Si muchos de los autores, escritores, creadores de tiempos antaño, renacentistas, del barroco y posteriores, pudieran asomarse a nuestras ventanas actuales para ver y comprobar qué tipo de espectáculos, montajes, obras, arte o cultura en general se producen en nuestro tiempo, posiblemente dirían “esto ya lo habíamos hecho nosotros, es un remedo de mi argumento, una burda copia de mis textos”.

Posiblemente. O no. Solo habría que darle los matices necesarios que, se supone, definen nuestra firma, para hacerla única, especial, distinta. Todo está interrelacionado. Y nos vamos alimentando, creativamente, de lo que los otros van inventando, o dicen que van inventando. Y no significa que lo que fue antes fuese mejor.

¿Se puede falsificar el teatro?

De ahí Falsestuff. La muerte de las musas. ¿Realmente han existido alguna vez las musas o la creatividad? Lo que nos plantean Nao Albet y Marcel Borràs, como creadores y directores de este montaje del Centro Dramático Nacional, es precisamente eso, el fingimiento, la mentira, la falsificación, la falsedad, la copia.

Los magníficos actores de 'Falsestuff' van de un registro a otro como por arte de la interpretación que practican

Y así mezclan géneros y estilos, cine, teatro y música, arte plástico, danza, enredo, poesía, prosa, e idiomas. Asistimos a una enrevesada trama de mercadeo del arte, de charlatanes del oeste americano, de plagio (o adaptación) de una obra literaria, de mafias gansteriles, de debate improvisadamente preparado, de propuestas escénicas arriesgadas y de teatro que no es teatro. ¿Se puede falsificar el propio teatro, que ya de por sí es mentira? ¿Puede la copia superar al original?

Ya Fernando Pessoa decía que el poeta es un fingidor, “que hasta finge que es dolor el dolor que en verdad siente”. Y el poeta, entendido aquí como escritor, el que nos cuenta historias, el que nos hace sentir, el que crea personajes, siempre miente y mezcla realidad con ficción. Y es que esta siempre la supera, porque cuentan que si puede inventarse, puede sucederte.

 Todo artificio y veracidad

Fascinante mundo este. El del teatro. Desde bien pequeño yo oía decir que es la mentira más aceptada, porque todos saben que lo que se ofrece es mentira, pero todos la aceptan como real. Aunque las balas sean de fogueo, aunque los cadáveres revivan, aunque la escenografía sea de cartón piedra, aunque no haya finales felices. Se aplaude al actor aunque se le critique. 

Magníficos todos los actores de Falsestuff, que dominan varios idiomas, o nos lo hacen creer así, y que van de un registro a otro como por arte de la interpretación que practican, y nos sorprenden. Aquí todo es espejo, reflejo de otras historias. Aquí todo es artificio y veracidad, porque el espectáculo es original y atrapa y atrae y nada se da por hecho porque todo es provisional o circunstancial aunque haya requerido de cientos de horas de ensayos, porque solo con la repetición se consigue la credibilidad, porque es real lo que estamos viendo, aunque después cada uno lo vea después a su manera. 

En definitiva, la ficción no es verdadera ni falsa, y la realidad es copia de otras realidades anteriores. Eso creo, tampoco estoy seguro. 

FALSESTUFF. La muerte de las musas

Texto y dirección: Nao Albet y Marcel Borràs
Reparto: Nao Albet, Marcel Borràs, Naby Dakhli, Thomas Kasebacher, Joe Manjón, Johnny Melville, Diana Sakalauskaité, Laura Weissmahr, Sau-Ching Wong y Pedro Azara (moderador del coloquio)
Coreografía: Nao Albet, Marcel Borràs y Sau-Ching Wong
Una producción del Centro Dramático Nacional

Hasta el 25 de junio en el Teatro Valle-Inclán