Intentos autolíticos, la culpa, la sangre... y la dureza de la Andalucía rural de los setenta. Estos son algunos de los ingredientes de La Espera, la última película de F. Javier Gutiérrez. La anterior fue la tercera entrega de la franquicia The Ring para Paramount Pictures, que debutó en el segundo puesto de la taquilla estadounidense, sumando una recaudación de 83 millones de dólares a nivel mundial.

En La espera, que llega este viernes 15 de diciembre a los cines, Eladio, guarda de una finca, acepta el soborno de un cazador. Semanas después, su vida entera se colapsa. Lo que parecía un vuelco favorable del destino se convertirá en un macabro descenso a los infiernos en el que el protagonista verá puesta a prueba su cordura.

Este es el punto de partida de un largometraje que supone el reencuentro del director con Víctor Clavijo después de 3 Días. En una entrevista con El Independiente realizada en las butacas de una de las salas de los Cines Ideal, Clavijo recuerda que no se cuestionó aceptar el papel a ciegas por su confianza ciega en el director.

Cuando finalmente leyó el guion, le asaltó la duda qué habían visto en él para dar vida al complejo Eladio, pero quedó hechizado por el proyecto. "Yo no había hecho ningún personaje tan rural, todos han sido bastante urbanitas, aunque fueran de época. Javi me advirtió que la película sería pequeña y mucho más dura que 3 días. Le dije 'no puede ser', pero tenía razón", añade.

En La espera le vemos enfrentarse a la muerte repentina de varios seres queridos, a las adversidades de pertenecer a una clase baja en un entorno hostil a más no poder, a lo que parece una maldición y hasta a transformarse en jabalí, todo ello en un personaje prototípicamente masculino que apenas verbaliza sus sentimientos, aunque la ira y la tristeza se le desbordan por los ojos.

Para dar vida a este personaje, el algecireño tuvo que perder 7 kilos, aunque esta no ha sido la única dificultad del trabajo: como a otros actores del estilo de Evan Peters, al actor le afectó la gravedad del personaje.

"No quiero sonar a estrellita de Hollywood, pero estoy haciendo una serie en Sevilla y, curiosamente, comparte algunos técnicos con La espera. Hace un par de semanas, me dijeron que, durante el rodaje, yo no respondía por Víctor, sino por Eladio, algo de lo que no era consciente", expone.

"Cuando acabas una película, te quedas tocado un tiempo: tu cabeza sabe lo que estás haciendo, pero el cuerpo no lo entiende, lo vive como si fuera real"

víctor clavijo

Para el intérprete, esto se debe a una concentración imprescindible para la película. "Tenía que estar contenido como una olla a presión todo el rato, incluso en cualquier plano en el que no hubiese a priori una ruptura emocional del personaje o un pico emocional gordo queríamos que la emoción estuviese todo el rato presente", apunta. Sobre la manera en la que lo transmite, explica cómo decidió centrarse en las emociones y dejar que estas se vieran solas. "No pienso en mirar a izquierda o derecha, sé que si la emoción es auténtica la cámara la va a reflejar a través de mi mirada, porque la mirada es como una radiografía para la cámara, no engaña", reflexiona.

El extenuante rodaje duró cuatro semanas cuando para el andaluz requería el doble. Esto hacía que muchas secuencias se grabaran con una única toma. Por si fuera poco, el hecho de que tenga tantos exteriores complicaba el proceso llevado a cabo en Cantillana (Sevilla) y en agosto por la necesidad de que la luz natural y las condiciones fueran óptimas.

Víctor Clavijo ve su mano transformándose en una pata de jabalí | Spal Films

Clavijo apunta que, incluso los fines de semana, le costaba desconectar del todo. "Hay una parte de ti que está conectado todo el rato con el personaje. No pierdes la cordura, pero, aunque tu cabeza sabe que estás actuando, el cuerpo no lo entiende y lo vive como algo real. Es difícil cambiar el chip al final del rodaje y decir 'estoy feliz', si hubiese durado varios meses habría sido preocupante".

La película cuenta con la particularidad de unos 40 minutos sin diálogo prácticamente imperceptibles al espectador, algo relacionado con el cuidado sonido de Zeltia Montes (La red púrpura y Que nadie duerma) y a una fotografía firmada por Miguel Ángel Mora, quien además de haber trabajado con F. Javier Gutiérrez en otros proyectos, colaboró en la serie Cuéntame cómo pasó.

"El el empaque final es para mí es otra demostración del talento de Javi. Yo visualizaba algunos planos en el monitor, pero me costaba entender cómo iba a quedar todo y el aire que se iba a respirar en la película, también saber cuál sería su tempo. El trabajo de Zeltia ha sido muy difícil, porque es de apoyo constante sin músicas llamativas o melódicas, sino que está en un segundo plano".

"La mirada es una radiografía para la cámara"

Ambientada en Andalucía y con personajes con acento de la región, se suma a la lista de filmes que ponen la comunidad autónoma sobre el mapa, haciendo que resulten añejos aquellos tiempos en los que los actores del Sur de España ocultaban sus acentos sin que el argumento de la película lo justificase.

"Que nos permitan trabajar con el acento y alejarnos del cliché del andaluz o el cliché del gallego o el cliché del catalán me encanta. Me encanta ver películas catalanas en catalán, me encanta ver películas gallegas en gallego... y qué te cuento del cine vasco, me encanta verlo en euskera y no tengo ni pajolera idea de euskera. Hay una riqueza enorme en este país, también con sus mitos y leyendas, y es un terreno por explorar increíble. Hay mucho mundo más allá de Madrid", defiende

De cara al estreno y tras obtener valoraciones bastante positivas, se muestra tranquilo: "Sabemos que tenemos un buen producto entre manos, lo pienso desde que vi la película y me di cuenta de que era diferente y la crítica lo ha ido corroborando, ha hecho que me dé cuenta de que no era un flipado. Ahora intento desprenderme de la presión de cara a la taquilla, pero espero que mucha gente la descubra a partir del viernes y que le sorprenda", concluye.