En un edificio casi en ruinas muy cerca del Parador de Alcalá de Henares la historia lleva casi cuatro décadas cayéndose a trozos. Se trata de un antiguo convento que se transformó en cárcel a finales del XIX y donde cumplieron condena durante algo más de un siglo presas y presos cuyos nombres aún recordamos.

Ahora, su techo está lleno de agujeros, sus ventanas rotas y la esperanza de los vecinos de mantenerlo en pie se pierde año tras año. Desde hace algunos meses su estado de "ruina avanzada" ha provocado que entre a forma parte de la lista roja de Hispania Nostra, asociación que lucha por preservar el patrimonio histórico y artístico, y que varias organizaciones pongan el grito en el cielo ante la actitud pasiva de las instituciones.

Porque este edificio conocido como La Galera no sólo tiene un valor arquitectónico sino que lleva siglos contando la historia de España. Desde su primer uso albergando a los carmelitas descalzos, en el siglo XVI, como uno de los lugares más importantes de esta ciudad, hasta que convertido en cárcel de mujeres pasó a ser uno de sus edificios más singulares.

Su segunda vida como centro penitenciario no fue una decisión rápida ni fácil. A los frailes les echaron tras la desamortización de Mendizábal y el Estado quiso vender el edificio pero no encontró ningún comprador así que tanto este como el que tenía al lado pasaron a formar parte de su patrimonio. Tardaron en adjudicarle un uso, pero al convertir el segundo en una cárcel para hombres, donde más adelante pasarían largos días Marcos Ana o Nicolás Sánchez-Albornoz y que ahora es el Parador de la ciudad, pensaron en un complejo similar para las mujeres.

Por eso, en 1966, le pidieron a Tomás Aranguren que se encargara de la rehabilitación. El arquitecto realizó junto a su hijo Celestino un diseño para una cárcel moderna, primero pensando en 500 presas y poco tiempo después en un centro para más de 2.000.

Por allí pasaron mujeres condenadas por todo tipo de delitos y, según cambiaba el país, de todo tipo de ideologías. "Era una de las cárceles más famosas. Estaba la de Madrid, la de Quiñones y luego esta. Por aquí, al principio, pasó la famosa hija del capitán Sánchez, María Luisa, que estuvo presa años. La llevaban las monjitas, había mucha religión, mucho coser y esas tareas. Las separaba de la cárcel de hombres solo una pequeña callecita y muchas de las mujeres con hijos podían quedarse con ellos hasta los 4 o 5 años", cuenta Pilar Lledó, presidenta de la Institución de Estudios Complutenses, que lleva años denunciando el estado en el que se encuentra.

Y que coincide con lo que Rafael Salillas escribió en La vida penal en España, que se publicó en 1888, hablando de esta cárcel y de la intensa relación entre los presos y las presas, lo que provocó que muchas mujeres se quedarán embarazadas tras esos encuentros en el puente de Zulema donde ellas iban a lavar la ropa. "Las reclusas lavan la ropa de sus vecinos delincuentes y cada hato se convierte en lío", escribió a modo de anécdota.

Por sus celdas pasaron durante aquella época miles de presas y su edificio permaneció tal y como lo había proyectado Aranguren hasta que se abrió la cárcel de Ventas en 1930 y todas las reclusas fueron trasladadas allí. Aunque no por mucho tiempo. Como cuenta Lledó, "en 1934 se convierte en casa de trabajo para meter a los que cogían con la nueva Ley de Vagos y Maleantes, que la hace Azaña en la época de la República, y era para llevar a los jóvenes sin oficio ni beneficio a trabajar". Pero en aquel momento ya no entraban mujeres, solo hombres, y así siguió durante la Guerra Civil cuando "los posibles enemigos del bando republicano empezaron a ocupar sus celdas". Luego se vació al final del conflicto pero al poco tiempo de la llegado de Franco al poder se volvió a abrir tras realizar una pequeña reforma.

"En 1943-1944, con la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo de 1940, se especializa en cárcel de comunistas y es aquí suceden los famosos fusilamientos de Alcalá. Pero en 1948 trasladan a los presos a Segovia, la vuelven a arreglar y en ese momento vuelven otra vez a entrar mujeres y muchas de ellas van a ser muy famosas. Trasladan a las recalcitrantes de la lucha antifranquista: Juana Doña, María Salvo, Soledad Real o Manolita del Arco; casi todas las que nos suenan pasaron sus dos o tres últimos años de encierro aquí", explica Lledó.

Cárcel de mujeres la Galera de Alcalá de Henares.

También que siguió siendo cárcel de mujeres hasta 1978 aunque durante esa última década el perfil de presas era distinto: estudiantes, chicas que abortaban u obreras que hacían huelga. Díez años más tarde, en 1988, pasa a ser propiedad de la Universidad de Alcalá de Henares y empieza el declive por la falta de uso. "Supuestamente iban a hacer algo pero lo único que hicieron fue construir en la parte de la huerta la nueva Facultad de Documentación y el resto están dejando que se caiga. También arreglaron lo que era la iglesia y ahí funcionó unos años un teatro pero ahora también lo han cerrado", añade.

Y María Jesús Vázquez, que pertenece al Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense, añade que aquella capilla se restauró "mal". "Hubo que cerrarla porque no estaba bien y desde entonces no han hecho nada", explica. Según ella "la universidad ha sacado varias licitaciones pero con un presupuesto casi ridículo por lo que han quedado todas desiertas".

"Más de un arquitecto nos comentó que sólo para las cubiertas necesitarían 3 millones de euros porque están destrozadas"

"Más de un arquitecto nos comentó que sólo para las cubiertas necesitarían 3 millones de euros porque están destrozadas. Se trata de un edificio enorme y solo los tejados, con los andamios, los seguros y el material; es un dineral. Cada año vemos que las tormentas y las lluvias han ido tirando secciones de los tejados. No sé, si quieres hundir una casa y que desaparezca haz un agujero en el tejado", sentencia.

También dice que les ha llegado que la Universidad de Alcalá de Henares quiere deshacerse del inmueble. "Sabemos que es una patata caliente, que la universidad ha intentado desprenderse de este edificio", confiesa. Y Lledó añade que sabe que no es fácil y que es consciente de que haría falta un presupuesto muy elevado. "La universidad se ha quedado con muchos edificios, tienen muchos para rehabilitar, y ahora están con el nuevo campus en Guadalajara y meter aquí tanto dinero... En un determinado momento se firmó el proyecto para hacer residencia universitaria, tenían ya todo para hacerlo, pero no se hizo".

Un proyecto que pretendía crear viviendas para estudiantes de entre 30 y 45 metros cuadrados, contaban con una superficie de 15.000, y con amplias zonas comunes. El presupuesto fue de más de 14 millones de euros y nunca se empezó la rehabilitación. "Da mucha pena porque este lugar ha marcado la vida de este lugar, por aquí han pasado presos y presas de mucha condición", sentencia Lledó.