrictamente teórico, la aplicación práctica no me interesaba nada. Era algo muy abstracto y muy difícil, pero aprenderlo y controlarlo, cuando lo conseguías, era una preciosidad. Pero me saqué la carrera y nunca más he vuelto a ser químico, por el bien el bien de las centrales nucleares. 

P. ¿Por qué un libro y por qué ahora?

R. Me lo ofrecen, es un encargo. Yo soy digital, he estado toda la vida viviendo de Internet. Cuando me llamó Planeta me sorprenden totalmente, porque no era un proyecto de vida. Y encima me dieron muy poco tiempo para hacerlo. Yo en ese momento tenía que acabar el 'A Quemarropa 13', porque lo tenía que estrenar en el festival de Gijón, y tenía que cubrir los festivales de Venecia, Donosti, Sitges y Gijón. También tenía que no descuidar a mis dos hijos, y tengo un programa mensual que es 'Tarde de perros'. Empecé a hacer cálculos y pensé que ni de coña.

Se me pasó por la cabeza decir que no, pero era una oportunidad, porque no había escrito ningún libro. Lo hablé con mi mujer, porque obviamente iba a afectar a la dinámica familiar. Y bastante hace ya ella, porque mis horarios a veces son una locura. Al final llegamos a un acuerdo casi los cuatro, también con los niños. He tenido mucho apoyo en casa, y ahí está, ha salido. Estoy bastante orgulloso de haber podido acabarlo.

P. Para alguien acostumbrado a escribir críticas, que son textos más cortos, ¿cómo ha sido escribir un libro?

R. El libro son capítulos dedicados a películas, así que están ahí ahí. Son más largos que las críticas que suelo escribir, pero también son diferentes. Una crítica es un análisis concreto de una película. Pero con esto había una parte de historiografía, una antropológica, una de por qué encaja esa película en esa edad, una parte estética, una emocional de cómo me conecto yo con esa peli… Cada texto era distinto, era una aventura.

Y mola, eso está guay. A mí me preocupa mucho repetirme y aburrirme, trato siempre de hacer cosas distintas. Da mucho más trabajo, pero es mucho más divertido y al final el resultado es mucho mejor. En el libro yo me metía en un texto y no sabía por dónde iba a tirar. Hay algo ahí de accidental e instintivo.

P. ¿Qué criterio has seguido para establecer a cada película una edad en concreto?

R. Una sensación de que eso podría encajar ahí, unas emociones concretas. Sabiendo que me podía equivocar. El libro es muy personal, mucho más de lo que puede parecer a primera vista. Hay veces que era porque el director tenía esta edad cuando la hizo. Otras era la edad que yo tenía cuando la vi. Pero hay algunos capítulos que tienen mucho más sentido que otros. Te diría que hasta los 44 años, que es la edad que tengo, el libro es una autobiografía oculta y está muy bien pensado. Por encima de esa edad es discutible como he colocado las películas.

El otro día alguien me preguntaba que cómo había puesto El Padrino en los 55 años. Yo la vi con 13, y es verdad que no tienes por qué esperar hasta esa edad para verla. Pero probablemente ver Adventureland a los 19 sea gordo. Y ver La Diligencia a los 13 no lo vas a olvidar en tu vida. No es una Biblia, es un juguete.

P. ¿Crees que es importante ver la película correcta en el momento de tu vida correcto, o siempre va a ser el momento correcto para ver la película correcta?

R. Lo has dicho perfectamente. Las películas correctas las puedes ver cuando quieras. Pero es cierto que hay algunas que en función de cuándo las ves te golpean con mucha más intensidad. Pero tampoco hay que forzar nada. Una película te puede cambiar la vida, y te la puede hacer mucho mejor, pero no entendamos el cine como una asignatura. Hay que encontrárselo de forma natural.

En 1987 yo tenía 8 años, y ese año las chicas tenían que ver Dirty Dancing, saberse la canción y enamorarse de Patrick Swayze. Y los chicos teníamos que ver Depredador, disfrutar con la sangre y querer ponernos cachas como Arnold Schwarzenegger. Y joder, eso es tremendamente injusto. ¿Por qué no puede gustarme Dirty Dancing o a una tía Depredador? ¿Qué mierda es eso?

Dentro de eso hay películas que sí que te cogen. A mí Taxi Driver me pegó de la ostia. Tenía 13 años, la vi y me cambió la vida. Siendo tan joven, una película tan violenta, compleja, nihilista y con un punto incluso racista... Me atrapó porque la soledad del personaje principal me destruye. Travis Bickle, que es Robert de Niro, es alguien totalmente alienado que no conecta con nadie. Y esa falta de conexión le lleva a la locura. Y en esa locura, paradójicamente, hace un acto muy positivo que es salvar a una menor de la prostitución en una masacre sangrienta.

Yo conecto muchísimo con esa soledad. Me reconozco ahí, en verme rodeado de gente pero estar siempre solo. Es un caso que me ocurrió a mí, no le tiene que ocurrir a todo el mundo. Pero todos podemos encontrar esas películas.

P. ¿Disfrutas más viendo por primera vez una película o revisionando una que ya sabes que te gusta mucho?

R. Revisionando siempre disfrutas un montón, pero la emoción de ver una peli buena por primera vez es lo que hace que siga yendo a Cannes o a Venecia, pese a que acabo odiando los festivales, hecho polvo, comiendo fatal y con cirrosis, probablemente, de lo que acabo bebiendo para poder dormir. Pero cada año se renueva mi pasión por el cine. Este año voy a ver la nueva peli de Scorsese en Cannes, y eso es la ostia. Entonces, ¿qué me gusta más, ver la nueva de Scorsese o volverme a ver Taxi Driver? Coño, me gustan las dos mucho.

La ventaja es que una la voy a ver en Cannes y Taxi Driver probablemente la voy a ver en mi casa. Y ahí el cine es algo básico. Luego también depende mucho de la película, pero al final el buen director es el que es capaz de que aunque te sepas el argumento de memoria la sigas viendo y sigas flipando con ella.

P. La película que recomiendas para los 13 años es La Diligencia, de John Ford, que es de 1944. Pero tengo la sensación de que a muchos jóvenes les cuesta ver cine antiguo, y especialmente en blanco y negro. ¿Lo has percibido tú también?

R. Es una cuestión cultural, de educación. Y es lo que hay que cambiar. Yo nunca menospreciaría a los jóvenes, pero hay que ayudarles y educarles. Darles un poco de directrices para que sepan por dónde empezar. La historia del cine es muy larga, hay mucha cosa y según qué críticos leas puede ser una historia antipática. Te asustan con las películas.

El ‘si no has visto esto no tienes ni puta idea’. Joder, así no tienes ganas de verla. A mi eso me pasó cuando era joven. Me la veía, no la entendía y pensaba que era idiota y no me había dado cuenta, y mientras me sacaba una ingeniería química. Todo ese discurso trato de destruirlo. Soy el enemigo del elitismo y de los dictadores de opinión y las doctrinas. El cine está para disfrutar. 

La gente joven rara vez va a acercarse al cine clásico si no tienen la oportunidad. Y en Netflix no hay cine clásico, ni en Disney, ni en la OTT que quieras. Hemos perdido ahí, porque parece que tengamos una oferta multiplataforma exquisita y lo que tenemos es una oferta exacerbada. Una hipérbaton. Tenemos muchísimo que ver, pero todo es producto de nuevo cuño y por lo general de calidad regular-mal. Está todo el mundo obligado a verse 700 series al año espantosas que las acabas y dices, ¿qué he visto? Da igual, se me ha olvidado.

No me considero un señor rancio. Te digo, vale, mírate The Last of Us, que está de puta madre, pero si te gusta ponte las pelis de zombies de George Romero. Y si descubres que lo que te molan de las pelis de zombies en realidad son los humanos, ponte Yo Anduve con un zombie, de Jacques Tourneur. De entrada es muy difícil, pero si te pones así empezarás construyendo.

P. Háblame un poco de Sensacine. ¿Cómo llegas a trabajar allí, cuál ha sido tu trabajo estos años y cómo has vivido el éxito del canal de Youtube?

R. No llevo tantos. Este año Sensacine cumple 15 años, y yo estoy ahí desde el principio, pero haciendo vídeos solo los últimos cinco. Sensacine era un modelo de web de éxito en Francia hace 30 años, cuando no existía Facebook, ni Twitter, ni Youtube. Otro mundo. Ellos querían clonar la web en España y lo que buscaban era un redactor jefe, que fui yo. Y es lo que hice, una web mainstream, abierta y de información general. Cuando llegué empecé a coger estudiantes de la Complutense y de la Carlos III, y monté una redacción de gente joven con mentalidad digital super guay.

En ese proceso hay un momento que nos fijamos en el vídeo, porque Youtube estaba tirando mucho. Ahí puse a toda mi redacción a hacer vídeos, y de forma natural el canal se queda conmigo, porque son los vídeos que mejor funcionan. Yo soy el primer sorprendido, no me lo puedo ni creer. Los jefes y los gurús no paraban de decirte que la gente es idiota y que lo que quieren son cosas divertidas, rápidas y cortas. Pues no, la gente no es tan idiota. A la gente le gusta aprender cosas, ver cosas que no sabe y curiosidades que le pueden resultar interesantes.

P. Has entrevistado a muchos actores y directores en tu vida. Dime uno que te hiciera especial ilusión y dime otro que te sorprendiera en persona por la razón que sea.

R. Hay de todo. Tarantino las dos veces que he estado con él han sido históricas. Su generosidad ha sido brutal, y siempre le he entrado muy bien, porque he ido por la cinefilia. Y parece una tontería, pero no todos los periodistas que llegan a entrevistar a Tarantino saben de cine. Somos dos frikis, porque al final Tarantino es un friki también, hablando de movidas. Me lo he pasado siempre súper bien. Y he salido siempre súper contento de sus entrevistas.

Y luego, como algo curioso, entrevisté a David Cronenberg. Y él estaba malo, tenía un virus. Cuando nos dimos las manos y vi que se tocaba la nariz… Digo, ¿David Cronenberg me va a pasar un virus?. Es la ostia. Es exacto, es lo que tiene que pasar, que David Cronenberg me pase un virus es la perfección.

P. Los grandes de Hollywood, ¿tu sensación es que son gente con los pies en la tierra o es imposible siendo alguien tan famoso?

No somos capaces de entenderlo. Yo no me puedo poner en su lugar, no les juzgo. Cuando dicen que un actor ha entrado en una espiral les digo ¿y tú que sabes lo que ha vivido? Esas personas viven totalmente alejadas de la realidad. Y cuando les entrevistas y se lo dices no te responden nunca. Nadie me ha respondido. Ni Adam Sandler, ni Leonardo DiCaprio… No te responden cómo sería su vida normal, sólo hacen bromas. Will Smith me dijo ‘bueno, yo como soy muy alto no pasa nada porque tengo siempre controlada la situación’.

No te responden porque no saben qué es ser normal. Entonces no entro a juzgarles. No me puedo poner en su lugar como no me puedo poner en el lugar de un multimillonario. Yo que coño sé lo que hace un multimillonario, ¿comprarse piscinas y llenarlas de langostas? Es que no lo sé, entonces no me meto en sus vidas.

P. Los actores, directores y productoras, ¿cómo se toman las malas críticas?

R. Muy bien. No he tenido nunca ningún problema en todos los años que llevo. Lo más raro fue un director francés que me llamó, aunque no fue por una crítica. Fue porque en el resumen de críticas de medios de nuestra web le salía la media baja. Y llamó desde París poniendo de ejemplo la web homóloga francesa. Es una tontería como un piano, pero pasó. La web francesa tenía una base de datos de medios muy grande, con un montón de medios franceses. Pero nosotros de medios franceses teníamos tres. Teníamos medios españoles, y alguno americano o británico, ¿pero franceses por qué tengo que tener yo?

Ostia la tabarra que me dio ese director. Pero no voy a decir el nombre. Es lo más raro que me ha pasado. Las productoras y distribuidoras tienen esa imagen de que hay que tener cuidado con lo que dices, pero qué va. Yo puse a parir Avatar 2 y a mí Disney me sigue tratando con el mismo respeto y profesionalidad de siempre. 

P. El otro día le escuchaba una entrevista a la presidenta de la Academia de Cine catalán que decía que al cine español le falta ambición ¿Cómo ves tú la salud de nuestro cine?

R. Está genial. Venimos de uno de los mejores años del cine español. Ahora mismo hay una nueva generación, en concreto de directoras, que han dado un cambio brutal. Durante muchos años, entre los 70 y los 90 y sobre todo en los 80, se impuso un cine mainstream pero más infantilizado. No digo que sea malo, porque a mí Cazafantasmas, Regreso al Futuro y ET me flipan. Pero es un tipo de cine más familiar, no tan adulto. Aquí lo que empezamos a hacer fue comedias a lo bruto, y seguíamos releyendo nuestra historia a través de películas sobre el franquismo y la Guerra Civil, con un corte social más marcado.

Eso se agotó muy pronto y cuando llegan los directores de los 90, como Amenábar, Álex de la Iglesia, Juanma Bajo Ulloa o Isabel Coixet parece que va a cambiar hacia un cine más joven, pero se quedó muy viejo muy pronto. No es que faltara ambición, porque había cositas, pero sí faltaba un poco más.

Pero ahora ha salido una generación de estudiantes de escuelas de cine que se lo han currado, están cambiando nuestro cine y están haciendo unas películas increíbles. Carla Simón es más indie, pero lo que hace Bayona, Paco Plaza, Paco Cabezas y Miguel Ángel Silvestre me flipa. Y este año en concreto con animación, terror, drama, cine de autor, con Albert Serra haciendo sus locuras… Me parece magnífico. 

P. ¿Y cuál es la imagen internacional que se tiene del cine español?

R. Almodóvar. El cine español se equipara a Almodóvar a todos los niveles. Es nuestra gran estrella, obviamente, porque es el mejor director que tenemos. Y en Francia y en los circuitos de arte y ensayo y exposiciones bienales es Albert Serra. Luego Bayona es casi considerado americano, porque está haciendo cine americano de primer nivel. Los festivales de cine, como Venecia, Cannes o Berlín, no suelen apostar mucho por el cine español. Por eso que Carla Simón ganara con Alcarràs el año pasado el Oso de Oro fue la ostia. Algo increíble, y muy importante.

Pero siguen sin confiar. Yo me entero de algunas pelis que mandan a Cannes, que se presentan para que se seleccionen y luego no se seleccionan. Magical Girl, de Carlos Vermut, que puede ser la mejor peli española del siglo XXI, Cannes la rechazó. ¿Por qué la rechazas, gilipollas? Con perdón, pero muy mal. Sí que es verdad que este año cogieron As bestas, que fue un sorpresón y moló mucho. Y eso nos lo llevamos. Así que poco a poco. Lo que sí que es importante es que el espectador español conecte con estas películas. Y no han tirado mal. Tienen que ir aún mejor, pero es un modelo de cine que nos pone en la vanguardia. De momento el cine español de este año ya ha sido mejor que el cine francés.

P. Para acabar, coméntame un poco cómo esta la salud de la crítica cinematográfica. ¿Ha cambiado desde que empezaste?

R. La crítica de cine en sí misma no ha cambiado, se sigue haciendo lo mismo. Y yo creo en ella. Ha cambiado el formato en el que se hace, porque antes sólo existía en revistas y periódicos. Había 15 críticos en España que podían ganar dinero. Con Internet cualquiera puede convertirse en su propio medio, y empieza a hacerse un montón de crítica de cine.

A mí cuando me entrevistan los chavales me preguntan qué me parece toda esta gente amateur que está haciendo canales de Twitch, que está hablando de cine sin tener ni idea, haciendo podcasts pueriles… Y ¿sabes lo que digo yo? Mira tío, podrían estar drogándose, o atracando a señoras por las esquinas. Y están haciendo críticas de cine. ¿Que lo hacen mal y les falta bagaje? Bueno, ¿y yo cuando empecé te crees que escribía bien? ¿Crees que tenía bagaje cultural? ¿Que yo a los 12 años me había visto Tarkovski? No, te lleva tiempo. Tardas en entender las cosas. Por eso a mí toda esta gente que se está dedicando a hablar de cine sin tener ni idea tiene todo mi apoyo.