Fue tal día como hoy en 1969. Era viernes. El día en el que toda la cultura popular comenzó oficialmente a dar un giro del que no ha regresado. A las 17:07 salió al escenario Richie Havens. Por casualidad, y falta de previsión, se le presentó brevemente como el hombre más hermoso del mundo. Las grabaciones disponibles apenas tienen calidad de imagen y sonido.

El activista de Brooklyn tuvo el honor de ser el primero sin saberlo con antelación. Los cientos de kilómetros que separan Manhattan de la granja de Yasgur se llenaron literalmente de los enormes coches de la época. Miles y miles de jóvenes acudían a un acto de amor y paz en plena guerra de Vietnam, sintiendo que hacían algo trascendente por un mundo mejor. Así, lo que normalmente suponía un trayecto de unas dos horas se transformó en un festival en sí mismo, con pernocta incluida en algunos casos. La llegada tardía del resto del cartel hizo que el pobre Richie tuviera que seguir rasgando su guitarra con su estilo inconfundible y pasional durante más tiempo del que él mismo hubiera deseado antes de saber que sería parte de la Historia. Se dejó llevar por el trance y estuvo un buen rato diciendo “Freedom”, libertad.

Hoy se conmemora este evento calificado como el más grande que se recuerda en la música, si es que es de música de lo que hablamos. En realidad el fenómeno de lo que allí ocurrió se ha extendido a todos los ámbitos, a todo el mundo, y cambió para siempre la música popular. El ser humano tiende a idealizar, e imaginar a cientos de miles de personas gritando música por la paz mundial fue muy goloso para las mentes inquietas de la época, que no eran ni mucho menos todas.

Igual que Havens no tenía previsto comenzar el festival, organizarlo fue sin querer. La idea inicial de dos abogados neoyorquinos era crear un estudio de grabación “en el bosque”. Los financieros que debían apostar dinero por ello se dieron cuenta de que era el momento de hacer una quedada masiva con música, habida cuenta de la efervescencia hippie del momento. Estaba de moda, y había que aprovecharlo. No deja de ser paradójico que fuera el enemigo, el mundo de las finanzas, el impulsor de Woodstock. Eso sí, la cosa acabó en deudas y demandas. Más de 100.000 dólares hubo que pagar en indemnizaciones. ¿Quién estaba detrás?

Cuatro inversores y una granja lechera

John Roberts y Joel Rosenman habían construido un estudio en Manhattan llamado Media Sound, y buscaron nuevas inversiones a través de un anuncio en el New York Times, el mismo periódico que, pasado el evento, lo tildaría de “fiasco” y “pesadilla”. Atraídos por aquel anuncio, Michael Lang y Artie Kornfeld se unieron a ellos para formar una curiosa sociedad llamada Woodstock Ventures. Max Yasur, dueño de una granja lechera en Bethel, Nueva York, ofreció su tierra como posible sede. La que liaron. Vaya un fin de semana.

A los problemas logísticos hay que añadir el rechazo completo de la comunidad local. Los pacíficos habitantes del lugar se vieron invadidos por una incontrolable marabunta humana que trataba de comer, dormir de cualquier forma y hasta hacer algo tan normal como ir al baño… sin tener un lugar para hacerlo.

Los tres días de paz y amor tuvieron un punto culminante con la actuación icónica de Jimi Hendrix. Así distorsionó el himno nacional norteamericano como protesta antibelicista.

Al final del vídeo, no se pierdan la entrevista. No, no le pareció poco ortodoxo, sino bonito. Y es que el festival de Woodstock es recordado no solo por su música, sino también como un símbolo de una generación en busca de paz y amor en una época de agitación civil y descontento en los EEUU, y por lo tanto, en el mundo. Esto ha sido así, sobre todo, gracias a los que no estuvieron. Tendemos a hacer grandes las leyendas si no tenemos que revolvernos en barro, pasar hambre o vivir el desencanto.

Eso mismo ocurrió con el evento oficial que conmemoró los 30 años de la gesta: Woodstock’ 99. Ahí el fiasco fue ya más reglamentario, con sus estructuras caídas, incendios, delitos de todo tipo, por supuesto higiene y atención médica bajo mínimos, y un cartel bueno (Metallica, Red Hot Chilli Peppers, James Brown, Sheryl Crow, Alanis Morisette, entre otros) con actuaciones que tampoco pasaron a la eternidad. Hay quien ha llamado a aquello “el peor festival de la Historia” o incluso “el momento en el que murieron los 90”.

Lo cierto es que el original, que nada tuvo que ver con ese presunto homenaje, hizo que Hendrix, Janis Joplin, Jefferson Airplane, Joe Cocker, Joan Baez o The Who entre otros, hicieran algo reservado a quienes han estado en el momento oportuno en el lugar adecuado: convertir un evento en leyenda. Por los que lo imaginaron.