“El lago es la historia de un niño que vive a la orilla de un lago que va desapareciendo y que se va convirtiendo en aguas tóxicas. Ese lago que antes era el centro de la vida, de la comunidad, pasa a ser la pesadilla de la gente que vive en sus orillas, una molestia”, explica a El Independiente Bianca Bellová de gira por varios países para dar a conocer su novela con la que ganó el Premio Magnesia Litera a Libro del Año y el Premio de Literatura de la Unión Europea.
El lago de la novela, que publica en España Tres hermanas ediciones, no está en ningún lugar definido, no está en un país concreto, podría ser cualquier sitio de Europa. El lago es una metáfora y la sociedad anclada en sus orillas se desvanece con sus aguas cada vez más tóxicas. “Intenté crear una historia y borrar las costuras, por eso, tanto el tiempo como el lugar son indefinidos, a mí me gusta mucho cuando un escritor me deja espacio para mi imaginación. El lector tiene que trabajarse su historia y crearse su propio espacio”, cuenta la escritora checa.
Ese espacio que Bellová ha dejado a los lectores se llena de interpretaciones. Cada lector que se asoma a El lago encuentra un imagen de nosotros mismos diferente. “Cada persona lee un libro distinto, hay quien entiende la novela como un ejemplo de la ocupación soviética y otros ven más los aspectos de la contaminación”, asegura Bellová.
La contaminación en El lago es un elemento invisible pero omnipresente. “Señala la caída de la sociedad, es una forma literaria para poder hacer gradual la desintegración de una sociedad, a los personajes cada vez les salen sarpullidos más grandes y rojos. Es una herramienta literaria muy buena’, mantiene la autora.
En la novela Nami, el niño protagonista, emprende “un viaje para buscar a su madre y en el que conocerá otros mundos, otras circunstancias que le permitirán volver al lago con los conocimientos del viaje y encontrar su misión en la vida”. Este viaje es uno de los aspectos que más ha llamado la atención a los lectores italianos. “Es muy interesante ver cómo cada país entiende y simpatiza con las diferentes cuestiones del libro. Por ejemplo, en Letonia, la lectura de crítica a los los rusos es la más extendida, pero en Italia son los elementos personales del niño y su viaje buscando a su madre. Tengo curiosidad por saber qué es lo que encuentran los españoles en El lago”, se pregunta.
Entre el espacio que la autora deja para que el lector se haga su sitio en la obra y la diversidad de lecturas que tiene su texto, cabe preguntarse si esa es la razón por la que recibió el Premio de Literatura de la Unión Europea. Pero no, para Bellová traspasa las fronteras europeas, “la prueba de que no es una historia puramente europea es que ha tenido un gran impacto en Japón”, mantiene la escritora. Lo que ratifica la universalidad de la literatura. O de la contaminación.
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