La vida es todo menos aquello que vemos. Lo que hay dentro de cada palabra, de cada movimiento, de una casa e incluso de una boca. Sí, de una boca. O al menos así lo entiende Gorka Olmo (Vizcaya, 1986), el ilustrador que no deja huecos porque lo importante está donde creemos que no hay nada. Porque su imaginación lo llena todo, sin dejar que el vacío cumpla su función.
La editorial Paripé Books acaba de publicar un recopilatorio de algunas de sus ilustraciones, se llama Cosas dentro de cosas y se trata de eso. Cómo bien explica la periodista Mar Abad en la contraportada, esto va de lo inesperado: "ahí es donde rasca Gorka Olmo cuando empieza una ilustración que parece una cosa y acaba siendo algo que no tiene nada que ver. En cada dibujo hay una sacudida de imaginación, una escena que jamás se te ha pasado antes por la cabeza".
Desde un paso de una virgen con niñas jugando a la guija dentro, hasta un corazón con un equipo de limpieza en su interior dejándolo a punto. Si le preguntas a él, nada tiene un doble sentido. Si lo miras dos veces te sale media sonrisa porque todo en sus dibujos es ironía inteligente.
"Se trata de una selección de trabajos anteriores a la propuesta del libro en la que predominaba el concepto en el que últimamente estaba trabajando, y simplemente seguí tirando del hilo hasta completar una colección de dibujos que me convenciese como conjunto", asegura Gorka Olmo en una entrevista a El Independiente.
Al abrir el libro, de dedicatoria, una trocito de la canción El tigre de Guadarrama de Vainica Doble: "Consciente de que mi meta era al fin hallar la muerte". "Lo he puesto porque es mi canción favorita y tiene ese toque fúnebre/pop que también está en las ilustraciones; planteamientos naíf en principio, pero con un poso lúgubre: a nada que te despistas meto un muerto".
Un muerto o un vivo, pero normalmente los personajes aparecen sin colorear. Como si no estuviesen terminados. "Así adquieren más protagonismo entre tanto color. Se les da más importancia", asegura Olmo, que ya ha publicado, con tan sólo 32 años, muchas de sus ilustraciones en medios como El País Semanal, Vanity Fair o Forbes.
Empezó a tomarse en serio sus dibujos, a tratar de que se convirtiesen en su profesión hace apenas 8 años. Comenzó con pequeñas exposiciones, empezó a ser el que daba vida a las páginas de algunos suplementos y ahora asegura que lo única que busca cuando se pone delante de una página en blanco es pasárselo bien. "No le doy más importancia, no busco dobles sentidos", sentencia.
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