Tenía veinte años cuando le propusieron participar en la película A Hard Day's Night donde iban a estar los cuatro Beatles. Ella era modelo y fotógrafa pero se lo pensó porque una cosa era posar ante la cámara y otra muy distinta actuar. Su papel era de una adolescente con uniforme de colegio y tras rodar su primera escena George Harrison se le acercó y le preguntó: "¿Quieres casarte conmigo?". Ante su negativa cambió de estrategia y le propuso ir a cenar.

Pattie Boyd (Taunton, 1944) era una joven británica que ya llevaba años dentro del mundo artístico del país. Rubia, con una belleza muy de los años 60, dicen que ya había llamado la atención de Eric Clapton aunque él no se había atrevido a acercarse. Aquel día se fue a cenar con Harrison y tan sólo dos años más tarde se casaron.

Ella aseguró que fue la inspiración para Something aunque años más tarde él contestaría, quizás más despechado que certero, que no estaba pensando en ella cuando la escribió. "No la escribí sobre ella. Sólo la escribí y después alguien creó un video en el que salimos Pattie y yo, Paul y Linda, Ringo y Maureen y John y Yoko. Por eso todo el mundo dijo que me había inspirado en Pattie, pero realmente, cuando la escribí, estaba pensando en Ray Charles", afirmó George Harrison. La canción vio la luz en 1969, poco antes de que su matrimonio empezase a desmoronarse.

Porque al Beatle dejó de importarle lo que pensase su mujer y dejó de ocultar sus infidelidades. Uno de los momentos más críticos del matrimonio fue cuando invitó a la mujer de Ronnie Wood de viaje por España y Wood contratacó teniendo un affaire con Boyd mientras ellos estaban fuera. Pero quizás ella habría aguantado más tiempo dentro de esa casa si no llega a ser por una serie de cartas que empezó a recibir de un fan anónimo y que acabó descubriendo que eran de Eric Clapton, que acudía con asiduidad a la casa de Harrison en Esher, y que ahora subasta, junto con otros objetos personales de la modelo, la casa de subastas Christie's.

En una de ellas, de 1970 y aún sólo con una E en la firma, este le escribía: "Lo que quiero preguntarte es si todavía quieres a tu marido, todas estas preguntas son muy impertinentes, lo sé, pero si todavía tu corazón siente algo por mí…¡debes hacérmelo saber!". Y además, en 1971 ve la luz Layla, una canción que Clapton le pidió a Pattie que escuchase en privado. Así contó ella ese momento en su biografía: "Nos vimos a escondidas en un piso de South Kensington. Clapton me había pedido que fuera porque quería que escuchase algo nuevo. Encendió el radiocasete, subió el volumen y sonó la canción más potente que jamás escuché. Era Layla, trataba sobre un hombre que cae enamorado perdidamente de una mujer que le quiere, pero no está disponible. Me la puso dos o tres veces, mientras miraba mi cara para ver mis reacciones. Mi primer pensamiento fue que todo el mundo me iba a reconocer".

Y a partir de entonces dejó el anonimato y comenzó a llamarla como la canción. Una de las carta de finales de 1971 ya está escrita sin pudores. "Querida Layla: Sacrificaría a mi familia, a mi dios y a mi propia existencia, y aun así tú no te moverás. Estoy en mi límite, lo he dado todo en busca de una señal, pero solo hay silencio. ¿Por qué dudas?, ¿Soy un mal amante?, ¿Soy feo?, ¿Demasiado débil?, ¿Demasiado fuerte?", le escribió y continúo suplicando. "Enjaular a un animal salvaje es pecado, domesticarlo es divino. Mi amor es tuyo", le dijo. Y así se pasaron años hasta que ella decidió que ya no quería más cartas.

Carta de 1972 de Eric Clapton a Pattie Bloyd. CHRISTIES.

Dejó a Harrison, que andaba liado con la espiritualidad, el amor libre y las canciones, y en 1974 se fue con su amigo. El Beatle no se lo tomó mal e incluso siguió siendo amigo de Clapton y desde 1979, de su nueva mujer. Pero aquel matrimonio tampoco fue bien. Tras años intentado estar con ella en cuanto se casaron comenzó a tratarla fatal. Insultos, gritos, incluso palizas y dicen que violaciones que el propio cantante confirmó en una entrevista en 1999 con The Sunday Times. Clapton se pasaba el día borracho y le reprochaba a su mujer que no pudiesen tener hijos. Ella, dijo, vivió muerta de miedo hasta que le dejó en 1989.

“Bueno, ya no era más la señora del famoso George o la señora del famoso Eric. Entonces, ¿quién era yo? No era nadie”, aseguró a The Telegraph. "Nadie me conoce. Ni siquiera yo me conozco", continúo y reconoció que en aquella época hasta se olvidó que sabía hacer fotografías y que las hacía bastante bien. "Poco a poco, en terapia, aprendí a creer en mí misma. También volvió a hacer fotos otra vez y eso me ayudó a salir de la depresión", confesó.

Ahora, a finales de este mes, pondrá toda aquella vida a la venta. Están las cartas, las felicitaciones de navidad como la señora Harrison y como la señora Clapton, hay muchísimas fotografías, discos pintados a manos, vestidos que la hicieron icónica y todos los recuerdos que ya no quiere volver a recordar.