Mario Vargas Llosa tiene 87 años y se considera lo suficientemente mayor para dejar de publicar. Cuando mandó hace unos meses el manuscrito del libro que se publica hoy, Le dedico mi silencio, a la editorial lo hizo asegurando que se trataba del último, por lo menos en lo que a la novela se refiere y que aunque quería publicar un ensayo sobre Sartre aquí ponía punto y final a la ficción que comenzó en 1963 con La ciudad y los perros. "No viviré tanto para escribir otra novela, esta es la última", ha asegurado a La Vanguardia.

Para este adiós ha elegido como protagonista a su país, a ese Perú que tanto quiere y por el que tanto sufre y como hilo conductor a la música criolla, también como una auténtica revolución social. "La nueva novela de Vargas Llosa vuelve sobre algunas cuestiones que le venían interesando desde hacía años. El tema central es la utopía, pero en este caso se trata de una utopía cultural con la música peruana como núcleo y pretexto", asegura su editora Pilar Reyes de Alfaguara sobre este libro que ya se encuentra en las librerías españolas y de todo Latinoamérica.

Y asegura, en una carta acompañando al libro, que cuando el Premio Nobel de Literatura le aseguró que era el último se quedó muda. "Pensar que tenía en mis manos el original de la que será la última obra de ficción que escriba el gran maestro de la novela en nuestro idioma me dejó sin aliento. También por la enorme responsabilidad que implica editar y lanzar este libro", escribe.

Vargas Llosa ha asegurado en una entrevista concedida a Efe que sabe que será la última porque cada novela se lleva tres o cuatros años enteros de su vida. "Esto no significa que no siga escribiendo hasta el último día de mi vida", ha asegurado y ha añadido que ha llegado a sus 87 años "muy tranquilo y trabajando hasta el hartazgo".

También orgulloso de este último libro donde otorga a la música un papel central que no había tenido en ninguna de sus novelas anteriores. Un tipo de música que para él simboliza "la expresión de un pueblo". "Estoy muy contento de haberla escrito pero me gustaría que levantara la ilusión de los peruanos que la lean. Que descubran que El Perú, ese país tan querido, fue grande y volverá a hacerlo si un día nos ponemos a ello. Y que el arte y la cultura pueden lograr lo que la política no ha sido capaz de conseguir, que es hacer que gentes de distintos estratos se identifiquen con una misma forma de expresión cultural", asegura en esa misma publicación.

Cuando Carlos Barral publicó su primera novela

Mario Vargas Llosa llegó a España en 1958 gracias a una beca. Fue en Madrid, en El Jute, una cafetería pegada al Retiro, donde comenzó a escribir su primera novela, la que hoy todos conocemos como La ciudad y los perros. Dedicó un año entero a montar los personajes y a soportar los altibajos de no creer en él o en creer demasiado. La acabó en 1962, ya instalado en París, pero su publicación no fue fácil.

Era la historia de su época en el colegio militar, era su historia, pero al releerla le parece demasiado larga y no acaba de encantarle pero decide seguir, tirar hacia delante, no dejarla en la mesilla aunque la editoriales no paran de darle respuestas negativas. Todas menos una.

La novela llega a Barcelona, a las manos de Carlos Barral. El editor no dudo ni un momento, le fascinó y se reunió con el peruano a los pocos días. Vargas Llosa no sabía cómo iba a conseguir publicar su novela en España, con la censura. Y él ideó un plan. La presentarían al Premio Biblioteca Breve y lo ganaría y así no podrían prohibirla.

Y la ganó, el 2 de diciembre de 1962 pero justo antes de publicarla, en enero, prohíben su difusión. Vargas Llosa tembló pero Barral fue directo al despacho de Robles Piquer donde tras cambiar un par de frases y tras media hora de reunión se decidió publicarla. A los pocos meses, sólo en España había vendido 25.000 ejemplares y llegó Latinoamérica, se tradujo a decenas de idiomas e hizo de Mario, Vargas Llosa.