No le sirvieron los amigos. Tampoco funcionó quién era su familia. A Luis Rosales le robaron el alma al sacar a Federico García Lorca de su casa en Granada. El poeta acudió a él y a sus hermanos pensándoles intocables y a los días lo encontraron, lo secuestraron y le pegaron un par de tiros por "maricón y rojo".

Para poder acceder a este y otros contenidos debes de ser suscriptor.

Opciones de suscripción

¿Todavía no estás seguro? Consulta aquí todas las ventajas de suscribirte a El Independiente.

¿Ya eres usuario Premium?

Identifícate