Historia

España rota: imágenes de la Guerra Civil en color

Franco y Queipo de Llano en Sevilla, agosto 1936

Franco y Queipo de Llano en Sevilla, agosto 1936

Es un pequeño momento de la historia de España, apenas tres años de 500 de historia moderna de nuestro país, pero todavía hoy produce dolor y división entre los españoles. La Guerra Civil es recurrente en el mundo editorial, pero nunca se había visto así: en color. Combates, bombardeos, heridos, muertos, refugiados.. todo lo que la guerra sigue siendo 86 años después, protagonizado por españoles en un guerra fratricida.

“El color aplicado a la fotografía histórica facilita que seamos capaces de empatizar desde el presente con el pasado. Acercarnos a las sensaciones que debieron de experimentar quienes lo protagonizaron”, explica el historiador Jesús Jiménez Zaera. “Es un recurso que nos pareció especialmente adecuado para un acontecimiento como la Guerra Civil al que, por su cercanía en el tiempo y por su profunda repercusión en el presente, la sociedad actual no solo se acerca a través del conocimiento histórico académico, sino también por otras vías más subjetivas: el arte, la ficción, los recuerdos personales o familiares, las identidades colectivas, la ideología..”, añade.

Jiménez Zaera y el fotógrafo Jordi Bru son los autores de Sangre en la frente (Despertaferro), volumen fotográfico con 180 imágenes cuidadosamente coloreadas tras un minucioso proceso de documentación. El libro persigue trasladar al lector a aquellos años y su contexto, las fotos se acompañan de texto explicativos de las imágenes que sirven para contar cómo fue el desarrollo de la contienda. El volumen sigue la senda de otros como El mundo en llamas, de Marina Amaral y Dan Jones, una fórmula que se ha revelado muy atractiva como vehículo para divulgar la historia.

“El registro fotográfico sobre la Guerra Civil es muy extenso y cada día que pasa se va haciendo más accesible. Hemos empleado imágenes de una quincena de archivos públicos y privados, o bancos de imágenes, y se han consultado bastantes más”, explica el historiador que asegura que lo más difícil siempre es descartar. “En lo que a mí respecta, he tenido en cuenta que la foto tuviese calidad técnica y sobre todo que fuese una foto que explicase o que fuese representativa del momento o situación que tratamos en cada caso”, afirma el fotógrafo Jordi Bru. “A veces hay diferentes tomas de un mismo hecho, en este caso me fio de mi experiencia en la edición, elijo la que más me guste por su encuadre o composición”, destaca.

Niños ante cartel de Franco, artista Crispín Martínez
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Colorear la historia sin cambiarla

Para abordar el proceso de selección de colores Bru ha recurrido a fondos documentales de carteles propagandísticos para dar con los colores veraces de las banderas, emblemas y uniformes que se emplearon entonces. “Y por supuesto está el recurso a internet para averiguar los tonos de los materiales de las construcciones y los edificios –los colores que se emplean en las fachadas de las casas no son los mismos en Asturias y en Sevilla, por ejemplo–, o cómo es la piedra de la plaza Mayor de Salamanca, el campo en Navarra en otoño o un bosque de pinos, por poner algunos casos”, asevera el fotógrafo.

Niños refugiados en el metro de Madrid, 1936
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Bru se ha apoyado en su conocimiento de la luz como fotógrafo en la parte más artística del proceso: “Hay que considerar si se trata de un día nublado o luminoso y, sobre todo, tener en cuenta las texturas e interpretar la hora del día. En todo caso, hay también una parte de este proceso que es totalmente subjetivo y para ello me he basado en mi propia experiencia como fotógrafo profesional”, afirma.

117 Redespliegue de las Brigadas Internacionales, 1938
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El fotógrafo ha trabajado durante días cada fotografía, muchas de ellas de reputados fotorreporteros del momento, “al ampliar los detalles al máximo se establece cierta conexión con el autor de la fotografía. Se ve con total claridad la intención al disparar su cámara y el momento preciso en el que lo hace. Te imaginas la situación que vivió. Son situaciones que yo mismo he vivido en mi trayectoria como fotoperiodista. Te enfrentas a su trabajo como si fuese un colega fotógrafo en la actualidad, con un punto de envidia por las imágenes que fueron capaces de tomar y una buena dosis de admiración por las condiciones en las que debieron de trabajar”.

Panzer I en la campaña de Santander, agosto 1937
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Historia de una sociedad rota

Jiménez Zaera asegura que cuando inició el proyecto muchos le preguntaban desde qué perspectiva ideológica lo iba a abordar. “Dan por hecho que la historia es una mera cuestión de opinión, de ideología. Es una idea muy extendida, y muy peligrosa, presuponer que la historia se escribe desde la afinidad a uno u otro bando o, desde la equidistancia, que es un producto de la misma idea: repartir “ecuánimemente” una de cal y una de arena a partes iguales. «En Sangre en la frente hemos pretendido dinamitar esa concepción frentista, de bandos, para acercarnos a la historia de la España de la Guerra Civil. Una única sociedad, ciertamente fragmentada y dividida nítidamente por una línea de frente, pero en la que también se dieron fenómenos comunes o equiparables. Sangre en la frente es una historia de la sociedad española en guerra, no una historia de las dos Españas», asegura Zaera.

Salida de Unamuno del Paraninfo, Universidad de Salamanca
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En el libro se alternan fotos personajes y momentos destacados como la famosa intervención de Unamuno de la Universidad de Salamanca, la masacre de la desbandá en la huida de Málaga, españoles anónimos y soldados de los dos bandos y de las Brigadas Internacionales.

Desbandá tras la caída de Málaga, febrero 1937
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Bru ha querido mantenerse alejado de sus propias ideas a la hora de abordar el coloreado y hacerlo desde el respeto. “Como todo el mundo, tengo mis afinidades, pero siempre me he preguntado en qué bando hubiese estado en la Guerra Civil y siempre llego a la misma conclusión: depende de tu entorno. Cuando tengo en mi pantalla las caras de milicianos anarquistas o comunistas, requetés, falangistas, gudaris, soldados regulares de uno u otro bando, pienso que es muy injusto juzgar sus motivaciones, si es que las tuvieron, desde la España actual, sentados en nuestras casas y ochenta años después. Cada uno de ellos puedo ser yo mismo”.

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