La actriz Claudia Cardinale, icono del cine italiano, ha muerto este martes a los 87 años en la región de Île-de-France, que comprende París, informaron medios franceses.
Una infancia colonial, el éxito en el cine, la explotación del "mito erótico" y una vida de leyenda es el legado de Claudia Cardinale, una de las actrices más aclamadas del siglo XX que también sufrió el peso del machismo del cine, al que enfrentó con su inquebrantable y famosa rebeldía.
Cardinale, que nació en el territorio del actual Túnez en 1938 en el seno de una familia siciliana y tenía, además de la italiana, la nacionalidad francesa, murió en la localidad de Nemours, perteneciente al departamento de Sena y Marne, en el distrito de Fontainebleau.
Los sesenta representaron su época dorada, también como un icono de belleza mundial. En 1963 fue un enigma en "Ocho y medio" de Federico Fellini y deslumbró vestida de época en "Il Gattopardo" de Luchino Visconti, dos maestros que se odiaban y que no tuvieron más remedio que repartirse a la bella Claudia en sus rodajes.
Aterrizó en Hollywood pero, pese a su acogida como amiga de Alfred Hitchcock, Barbara Streisand o Steve McQueen, nunca llegó a sentirse como en casa: "Yo me siento europea y en Europa quiero vivir", decidió, tal y como reconoció en una entrevista después.
Trabajó en "Circus World" (1964) con John Wayne y Rita Hayworth, en "Blindfold" (1965) con Anthony Quinn y en "I professionisti" (1966) volvió a toparse con Burt Lancaster, con quien había bailado arrebatadoramente en la monumental película de Visconti. Con su voz ronca y profunda y su exuberante belleza, fue musa de directores como Luchino Visconti, Federico Fellini o Sergio Leone.
Sus últimos años los ha pasado en París, adonde voló espantada por unos "paparazzi" que no le dieron nunca tregua en las calles de Roma, mostrando nuevamente que la indómita Claudia Cardinale no temía a los cambios si en juego estaba su libertad.
Las primeras reacciones a su fallecimiento no se han hecho esperar, como la de David Lisnard, alcalde de la localidad francesa de Cannes, famosa por acoger cada año el prestigioso festival que entrega la Palma de Oro.
"Su talento solo era comparable a su ardiente belleza. Su carrera fue en sí misma una obra maestra. Claudia Cardinale deja una huella indeleble en la historia del cine y, por lo tanto, intrínsecamente, en la de Cannes", indicó Lisnard en su cuenta de X, en un mensaje en el que recordó también que la actriz protagonizó el cartel de la edición 70 del festival.
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