Manuel Gómez Pereira (1958, Madrid) dirigió cinco comedias y un thriller erótico en los años noventa: Salsa rosa, ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, Todos los hombres sois iguales, Boca a boca, El amor perjudica seriamente la salud, Entre las piernas… Con aquellos títulos no hacía falta leer las sinopsis. Fueron todos taquillazos. Le acompañaban en guion sus fieles Joaquín Oristrell, Yolanda García Serrano y Juan Luis Iborra. Verónica Forqué fue una de las muchas estrellas del cine y la televisión que trabajaron a sus órdenes. Tras 20 años sin dirigir una comedia –la última, Reinas, sobre madres y sus hijos homosexuales–, Manuel Gómez Pereira comanda, no una, sino dos: Un funeral de locos y, la que nos atañe, La cena.
Esta última es la adaptación de una obra de teatro escrita en 1998 por José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro) y, sin embargo, estrenada en 2008 con Sancho Gracia y Juanjo Cucalón. Aquella se llamó La cena de los generales. En esta versión cinematográfica, Mario Casas y Alberto San Juan son Medina y Genaro, un maître y un teniente que han de colaborar. La Guerra Civil ha terminado y Franco quiere cenar en el Palace.
No es La cena una propuesta inédita en el cine español, pues Antonio Mercero firmó la comedia de enredo Espérame en el cielo (1988), sobre un pobre hombre al que raptan para ser el doble de Franco. Tampoco es La cena la primera vez de Manuel Gómez Pereira haciendo ‘época’, pues durante la última época ha dirigido capítulos de las series Velvet, Tiempos de guerra, Alta mar, Las chicas del cable y Cuéntame.
"A mí me llegó por casualidad porque Sancho Gracia, que interpretaba a Genaro, era productor. Me pasó el texto y me dijo: aquí hay una película. Él no pretendía hacerla inmediatamente. A mí me atrapó ya la historia", recuerda Manuel Gómez Pereira en conversación con El Independiente. Dieciocho años han pasado desde entonces. "Depende de qué historia sea, las películas pueden resistir. La cena es imperecedera. Se puede hacer en cualquier momento y época"
"Hay películas que son muy inmediatas y que cuentas algo relacionado con un momento actual. Curiosamente, esta entronca mucho con un momento actual político y la polarización que tenemos", agrega el cineasta. Hubo una anterior adaptación al cine de La cena de los generales, pero no salió adelante. "Es compleja por la época y muchas cosas. Si se hubiera hecho en otro momento, el afecto a lo mejor hubiera sido distinto. Vamos a ver cómo responde la gente", asegura.
P.- Unos se reirán con esta historia sobre dos bandos y otros a los que les tocará la fibra sensible.
R.- Eso es el cine. Tiene que suceder. Una cosa es que la película les parezca buena o mala y otra cosa es que sufran de maneras distintas, se emocionen o se rían. Cualquier película, cualquier obra de arte, una novela, una canción, lo que provoca son sensaciones y emociones distintas. Es muy bueno que sea controvertido. No me refiero a crear polémica. Me gusta mucho salir del cine y ver a gente discutir ordenadamente, sin perder las formas.
R.- Está muy de moda la palabra equidistancia. El mostrar las dos caras de una misma moneda, las opiniones de uno y de otro, y que cada uno decida. En este caso, como director y coguionista junto a Joaquín y Yolanda, ¿qué posición queríais tomar? ¿Había que posicionarse? ¿Cargar las tintas contra uno?
R.- Cuando cuentas una historia te posiciona de una manera. A partir de ahí que la gente juzgue o no. Para mí, el planteamiento siempre como autor y director es no hacer algo panfletario donde de pronto estés creando doctrina. Eso que lo hagan los dictadores a los que satirizamos. Entonces tienes que bajar del púlpito, sobre todo cuando haces cine. Esto se puede interpretar de muchas maneras. Con el género y la comedia, no es que se trivializa lo que estás contando, pero se digiere de otra manera.
Puede que La cena sea una comedia, pero guionistas y director no eluden la violencia. "No es porque queramos ponernos serios, sino que la vida es así y lo que pasó fue así. Fueron situaciones tremendas en un momento determinado", defiende.
P.- Habrá quien piense que ya estáis otra vez ensalzando a los de un bando y riéndoos de otro. ¿Tú qué respondes a eso?
R.- El que lo diga tendrá sus razones para decirlo. Aquí se habla, sobre todo, de la polarización y de las dos Españas. Tampoco hay una intención de qué buenos son unos [los republicanos] y qué malos son otros [los nacionales], sino que está exponiendo situaciones que ocurrieron y están pasando unos personajes. Hay también algunos personajes neutrales que luego toman partido. Ahora, hay que tomar partido por las cosas. Por ejemplo, lo que está pasando en Gaza. Nos tenemos que posicionar para que haya una unión para descalificar cosas que no son de un bando ni de otro, como proteger los derechos de los seres humanos y huir de los genocidios provocados por dictadores en la historia.
P.- Se te denominó el nuevo rey de la comedia española en los años noventa. La cena está ambientada hace más de 80 años. ¿Es más fácil hablar del presente con una trama y unos personajes del pasado que hacer La cena con políticos y sensibilidades de hoy en día?
R.- También sería interesante. Curiosamente hay coincidencias de una época y ahora. Esa polarización y esa tremenda falta de respeto por el otro y sus pensamientos. Ha habido una degradación con los políticos. No te hablo de bandos. Te hablo de todas las ideologías políticos. La cena es una parábola de España.
P.- Qué relación más curiosa la de los personajes de Mario Casas y Alberto San Juan. Uno sale del cine y no sabe realmente cuál es la naturaleza de su relación. ¿Había un propósito en ser ambiguos?
R.- No. A mí me parece que la parte femenina, o masculina, que tenemos todos, hay un momento en el que hay que olvidarse de eso. Hay que asumirlo. Esta relación entre los dos va creciendo. El teniente descubre que detrás de este maître hay un ser humano, y que de pronto le ayuda a encontrar cosas que a lo mejor no hubiera sabido hacerlo de no cruzarse con él en su vida. Y el personaje de Alberto San Juan es un personaje que ha sido neutral, sin significarse, y que en un momento determinado toma partido. No esconderse es muy bueno.
El rey de la comedia española de los 90 se rie de Franco sin sectarismos:
Vuelve el rey de la comedia española de los 90:
"'La cena' es una parábola de España"
"La doctrina hay que dejársela a los dictadores a los que satirizamos"
"Cuando haces cine tienes que bajar del púlpito"
Para mí, el planteamiento siempre como autor y director es no hacer algo panfletario donde de pronto estés creando doctrina. Eso que lo hagan los dictadores a los que satirizamos. Entonces tienes que bajar del púlpito, sobre todo cuando haces cine.
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