Un barrio ha de tener un parque, un centro de salud y una librería. Un pequeño comercio local que, en su cercanía, insufle de vida a aquellos que buscan el abrazo de las palabras. Que se oponen al individualismo hegemónico y que, frente al odio, regalan un libro. Una salvación. No es de extrañar que Borges imaginara el Paraíso siendo "algún tipo de biblioteca".

Hoy, 11 de noviembre de 2024, se celebra el Día de las Librerías, con el que homenajear a los hogares de estas historias que ansían ser encontradas. Durante toda la jornada, los clientes dispondrán de un 5% de descuento en las compras realizadas en ellas, y muchas contarán incluso con eventos y actividades extraordinarias con los que fomentar la lectura y la vida de estos espacios culturales. Sin embargo, este año la festividad se celebra con un carácter especial.

Librerías por Valencia

Dos semanas tras las fuertes lluvias torrenciales que asolaron la costa mediterránea de la Península Ibérica, la Comunidad Valenciana sigue sufriendo las consecuencias de la DANA más dura registrada en España. Viviendas destrozadas y pequeños comercios asolados por el agua y el barro: el sector del libro valenciano atraviesa una de las páginas más negras de su historia.

Es por ello que muchas librerías se han unido a la iniciativa "Librerías apoyan a librerías de Valencia", promovida por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) y el Ministerio de Cultura, y donarán el 5% de las ventas del día a un fondo destinado íntegramente a las librerías afectadas por la catástrofe climatológica.

Paiporta ha sido la "zona cero" de la DANA, y sus locales han sufrido también las consecuencias de la misma. La fuerza del agua destrozó hasta las paredes de la librería Moixeranga de la localidad, cuyos libros fueron despedazados por la fuerza de la riada y desperdigados por el barro. "La librería estaba llena de libros preparando la campaña de Navidad. Antes, los libros se compraban en València, pero desde aquí hemos surtido a todas las bibliotecas y colegios de la comarca. Ya no nos queda nada. Se han perdido los ordenadores y todo, salvo lo que hay en un altillo", lamentaba Donís Alba, trabajador de la librería, en una entrevista a EFE.

El buque de las palabras

Y es que un libro es algo muy personal. Es una historia que te ha encontrado cuando tu ni siquiera sabías que la estabas buscando. Es un rescoldo de la persona que fuiste cuando lo leíste: un libro te ha transformado en quien tú eres ahora. Es esto lo que la ilustradora Helena Pallarés quería transmitir cuando le encargaron el diseño de la ilustración de la edición de este año para el Día de las Librerías: ese "poder transformador de las librerías en nuestra forma de apreciar el mundo, la capacidad de una historia de cambiar un poco o del todo nuestras vidas".

En el dibujo, una mujer de trazos y colores poco definidos se adentra en las primeras páginas de un libro que, a su vez, es una librería. Es un ejercicio transformador, una metamorfosis, que le cambia y le hace salir llena de color, con varios libros en una mano mientras que, con la otra, sostiene un globo que, en palabras de la ilustradora, representa el regalo de "«salir» de una librería con la sensación de haber vivido una experiencia propia, el de una historia que te acompaña para siempre".

Hay algo mágico en leer. En ese viaje inmóvil que haces desde la soledad de tu mente. Hay algo mágico en regalar libros. En compartir una historia con la que esperas transformar al regalado. Hay algo mágico en vender libros. En entregar el medicamento que auguras salvará una vida. El escritor estadounidense Cristopher Morley lo recogía perfectamente en un novela La librería ambulante: "Cuando le vendes un libro a alguien, no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva (...). Si en lugar de librero fuera panadero, carnicero o vendedor de escobas, la gente correría a recibirme, ansiosa por recibir mi mercancía. Y heme aquí, con mi cargamento de salvaciones eternas".