Cada primer lunes de mayo, los protagonistas de la cultura pop tienen una cita ineludible en su momento más icónico del año, la Met Gala. Una de las demostraciones más evidentes de que el mundo de la moda y las grandes celebrities está mucho más alejado de la realidad de lo que nos gustaría. Sin embargo, este año, la fiesta que encumbra la aspiración vocacional de la moda como arte, ha decidido ajustar su temática al relato del escritor británico J.G Ballard: El jardín del tiempo.

Con Sleeping Beauties: Reawakening Fashion (bellas durmientes: el despertar de la moda) como título pensado para este 2024, la gala jugará con la ambigüedad de significados e interpretaciones tanto conceptuales como estéticas que pueden caber en el imaginativo cuento de Ballard.

En el relato breve del escritor británico, un matrimonio de condes viven en un ambiente idealizado la belleza de una gran villa de escaleras rococó, en la que las flores son de cristal y suena Mozart en un clavicordio. Ubicado en un tiempo y espacio distópicos, narra el día a día de un conde llamado Axel, que pasa sus días admirando la belleza de un jardín de ensueño en el que el crepúsculo brilla con gran intensidad cada tarde.

La calma y el goce se ven interrumpidos por la circunstancial amenaza de una lejana marea humana a la que no tiene problema de calificar como "chusma" y que avanza sin ningún tipo de orden hacia sus murallas. A medida que el tiempo y su imperceptible curso va pasando, las flores se van muriendo en el jardín y la necesidad de recogerlas para conservar entre sus manos la belleza del jardín se convierte en la única manera de alargar la llegada de la inquietante muchedumbre.

En este sentido, la Met se sirve de esa idea de conservar la belleza ante el arrastre del tiempo, reivindicando el corte atemporal de aquella que está basada en la naturaleza y sus dones. Este relato, dentro de su envolvente atmósfera apocalíptica y surrealista, tiene cierta amplitud de significados que puede ser todo un filón para las extravagancias de la noche de los millonarios en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

Aparte del evidente tópico literario del Collige virgo rosas (recoge, doncella, las rosas de tu juventud), la historia de Ballard puede tener también lecturas en clave de ecología y de clase. La belleza amenazada por el tiempo, la naturaleza en peligro por el ser humano y la tranquilidad de las élites intimidada por la capacidad destructora de la plebe.

Un enigmático cuento que nos recuerda la verdad universal de que todos los momentos de esplendor se apagan, dejando tras de sí las ruinas de un pasado que no volverá. En ese sentido, la Met Gala aprovecha la justificación intelectual de esta historia para reivindicar la moda como una herramienta para desafiar y redefinir nuestra percepción del tiempo y la identidad. Con sus vestidos históricos y su necesidad de perdurar como algo más que una moda.

J. G. Ballard, profeta y visionario

James Graham Ballard se ha convertido, con la confirmación del tiempo, en uno de esos autores visionarios cuya obra se ha convertido en un espejo en el que es fácil reconocerse como sociedad. Con su habilidad única para tejer paisajes distópicos y explorar las intersecciones entre la tecnología y la psicología humana, el autor británico se erige como uno de los maestros indiscutibles de la llamada nueva ola de la ciencia ficción inglesa de los 60.

Suyos son libros como El mundo sumergido (1962), del mismo año que El jardín del tiempo, donde imagina un futuro en el que las consecuencias del calentamiento global inundan el mundo y los edificios se convierten en islas. También El viento de ninguna parte (1962), La sequía (1965) o El mundo de cristal (1966) son parte de esas primeras obras de clima ficción, que prácticamente inaugura él, como una especie de "profeta del fin del mundo".

Y es que sus historias destacan por el reflejo inquietantemente acertado que hace de las ansiedades y obsesiones de la sociedad moderna. También es el autor de una de las novelas más polémicas de los años 70 con Crash (1973), llevada al cine más de veinte años después por David Cronenberg, también con su controversia.

Más éxitosa y menos polémica fue El imperio del sol (1984), una autobiografía que narraba su infancia en Shanghai como niño británico en tiempos de guerra. La versión cinematográfica, dirigida por Steven Spielberg , fue ampliamente alabada por la crítica y consiguió seis nominaciones a los premios Óscar.

Precisamente, esa influencia de haber nacido y vivido en Shanghai durante la Segunda Guerra Mundial marcó profundamente su perspectiva y su escritura. Un trasfondo tumultuoso que se refleja en sus grandes temas como la decadencia urbana, la tecnología alienante y la psicología humana bajo condiciones extremas.

Provocativo y original, aparte de un gran contador de historias, Ballard también fue un ensayista agudo cuyos escritos sobre la cultura contemporánea y la psicología humana han influido en generaciones de lectores y críticos. Sus ensayos, recopilados en obras como Crítica del desierto de los medios (1984) y A User's Guide to the Millennium (1996), exploran en ese asunto tan líquido y escurridizo que es el presente, analizando la influencia de los medios de comunicación en la sociedad hasta la naturaleza cambiante de la identidad en la era digital.

Por la frescura de sus ideas y lo profético de sus historias, Ballard es una influencia crucial en un momento histórico en el que el arte también ha empezado a obsesionarse con el fin del mundo. Una conversación en la que el mundo de la moda pretende aportar también su versión con esta gala de Sleeping Beauties: Reawakening Fashion, que será también el título de la exposición estelar del año en el Instituto del Traje.

Por eso, aunque este tipo de eventos pueden ser una de las mayores representaciones de la frivolidad y la excentricidad de la jet set, la legitimidad buscada en la obra de Ballard, también puede interpretarse como un nuevo intento de la cultura pop por formar parte de lo que otros conocen como alta cultura.