En los años 90 hablar de indie en España era prácticamente una quimera. Sonidos sucios, distorsión y letras generacionales, fruto de la experimentación propia de la inexperiencia, que venían de grabar maquetas caseras en sótanos y habitaciones oscuras. Fue así como empezaron Los Planetas, en ese paraíso para el talento musical que es Granada, fijándose en lo que hacían referentes anglosajones como Sonic Youth, Pixies o The Jesus & Mary Chain.

Hoy, los referentes son ellos. La aventura ha quedado más que justificada con el reconocimiento de ser considerados los padres del indie en nuestro país, y una innumerable ristra de grupos que, directa o indirectamente, han seguido su estela. 30 años después del lanzamiento de su primer álbum, "Super 8" (RCA, 1994), la etiqueta indie se les ha quedado corta. Y es que 2024 ha sido el año en el que Los Planetas han dejado de ser un grupo para convertirse en algo más.

El superaño de los granadinos llega acompañado de una gira especial para rememorar aquella primera piedra sobre la que se fundó el indie español con la interpretación exclusiva de los temas de su álbum debut. Una celebración que no puede ignorar su componente nostálgico, pero también reivindicativo. Y con ello, ha pasado algo que, seguramente, en sus inicios nunca se hubieran imaginado. De repente, Los Planetas son nostalgia, legado y tradición, y aquel primer álbum con nombre de película casera es mucho más que el resultado de cuatro jóvenes (Jota, Florent, May y Paco) haciendo ruido y anunciando un viaje a una nueva dimensión.

Pero si algo ha marcado el año planetario, más allá de lo musical, eso ha sido el estreno este viernes de Segundo premio, coincidiendo precisamente con la puesta de largo en Madrid de la gira superochiana en el Festival Tomavistas. La película dirigida por Isaki Lacuesta se sirve del título de una de sus canciones para contar el momento clave (la grabación de "Una semana en el motor de un autobús") de una banda que cambió la escena de la música indie en español. Ganadora de la Biznaga de Oro en Málaga, la cinta de Lacuesta ya es uno de los hitos cinematográficos del año.

Por mucho que ellos hayan renegado de la película, y harían mal si no lo hicieran, gracias a la legendarización de su historia en forma de filme, ahora la historia de Los Planetas es un patrimonio cultural y generacional capaz de trascender su papel protagonista en la arqueología musical española.

Y es que, aunque ellos no lo manifiesten de forma directa, la aventura que comenzaron hace más de tres décadas con la formación del grupo, parece haber llegado a su fin, o por lo menos ha traspasado la barrera de un espacio que se ha quedado pequeño para tanto astro. En una entrevista concedida a este periódico para presentar su primer proyecto en solitario, Jota ya hablaba del grupo en pasado: "Es un grupo que ha tenido mucho calado cultural y éxito". El frontman reconocía que "Los Planetas era un proyecto que podía llegar a ser muy abrumador".

En paralelo, la otra gran mente creativa de la banda, Florent, ha dado otro salto más allá de la marca planetaria presentando su proyecto en solitario 'Florent y Yo'. Una escenificación, más que evidente, de que todo lo que orbita alrededor del grupo ha trascendido finalmente a otra dimensión, alcanzando una carga simbólica difícil de abarcar.

A esto hay que sumar otras ramificaciones de la creatividad desbordante de la banda como Grupo de Expertos de Solynieve, Los Evangelistas o Fuerza Nueva. No quiere esto decir que Los Planetas se hayan acabado, pero llegados a este punto, cada vez cuesta más seguir inventando. En su último álbum de estudio, "Las canciones del agua" (El Ejército Rojo, 2022), se atrevieron, por ejemplo, a cantar a Lorca y a imaginar himnos pandémicos.

Ahora que su relevancia ha alcanzado cotas de culto, decir que Los Planetas son solamente una banda de música se queda algo corto. Después de este año, su legado quedará en algún lugar, aún por determinar, de ese paisaje estelar que es la cultura pop. Porque, cuando ellos empezaron, se podía decir que "todo esto era campo" y quizá ahora, en este vergel con forma de cajón de sastre que llamamos indie, ya nada lo sea nunca más.