Durante milenios los humanos han ido descubriendo el cuerpo, desentrañando cada uno de sus rincones. El estudio de la anatomía empezó en la Alejandría del antiguo Egipto, entre el 320 y 250 años a.C. Un momento de la historia que propició un clima de libertada científica que permitía diseccionar cuerpos de muertos e incluso se permitieron vivisecciones de criminales. Las presiones religiosas consiguieron frenar todas las formas de estudio de la práctica. Pero su popularidad ya se había expandido y en el Imperio Romano se continuó su estudio. Fue con la caída del Imperio Romano cuando se frenó su avance con siglos de oscuridad sobre el conocimiento del humano sobre sus cuerpo.

Hasta el siglo XIV no se pudo diseccionar cuerpos de nuevo en Europa. El conocimiento de las nuevas universidades al sur de Francia y al norte de Italia requería sistematizar lo aprendido y trasmitirlo. Surgieron las primeras publicaciones ilustradas que encontraron en la imprenta el mejor aliado para la expansión del conocimiento. La relación de la anatomía con su representación visual y gráfica ha sido determinante para La representación del cuerpo y de su composición ha sido la mayor de las ocasiones la mejor forma transmitir el conocimiento a lo largo del tiempo.

Desde el mayor desconocimiento hasta la microscópica minuciosidad de la ciencia contemporánea el cuerpo humano ha sido objeto de fascinación y de representación. El mismo viaje que recopilado Phaidon en Anatomy: Exploring the Human Body , un volumen con 300 imágenes seleccionadas por expertos en arte y científicos con las que recorrer la obsesión por nuestro cuerpo.

Disección de músculos y venas de 1851 Joseph Maclise

En 1851 Joseph Maclise (1815-1880) publicó Surgical Anatomy (Anatomía quirúrgica). Estas figuras de disección anatómica realistas fueron estudios del cuerpos de muertos a los que Maclise luego puso rostros de visitantes de la Gran Exposición de Londres de ese 1851. Las litografías de Surgical Anatomy se exponen en museos de todo el mundo como el Metropolitan de Nueva York o esta que pertenece a la Wellcome Collection de Londres.

Mano con anillo 1895

La primera radiografía de la historia fue tomada por Willhelm Conrad Rötgen (18485-1923). Localizar un cuerpo extraño o un hueso roto sin necesidad de abrir el cuerpo humano es la gran aportación de este físico que ganaría el primer premio Nobel de Física de la historia en 1901. El descubrimiento surge mientras experimentaba los rayos X, a lo que llamó así porque desconocía su origen, y comprobar que el plomo era lo único que no atravesaban. Tras poner varios objetos pidió a su mujer que posara con su mano. La radiografía resultante dio la vuelta al mundo tras su publicación en un diario austriaco.


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Feto de trece semanas. Lennart Nilson

En abril de 1965 la revista Life publicó la serie de fotos más controvertida de Lennart Nilsson (1922-2017). La revista vendió ocho millones de copias en cuatro días. La manera de fotografiar fetos dentro de la placenta de Nilsson sigue siendo un misterio, pero se cree que para realizarlas tuvo que usar fetos provenientes de abortos, voluntarios o no. Aunque también utilizó cámaras endoscópicas que él desarrolló para fotografiar mujeres embarazadas durante pruebas diagnósticas. Sus fotos, en cualquier caso se convirtieron en fotos emblemáticas del movimiento antiabortista. Nilsson fue pionero también al tomar las primeras imágenes del virus VIH y el virus de la gripe asiática (SARS).

Musketball! 2012

Vísceras, huesos y órganos vitales son la ambientación de esta máquina de pinball creación del artista canadiense de origen chino Howie Tsui (1978). La concibió para la conmemoración de la guerra de secesión americana cuando descubrió que cuando una bla de mosquete-que eran como bolas- al entrar en el cuerpo, se mueve por dentro del cuero de la misma manera que una bola en el tablero de un pinball.

Bleeder 2007

El artista sudafricano Walter Oltman (1960) ilustra así al cuerpo humano. Lleva al extremo la analogía de la analogía del sistema sanguíneo humano como las raíces de un árbol. Y el resultado  de extender nuestras venas es la creación de un humano con forma de arbusto.