La Segunda Guerra Mundial sigue embaucando a historiadores y cineastas en 2024. Y sí, según parece, todavía siguen quedando historias que contar. Este viernes 15 de marzo llega a los cines tras su preestreno en el Festival de Málaga —en el que se alzó con el premio del público— Stella. Víctima y culpable.

Distribuida en España por Twelve Oaks Pictures, esta película dirigida por el alemán Kilian Riedhof (No tendréis mi odio) busca llevar al espectador a reflexionar sobre qué haría si se viese en un contexto en el que tuviese que traicionar a los suyos por salvar su vida, pero también sobre el auge de las extremas derechas.

Para ello se vale de alguien que existió en la realidad, Stella Ingrid Goldschlag. La película narra el descenso a los infiernos de esta judía que cantaba swing y jazz con sus amigos y soñaba con hacerlo en Broadway hasta que el conflicto bélico lo cambió todo, haciendo que viviese en la clandestinidad:

De repente se vio trabajando en una fábrica de armas con su madre, chantajeando a los que hasta antes de ayer formaban su entorno a cambio de papeles para poder moverse libremente por la ciudad y, finalmente, entregándolos para que fuesen distribuidos por campos de concentración como Auschwitz, Terezin o Mauthausen.

La cinta ha sido documentada con un libro escrito por el excompañero de clase de Stella Peter Wyden, así como con los informes de los juzgados de la época. El resultado muestra a una impecable Paula Beer (El cielo rojo) dando vida a la compleja Stella: estoica, decidida y ambiciosa; pero a su vez es víctima de violencia física y sexual, de manipulación y de unos tiempos que le ha tocado vivir a los que no se resigna.

La historia detrás de 'Stella. Víctima y culpable'

Stella nació en Berlín en 1922 en el seno de una familia intelectual, ya que su padre era el periodista y compositor Gerhard Goldschlag y su madre, Tony Goldschlag, también era músico.

Con la primera ley que limitaba los derechos de los judíos, la Ley de la Restauración de la Administración Pública, promulgada en 1933, empezó el calvario para la familia, pues los progenitores fueron excluidos de la administración pública al considerarse "políticamente poco confiables".

Ya en 1941, el oficial de las SS Reinhard Heydrich decretó que todos los judíos del Reich mayores de seis años la insignia distintiva de la estrella de David amarilla en un fondo negro sobre el pecho, con la palabra judío escrita dentro de la estrella.

Stella (Paula Beer) y su madre Toni Goldschlag ( Katja Riemann), escapan de una redada en la fábrica en la que trabajaban | Twelve Oaks Pictures

Esto derivó en que Stella optase por llevar una doble vida y, aprovechándose de sus ojos azules y de su cabello rubio, que aclaró aún más con ayuda de su madre, se dedicó a deambular por las noches a escondidas, intentando sacar provecho de sus relaciones con agentes del régimen, pidiéndoles cartillas de racionamiento o carnés de identidad alemanes para poder circular con libertad.

Además de utilizarlos para ayudar a sus padres, Stella comenzó a traficar con estos documentos en tándem con el falsificador de pasaportes judío Rolf Isaakson (interpretado por Jannis Niewöhner), con el que además empezó un tóxico romance y fue uno de sus cinco maridos —el primero, Manfred Kübler (interpretado por Damian Hardung), fue capturado en la primera redada que la SS hizo en la fábrica de armas—.

Esto terminó en julio de 1943 cuando, delatados por una antigua amiga, los dos fueron detenidos. Stella fue encarcelada entonces por la Gestapo y torturada duramente por los agentes que buscaban a Cioma Schönhaus, otro falsificador de pasaportes.

Stella, junto a sus padres, en el principal centro de deportación de Berlín | Twelve Oaks Pictures

Pese a que apenas podía caminar por los golpes, Stella logró escapar de la prisión y acudir al hostal en el que seguían escondidos sus padres, algo que sentenció a la familia, que en pocas horas fue arrestada y llevada al Grosse Hamburger Strasse, principal centro de deportación de Berlín durante el régimen.

Fue aquí cuando se le preguntó por sus talentos y, aunque intentó trabajar para la Gestapo como cantante, finalmente su colaboración consistió en ir en búsqueda de judíos que ocultaban serlo y seguían haciendo vida normal en la capital alemana, algo fácilmente reconocible para ella, pues era su situación hasta unos días antes y sabía por dónde se movían.

La película enseña cómo al principio se hacía la despistada y no delataba a nadie, pero ante la amenaza inminente de que mandasen a sus padres a Auschwitz, terminó colaborando activamente con la Gestapo.

Stella Goldschlag (Paula Beer) y Rolf Isaakson (Jannis Niewöhner) buscan judíos en el teatro | Twelve Oaks Pictures

Esto hizo que obtuviera privilegios como tener una habitación individual, alimentarse bien o vestir suntuosas ropas, algo por lo que los judíos del centro, que en una inmensa mayoría rechazaban prestar servicio a la Gestapo traicionando a los suyos, fueron muy duros con ella.

Pese a su desempeño, finalmente mandaron a sus padres a Tezerán, en teoría en una situación privilegiada, pero terminaron asesinados en Auschwitz 7 meses después de llegar allí, tal y como recoge la lista de víctimas y supervivientes del Holocausto.

Tras la marcha de sus padres, Stella continuó su colaboración con la Gestapo, llegando a tener un arma para retener a sus víctimas hasta que llegaban los agentes. De hecho, hasta marzo de 1945, cuando el último tren de deportación salió de Berlín, ella continuaba captando judíos y se referían a ella como el veneno rubio.

Stella envió a un mínimo de 600 judíos a los campos de concentración

Según datos que vieron la luz en los juicios de posguerra, la espía podría haber enviado entre 600 y 3.000 judíos a los campos de concentración con métodos como hacerse pasar por ayudante o ir a los funerales y denunciar a los judíos que habían perdido su protección tras el fallecimiento de su pareja aria.

Un detalle que no aparece en la película es que Stella tuvo una hija llamada Yvonne cuyo padre fue Heino Meissl, también prisionero en el Grosse Hamburger Strasse según recoge el libro Jews in Nazi Berlin: From Kristallnacht to Liberation, editado por la Universidad de Chicago.

Tras la guerra, se intentó hacer pasar por víctima del fascismo en vano, pues la comunidad judía de Berlín reconoció su identidad. En 1946, fue encarcelada en la prisión policial de Alexanderplatz para ser entregada en la administracion militar soviética y terminó condenada a 10 años de prisión por su apoyo a la Gestapo.

Stella llega a su juicio en Berlín | Twelve Oaks Pictures

Al salir, intentó contactar con su hija, acogida por una familia judía y de la que nunca llegó a tener la custodia. Entonces, fue condenada a 10 años de prisión en 1957, algo que sí aparece en la película, por "complicidad en el asesinato y privación de libertad con resultado de muerte en un número desconocido de casos", sentencia de la que se libró al haberla cumplido en el sector soviético, algo que en la cinta se ve que causó un gran estupor.

Tras la guerra, Stella se convirtió al cristianismo, se declaró antisemita, se formó como enfermera y emigró a Israel en 1967. En los ochenta regresó a Berlín y pasó sus últimos años en Friburgo de Brisgovia, ciudad ubicada en el sudoeste de la Selva Negra de Alemania, donde se suicidó en 1994, a la edad de 72 años.